Mejores discos internacionales de la década 2010-2019

Llega el turno de recordar los mejores discos internacionales de la década 2010-2019. Como sabéis, Muzikalia nació en el año 2000, en 2009 celebramos nuestra primeros 10 años y este 2019 toca hacer un repaso de estos dos últimos lustros, recordando su música.

Hace pocos días te hablábamos de nuestros discos nacionales favoritos de este periodo. Hoy nos centraremos en algunos discos internacionales que han quedado grabados en la memoria de quienes hacemos posible la revista.

Esperamos que los disfrutéis y recordéis junto a nosotros.

The War On Drugs – Lost in the dream (Secretly Canadian, 2014) escucha en Spotify

Grabar un tercer disco con el mismo poco ruido de fondo de los dos anteriores y las mismas expectativas es ser en estos tiempos consciente de uno mismo y tus circunstancias. A Adam Granduciel, un multiinstrumentista de Dover (Massachusetts), le pareció una gran idea empezar la nueva obra de su banda con un tema de casi nueve minutos y dejarse arrastrar por una marea de pensamientos y dudas espirituales durante la siguiente hora para que el mundo se enterase por fin de su existencia. La pelea entre psicodelia, soft-rock y clasicismo que pergeñó en el intento se encargó de obrar el milagro y la unánime rendición mediática se encarnó en los panes y peces que alimentaron nuestros oídos.

¿Es “Under pressure” una preciosa forma de mirarse el ombligo? ¿Hay en “Disappearing” menos pretenciosidad que en cualquier disco completo de Radiohead? ¿Se puede actualizar el post-punk de forma más bella que en “An ocean in between the waves”? ¿Existe alguna razón para no pensar que “Eyes to the wind” es la canción que Bob Dylan habría compuesto si hubiera nacido treinta años después? La respuesta a esta y otras preguntas del corazón, en la próxima escucha de Lost In The Dream. Sesenta minutos al refugio de unos ojos cerrados y un corazón sonoro palpitante y redentor.

J.J. Caballero 

 

Nick Cave and The Bad Seeds – Skeleton Tree (2016) escucha en Spotify

Si digo que Nick Cave está en el mejor momento de su larga y excelente carrera puede que alguien no esté de acuerdo, pero nadie se echará las manos a la cabeza. La trilogía formada por Push the sky away (2013), Skeleton Tree (2016) y Ghosteen (2019), expone el talento del músico australiano en estado puro, más pulido y contenido que nunca, destilado al máximo, maduro pero muy lejos del aburrimiento o el estancamiento. En esta racha triunfal es clave la figura de Warren Ellis, comandando los Bad Seeds desde la marcha de Mick Harvey en 2009, acertando a reformular su sonido casi por completo, además de ejercer de confesor y motivador de Cave en los momentos más bajos.

Porque no ha sido una década fácil para el autor de “Red right hand”. A veces del dolor más profundo salen las más bellas obras artísticas y este es el caso del oscuro pero deslumbrante Skeleton Tree. Escrito antes de la dramática muerte de su hijo adolescente pero grabado poco después, su sonido no escapa al contexto en que fue registrado. El que fuera elegido mejor álbum internacional de 2016 por Muzikalia -amén de por multitud de publicaciones musicales- destaca por su tono fantasmal, gélido en ocasiones, donde los silencios se palpan y duelen, donde cada instrumento cumple escuetamente su cometido dejando hueco a los demás y haciendo del menos es más su seña de identidad. Una obra maestra de principio a fin llamada a perdurar en el tiempo donde cuesta destacar una canción sobre las demás y que tres años después sigue estremeciendo y creciendo con las escuchas. El definitivo y doloroso pasaporte a la eternidad de Nick Cave, un músico con mayúsculas.

