Nick Waterhouse + Nora Norman – Sala Copérnico (Madrid)

A tenor de la cola que llegaba hasta la esquina, se podía prever que el lleno que se anunciaba iba a ser toda una realidad. Iba a ser una noche calentita y el público, variopinto, tenía ganas de ese calor.
A la hora pactada, se bajaron las luces y salió Nora Norman, acompañada de un guitarrista, para hacer unas cuantas canciones con trazos de soul y r&b que, quizás, hubiesen requerido un mayor apoyo instrumental y volumen para mostrar las posibilidades de la joven cantante. Encima era cargante la habitual falta de respeto de algunos que prefieren decir estupideces haciendo bromas a costa de quien está en el escenario, como si eso valiese más que la intención de ofrecer una canción.
Al acabar su turno, los altavoces dejaron sonar jazz para dar y tomar. Era la antesala que abrió las luces a dos vientos, un teclista, un batería, un bajista, una corista y un guitarrista y cantante que, salió para dar fuego. Ese era Nick Watherhouse.
«High Tiding» abrió el horno donde se cocería una sesión de rock´n´roll, soul, sixties y algo de jazz a pleno ritmo. Era curioso ver la semi seriedad del californiano, que hacía de su guitarra una extensión de su brazo, en contrapunto con la pólvora de sus canciones. Pero eso era quizás parte de su juego, un juego en el que por momentos no se le veía contento por pequeños problemas de monitores que le inquietaban.

Pero Waterhouse no tardaría en volver al cauce de lo que una noche así requería. Porque había que buscar que la sensualidad tuviese volumen y cuerpo. «Time´s All Gone», «This Is A Game» o «Say I Wanna Know», cogieron cinturas y movieron cabezas en la sala. Entonces daba la impresión que todo el mundo se sentía sexy: Ahí fue cuando él comenzó a esbozar una sonrisa entre dientes que le hacía moverse y a la vez mirar a la cara de la gente mientras hacía punteos
Además de presentar su nuevo disco, «Holly», el jefe y su banda dio un vistazo más amplio a su repertorio y, de paso, mencionó a sus amigos Allah-Las y  Ty Segall, haciendo un «It Nº3» compuesto por otro este último.
De ese modo la noche hizo buena combustión, de fuego en fuego, para llevarse bulliciosos aplausos con gemas como «I Can Give You Everything» o con una engrasada versión de «Pushin´ Too Hard» de The Seeds.
Tras el concierto, y ya completamente sonriente, el as de la velada se hizo fotos con todo el mundo, firmando discos, abrazando damiselas y poniendo en evidencia que lo que arde en el escenario deja las brasas al rojo vivo cuando se disfruta sobre él.
 

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