Ozzy Osbourne – Ordinary man (Sony Music)

Se veía venir que Ordinary man iba a ser un disco, como poco, interesante. Los singles de adelanto así lo indicaban y con él ya en las tiendas podemos decir que es el mejor disco de Ozzy Osbourne en mucho tiempo. Para dejar las cosas claras, no está al sobresaliente nivel de sus grandísimos discos (esto es “Blizzard of Oz”, “Diary of a madman”, “Bark at the moon”, “No more tears” y “Ozzmosis”) pero les sigue justito después. No es exageración. Contar con un equipo nuevo formado por gente del calibre de Duff McKagan (Guns n’ Roses) y Chad Smith (Red Hot Chili Peppers) ha sido importante para aportar frescura, pero quien ha sido determinante a la hora de renovar a Ozzy sin que deje de sonar a él ha sido el guitarrista y productor Andrew Watt, un tipo que entiende el rock and roll -se ha codeado con rockeros como Glenn Hughes– pero habituado a colaborar con estrellas del pop actual como Justin Bieber, Post Malone o Camila Cabello, todos ellos alejadísimos de los gustos de la mayoría de los seguidores de Ozzy Osbourne. Hay más, en muchas de las canciones, además de la firma de McKagan, Smith y Watt aparece la de Ali Tamposi, escritora de canciones de pop que al igual que Watt ha trabajado con primeras espadas del mainstream. Pero Ordinary man es excitante gracias al choque entre el rock and roll y el pop mainstream con Watt al timón. El resultado es estupendo, porque en ningún momento deja de sonar a rock pero hay ganchos que no se habrían conseguido de otra manera.

De las diez canciones no sobra ninguna, siendo quizá la menos interesante “Holy for tonight” -que están bien-, en parte porque la otra balada del disco es “Ordinary man”, que gana en comparación e incluye una colaboración con su amigo Elton John (que lo hace muy bien pero no pinta nada ahí en medio). El balance y el ritmo está muy conseguido, hay temas rápidos y medios tiempos bastante animados, de hecho podrían citarse todos y cada uno de ellos como momentos álgidos. “Straight to hell”, “Sacary little men” y “It’s a raid” no dan respiro, “All my life”, “Under the graveyard” y la pop “Today is the end” poseen drama, “Eat me” y “Goodbye” son metal pesado del mejor nivel, con la última actualizando el legado de Black Sabbath -se pueden encontrar guiños a “Iron man”, “Electric funeral” y “War pigs” pero es netamente original-.

La banda suena súper revolucionada y Ozzy comodísimo haciéndolo muy bien. Si este es el último disco que graba, se habrá despedido a lo grande, aunque ya ha anunciado que quiere grabar uno nuevo tal que ya porque se siente inspirado. No han corrido buenos tiempos para Ozzy, ha tenido muchos problemas de salud que han conllevado la cancelación de su tour de despedida, pero ha conseguido facturar un Ordinary man brutal y recordemos que ya no tiene que demostrar nada a nadie, lo que hay que hacer es darle las gracias por años de disfrute.

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