Edu Cornejo

 

My Bloody Valentine – MBV (2013) escucha en Youtube

Cuando en 2018 Kevin Shields dijo que My Bloody Valentine editarían dos álbumes para el 2019, muchos nos lo tomamos a broma, quien sabe si el esquivo Kevin estaba tomando el pelo a su interlocutor en la entrevista concedida durante el festival japonés Summer Sonic. El caso es que llegamos al 2020, se acaba la década y ni rastro de nuevo material por parte de los irlandeses. Nos seguiremos contentando con el maravilloso MBV, editado en el 2013, 22 años después de su obra magna; Loveless. (Creation Records 1991). MBV fue, no solo fue la continuación lógica de su anterior disco, también la constatación de que el sonido vanguardista de My Bloody Valentine seguía siendo igual de valiente, vigente y peligroso dos décadas después. El torrente de guitarras “shoegazers” continuaba entrelazándose sobre melodías evanescentes y todo sonaba realmente mágico. Los que tuvimos la suerte de verlos en esa gira, certificamos que el muro de sonido que Kevin Shields y los suyos construyen en estudio, también lo ejecutan en riguroso directo a la perfección, algo al alcance de solo unos pocos.

Me gustaría disfrutar de un nuevo álbum de My Bloody Valentine antes del 2035, de no ser así, tendremos que inventarnos la leyenda de un guitarrista y productor llamado Kevin Shields que los 2 de febrero de cada 22 años, regresa de la tumba para editar un disco magistral y me da a mi que, de momento, no hemos avanzado en cuanto a encontrar la inmortalidad.

Fernando del Río

 

Damon Albarn – Everyday Robots (Warner, 2014) escucha en Spotify

Si algo me ha enseñado cumplir años es que los gustos musicales no tienen por qué ser invariables. He aprendido a amar con pasión a artistas que odiaba, y también a desdeñar algunos de los discos que escuchaba compulsivamente de adolescente. Y no pasa nada: hay discos para cada etapa de la vida, incluso para cada estado de ánimo. Y el mío ahora no es el mejor, así que cuando pienso en un disco de la década me viene a la cabeza esta distopía musical que a mí, estos días, me representa. Un disco sosegado pero que al mismo tiempo provoca desasosiego, una paradoja que es parte de su belleza. Sus clics, sus ruiditos y su ambiente postindustrial casi apocalíptico reflejan la sociedad en la que vivíamos en 2014, pero todavía más la que sufrimos en 2019. Un disco que escapa a toda clasificación porque es sintético, pero también es jazz de vanguardia y pop y downtempo y más cosas. Las canciones parecen gotear desde un techo de cristal desde donde miles de ojos nos vigilamos unos a otros en silencio, solo mirando. Cuando estás solo pulsas play, pero no acude nadie porque cada uno está entretenido con su propio botón. Fragilidad, soledad, desengaño.

Fidel Oltra

David Bowie – Blackstar (Sony, 2016) escucha en Spotify

Sólo un artista tan inmenso como Bowie podría despedirse de esta manera; por la puerta grande. Un disco en el que la portada, si la pones bajos los rayos del sol, el fondo de la estrella mayor se transforma en un campo de estrellas brillantes. Un álbum en el que el  “Duque Blanco” nos anunció su muerte. Párrafos como “Algo sucedió el día que él murió/ El espíritu se elevó un metro y se hizo a un lado/ Alguien más tomó su lugar y valientemente exclamó/ ¡Soy una estrella negra!”. No, Bowie, eres una estrella inmensa, eterna y que siempre echaremos de menos. Vuela alto, Major Tom.

