Morrissey cumple años y recordamos Viva Hate, su debut en solitario

Hace nada más y nada menos que 62 años nacía en el remoto Lancashire Steven Patrick Morrissey, máximo exponente del indie británico y uno de los letristas más singulares de la historia de la música (recuerda aquí su discografía).

El cielo plomizo de Manchester fue testigo de los primeros pasos musicales del cantante, marcados por un reflexivo inconformismo con la sociedad imperante. Este nihilismo existencial, sumado al desaliento que revestía las calles inglesas en los años ochenta, impulsó la creación de The Smiths, ese inigualable grupo que daba voz a la diversidad y que suponía una ruptura con todo lo establecido.

A pesar de lanzar cuatro álbumes de estudio impecables y una larga lista de singles inmortales, la trayectoria de la banda fue lamentablemente breve. Sin embargo, los retazos de The Smiths persistirían aún en la génesis de la carrera de Morrissey en solitario. Algo palpable en el impoluto Viva Hate (1988), un viaje melancólico de exquisita brillantez musical y cuidado literario.

El álbum comienza con temas profundamente intimistas, como “Alsatian Cousin” o “Little Man, ¿What Now?” que entroncan con el pasado más pesaroso del artista y su incondicional amor por James Dean, para dar paso al cautivador hit “Everyday Is Like Sunday”, una bella elegía sobre la monotonía y la desesperanza aderezada con cristalinos arreglos orquestales de cuerda.

 

“Angel Angel Down We Go Together” es sin duda la canción más desgarradora del disco, una balada tranquilizadora barnizada con seductores violines, en la que el oyente conecta de lleno con el cantante, creando un vínculo tan irrompible como divino. La vacuna necesaria para afrontar la cara más desfavorable de la realidad.

 

Por otra parte, las pausadas “Bengali in Platforms”, “Break up the Family” o “Late Night, Maudlin Street” son una delicia poética. Todas ellas están colmadas de referencias sobre la cultura inglesa y dolor lacerante. Temas absorbentes en su totalidad.

Tampoco podemos obviar las loables “Suedehead” o “I Don’t Mind If You Forget Me”, en las que Morrissey trata el desamor con solvente ingenio e infunde un cariz más rítmico al disco. “Suedehead” logró posicionarse en el top 5 de la lista de éxitos de Reino Unido y ha pasado a convertirse en uno de los temas más populares del cantante.

 

El álbum tiene un cierre algo más sosegado con canciones como “Dial-a-Cliché, pero sin dejar de alzar la voz, clamando justicia por las atrocidades cometidas por el sistema y la mismísima Margaret Thatcher en la icónica “Margaret on the Guillotine”.

 

Morrissey consigue exorcizar sus demonios en esta obra musical. La nostalgia y la tristeza más punzante son el hilo conductor del disco. Y aunque sus posteriores trabajos se alejen del sonido que manufactura en Viva Hate, fue el álbum que le ayudó a forjar su nombre en solitario y el que le catapultó al éxito. La huella sonora de Viva Hate será por siempre indeleble.

Tanto las canciones de The Smiths, como las de Morrissey, tienen ese poder curativo tan difícil de explicar con meras palabras Himnos que, tras la primera escucha, se ganan un hueco permanente en nuestra memoria y pasan a formar parte de la banda de nuestras vidas.

¡Felicidades, Moz!

 

Escucha Viva Hate de Morrissey

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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