Toño Martín

Arctic Monkeys – AM (Domino 2013) escucha en Spotify

El quinto disco de los monos del ártico publicado en 2013, les hizo consagrarse como una de las bandas estandarte en la escena rock indie británica. AM rescata sonidos de los sesenta mezclándolos con la rabia punk que les caracteriza, esta vez amoldada a una gran madurez. El disco recoge 12 piezas que condensan una alta dosis de puro rock y letras agridulces que han pasado de hablar de salidas furtivas de noche y after parties a cuestionar el romanticismo en el mundo moderno sin recurrir a los melodramas. En «Are U mine?», «Snap ouf of it» y «Why’d you only call me when you are high?” resaltan sus baterías potentes y riffs de guitarra brillantes y pegadizos, que son la prueba de que el álbum es más que un simple peldaño en la carrera de los Arctic Monkeys. Las notas del “Do I wanna know?” es ya más que un sonido representativo de los de Sheffield, su huella definitiva en la escena musical del momento, donde también nos muestra una voz más madura del líder Alex Turner. En AM hay sitio para las baladas como “Mad Sounds” o el ya considerado himno “No. 1 Party Anthem” con su poderosa y épica melodía que suena triunfal. AM es considerado uno de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos, una oda al rok&roll que conserva toda su esencia. Cómo bien dijo Alex Turner al recoger el premio BRIT al mejor álbum del año en 2014: “Ese rock&roll puede desaparecer a veces, pero nunca se fue ni se irá, y no hay nada que lo impida”.

Fátima Conde

 

PJ Harvey – Let England Shake (Island, 2011) escucha en Spotify

PJ Harvey ha vuelto a ser trascendental en la última década. Bien es cierto que sus entregas se van espaciando en el tiempo y cada vez es menos prolífica, pero eso no quita para que siga entregando discos soberbios como este Let England Shake, que daba continuidad a aquel austero y bello White Chalk (2007) con un radical cambio de planteamientos. La británica tiraba de su conocido talento y entregaba un álbum sobre la guerra donde las crudas letras, se hacían acompañar de un folk rock accesible que terminó valiéndole el Mercury Prize de ese año (ya se alzó con el premio en 2001 con Stories From The City, Stories From The Sea).

Nada sobra en el meditado Let England Shake, una obra que ha terminado siendo adoptada por el Museo Imperial de Guerra británico.  

Manuel Pinazo

The Sheepdogs – Learn and Burn (Mis, 2010) escucha en Spotify

Expresado con la máxima sencillez posible: los canadienses The Sheepdogs es el grupo de rock más sobresaliente y más perfecto de los últimos 10 años. Garantizado. Sus seis extraordinarios álbumes se desarrollan, prácticamente, sin fisuras pero, sin duda, Learn and Burn (“Aprende y quema”, de 2010) es el más fabulosamente especial y se constituye, en mi opinión, como el “Disco Internacional de la Década”, por varias razones que tardaríamos en exponer longevas horas.

Únicamente apuntar que Ewan Currie, Leot Hanson, Ryan Gullen y Sam Corbett perfilaron un moderno rock sureño como volcán principal, a través de temazos como “I Don’t Get By”, “Southern Dreaming”, “Right On”, “I Don’t Know” , “Catfish 2 Boogaloo” o “Soldier Boy”, con influencias de la Creedence Clearwater Revival o los Allman Brothers, entre otros. Sin embargo, los asombrosos y camaleónicos The Sheepdogs también podían deslizar, con suma facilidad, sabrosos temas como la propia melodía titular “Learn and Burn”, con reflejos de The Doors o el corte “Rollo Tomasi” ¡como si ellos fueran unos nuevos Marvin Gaye! Además, el inmaculado medley postrero es de los que marcan época. En definitiva, un imprescindible LP de magnífica y valiosa intemporalidad y con el que puedes repetir y repetir una agradable audición sin ningún atisbo de hastío.

Txus Iglesias

 

Lorde – Melodrama (Republic, 2017) escucha en Spotify

No sé si David Bowie le hizo un favor o no cuando dijo que ella era el futuro de la música, pero lo que tengo claro es que este disco de la neozelandesa me encandila. Debo confesar que poco caso le hice a su disco de debut, y desde ya entono un enorme mea culpa a tenor de los resultados mayúsculos de este segundo largo. En Melodrama (Republic, 2017) esta veinteañera de voz rasposa se abre en canal para mostrarnos, sin remilgos, los miedos, las frustraciones, y los sinsabores del paso de la adolescencia a la edad adulta, y las consecuencias de todo ello en su atribulado corazón. Lorde se busca a sí misma, y de forma hiperrealista apuntala un cancionero que servirá de buque insignia para toda una generación (la suya), aunque el radio de acción de tamaño desafío emocional haya muchas de las expectativas de más de un incrédulo. Es fácil sentir empatía hacia esta mujer, así que aquí me tienen, con los pelos de punta escuchando, de nuevo, estas canciones increíbles, escritas (y sufridas) en primera persona.

Luis Moner

 

Arcade Fire – The Suburbs (Sony, 2010) escucha en Spotify

Quizás en su momento no fuera para mí lo importante que es ahora. Es un disco de principios de la década, agosto del 2010, y que no fue el mejor de su año para emasiadas publicaciones. Sin embargo, el tiempo lo ha hecho casi visionario. Desde el título, al tono de la guitarras, pasando por supuesto por la temática general, todo tiene cierto aroma al humo de la Apocalipsis. Es la banda sonora perfecta para cualquiera de las distopías que hace diez años era solo ciencia ficción, y hoy en día se acercan a nuestra realidad más y más rápido. Piensen en Years and Years o El Cuento de la Criada y pónganse luego el disco recordando que en 2010 no había Vox ni Brexit.

Además, es un gran tercer disco que terminó por consagrar como inmenso uno de los pocos grupos de guitarras que aún son capaces de llenar un estadio.

Iñaki Espejo-Saavedra

 

her

Arcade Fire & Owen Pallett – Her (BSO) (2014) Escucha en Spotify

Con el tiempo, pienso, Her de Spike Jonze será considerado un clásico ineludible de la historia del cine. Nunca antes se había llegado a una aproximación tan nítida, bella y descorazonadora de las relaciones afectivas y -por añadidura humanas- en el mundo moderno.

Más allá del macguffin que utiliza el director, simplificado a la historia de amor entre un ser humano y un dispositivo artificial, su metraje ahonda en la incapacidad por volver a amar una vez perdido aquel amor que dio sentido a nuestra vida y, a la vez, cómo convive esta carencia con la inquebrantable fe por volver a sentir el paraíso perdido de sentirse enamorado.

La gran enfermedad incurable de la soledad colectiva, más epidémica que nunca, se filtraba a través de una banda sonora sutil y desbordante de emociones, ideal para recogerse como un ovillo entre noches insomnes, mirando fijamente un techo a oscuras, o la pantalla de un móvil mientras silenciosas lágrimas escribían por nuestro rostro todo aquello que pudo ser y no fue y todo lo que pasa mientras nada ocurre.

Raúl del Olmo

 

Leonard Cohen – You Want It Darker (Sony, 2016) escucha en Spotify

Por desgracia Leonard Cohen ya no está entre nosotros, pero sus canciones permanecerán para siempre. Su último disco en vida editado hace tres años (en breve llegará su obra póstuma) es un cierre por todo lo alto para un artista cuya amplísima discografía nunca bajó del notable alto. Este es un disco que suena (sin serlo realmente) a despedida. Donde la sepulcral voz de Cohen expresa emoción para reconocer fracasos y asumir los arrepentimientos que sean necesarios.

Una de sus obras más redondas de su última etapa, en la que lo terrenal se torna en un ajuste de cuentas con el pasado aportando luz y esperanza en reconciliación con las sombras. Maestro.

Amaia Prados

 

Beach House – Teen Dream (2010) escucha en Spotify

El dream pop del dúo de Baltimore alcanzó en esta obra magna cotas sublimes, creando un paisaje plagado de recovecos en los que perderse, de atmósferas vaporosas que congelan la sangre y que cristalizan en momentos gloriosos como “Zebra”, “Silver Soul” o “Norway”, convertidos en auténticos himnos imperecederos que brillan orgullosos entre un cancionero inabarcable que ha asentado en la década que se nos va a Victoria Legrand y Alex Scally como auténticos protagonistas en el pódium de artistas referentes. Apenas dos personas (tres en directo) siendo capaces de lograr algo de belleza tan descomunal.

Después vendría el mayúsculo Bloom (2012), o el más reciente y también sobresaliente 7 (2018), por poner dos ejemplos en una discografía inmaculada y prolífica, pero la huella que dejaron con su segundo trabajo se antoja única e irrepetible, y su eco aún resuena en nuestras entrañas.

José Megía

 

OMD – English Electric (BMG, 2013) escucha en Spotify

“The future that you anticipated has been cancelled”. Esta frase, la primera que te echas a la vista nada más abrir las páginas de English Electric, resume mejor que ningún laborioso discurso político la situación que estábamos viviendo a nivel mundial en 2013. Esto, junto al primer track, “Please remain seatead”, nos presentan a los O.M.D. más lúcidos y creativos desde su regreso a los estudios de grabación con History of Modern (2010), conectando con los mejores momentos de Paul Humphreys & Andy McCluskey a finales de los setenta y primeros ochenta.

Así, en plena forma para su duodécimo disco de estudio, Orchestral Manoeuvres in the Dark logran añadir nuevos éxitos como ‘Metroland’, ‘Night café’ o ’Stay with me’ a su particular top, conviviendo a la perfección con «Maid of Orleans», «Souvenir» o «Enola Gay». “Where is the paradise that was promised?”.

Chema Domínguez

 

Wolf Alice – My Love Is Cool (Dirty Hit, 2015) escucha en Spotify

El álbum debut de Wolf Alice propuso, en una sola toma, tanto talento como variedad estilística. Sería imposible y totalmente injusto arrinconarlo en un solo género, ya que ésta fue una propuesta que caminaba con paso firme tanto por el pop de “Turn To Dust”, “Bros” o “Freazy”, como por la inmersión en el rock alternativo de “Your Loves Whore”, “Fluffy” y “Giant Peach” o cierto coqueteo con el shoegaze y el dream pop (“Soapy Water” y “The Wonderwhy”). Si la instrumentación bebía directamente de los noventa, la voz de Ellie Rowsell reencarnaba con nota el espíritu de las vocalistas del britpop de bandas como Echobelly o Elastica, algo especialmente visible en “You’re a Germ” o “Lisbon”. Como buena nostalgia de décadas anteriores que pudiera subyacer, su tema “Silk” (que, junto a “Swallowtail” se convierten en deliciosos paisajes sonoros) fue elegida para la banda sonora de T2 Trainspotting para lanzarles definitivamente a un público mucho más amplio, que lo mismo buscaba rememorar algunos pasajes de su pasado grunge como un grupo al que escuchar al salir del instituto. Esa era la señal de que habían llegado para quedarse.

Álvaro de Benito

 

Low – The Invisible Way (Sub Pop, 2013) escucha en Spotify

Low han forjado una personalidad única a partir de punzantes acontecimientos, coleccionados a lo largo de veinte años de carrera y un turbulento decálogo discográfico. Enfrentarse a cada nuevo álbum de los de Duluth ha terminado por revelarse como una liturgia mística, casi religiosa, enfocada a medio camino entre el respeto y el miedo ante el inminente descubrimiento de otra obra de consabido calado instantáneo, despliegue emocional y eternas consecuencias. The Invisible Way (Sub Pop, 2013) incide decisivamente en la herida abierta y nunca cicatrizada, desgarrando a través de once canciones de apariencia etérea, alma visceral y dolorosa asimilación. Un álbum que cristalizó impactante en el oyente, conmocionado éste ante una belleza demasiado inquietante como para pertenecer a este mundo.

Raúl Julián

 

Ebbot Lundberg, The Índigo Children – For The Ages To Come (Haldern Pop Recordings, 2016) escucha en Spotify

Mi contacto con el grandullón de Ebbot, además de por su legendaria participación tanto en The Soundtrack Of Our Lives, como en Union Carbide Productions, fue la escucha de “Calling from heaven”. El hecho de que un enorme señor sueco, vestido con túnica y con aspecto de dios pagano, hiciera una estratosférica versión de un grupo tan poco conocido fuera de nuestras fronteras como Pekenikes (su “Cerca de las estrellas”), llamó mi atención hasta tal punto, que no paré hasta completar la difícil tarea de conseguir la preciosa edición en vinilo del disco que la contenía, este For The Ages To Come, en el que Ebbot se hacía acompañar por una banda de chavales atraídos por la neopsicodelia para hacer despliegue de esa erudición que apuntaba la versión del combo hispano (también incluye el disco una revisión de un tema de los Vipers, la banda garajera que tenía Alice Cooper cuando aún era sólo Vincent Fournier) a través de ocho canciones propias, a cada cual mejor. La suma de todo esto es un trabajo que merced a su concisión, supera incluso a los de TSOOL y ofrece una lección magistral de cómo emular a los grandes popes psicodélicos de los sesenta sin resultar un mero facsímil. Desde la colosal “Backdrop people”, pasando por piezas de orfebre como “Drowning In a wishing well”, hasta el final por todo lo alto que es “To be continued”, se esculpe en piedra monolítica una obra que no, obviamente no ha supuesto un antes y un después en el devenir del rock, pero sí que es un trabajo especial, lleno de sabiduría, de parte de un personaje sin parangón hoy día. Probablemente no lo hayáis visto en ninguna lista y como lo considero una atrocidad, intento aquí poner mi granito de arena para reivindicarlo. Por eso os digo, de corazón: no os lo perdáis

>> Mejores discos nacionales 2010-2019

11 comentarios en «Mejores discos internacionales de la década 2010-2019»

  • el 25 noviembre, 2019 a las 9:59 am
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    Falta Skying de The Horrors, The Reflektor de Arcade Fire y alguno de Lana del Rey. Discos como el de Albarn y Lorde me sorprende.

  • el 25 noviembre, 2019 a las 10:46 am
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    Una lista interesante. Gracias por recordarnos tantos discos estupendos. La verdad, que esto es como las selecciones de fútbol, cada uno tenemos nuestras predilecciones

    • el 25 noviembre, 2019 a las 11:46 am
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      Qué mas quisiéramos que haber metido todos los que nos hubiera gustado. Nos hemos limitado a uno por redactor, para hacer una pequeña muestra de la década y sin duda estos y muchos otros, merecen estar ahí igualmente. De todos modos, te emplazamos al especial canciones que llega en unos días, en el que quizá te los encuentres. Gracias por tu comentario 😉

    • el 25 noviembre, 2019 a las 11:53 am
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      Si Funeral fuera de esta década seguro que habría entrado, es un discazo.

  • el 25 noviembre, 2019 a las 3:24 pm
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    Pero hay referencias a los Arcade en la BSO de HER, ¿no? Entonces, ¿dónde el problema? Está Bowie y Cohen, dos iconos que se fueron por la puerta grande con obras de arte.

  • el 25 noviembre, 2019 a las 5:56 pm
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    Pues pido disculpas, porque sí se había votado un disco de Arcade Fire y se había traspapelado. Ya está arreglado 🙂

  • el 26 noviembre, 2019 a las 7:46 pm
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    Buenísima selección, variopina y heterogénea, maestros y discípulos se combinan en la misma. Como se dice, sí que son todos los que están. Felicidades a los colaboradores por el placer de revisitar estos discos y recordárnoslos por sus grandes momentos. Un saludo.

  • el 26 noviembre, 2019 a las 11:00 pm
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    En mi opinión habría metido a The Reflektor en vez Funeral. Pero bueno, lo puedo entender. Una vez más, The Reflektor el disco incomprendido.

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