Primal Scream y los 20 años de XTRMTR: el futuro visto desde el pasado

Primal Scream son dueños de una impecable trayectoria que durante más de tres décadas les ha convertido en una de las bandas más interesantes de su generación. Si hay algo que caracteriza a su música es el eclecticismo del que siempre han hecho gala, siendo capaces de deslumbrarnos a base de pop psicodélico, electrónica y hasta el rock’n’roll degenerado, sin dejar a un lado la oscuridad industrial.

Han grabado junto a George Clinton y Kate Moss, invitaron a tocar con ellos a Mani de The Stone Roses y Kevin Shields de My Bloody Valentine, sobrevivieron al olvido de los narcóticos, el trauma personal y la muerte del querido guitarrista Robert “Throb” Young, y fueron capaces de capturar el estado de ánimo de la nación en varios de sus discos.

Si un mérito tienen Primal Scream, es tener más de una obra maestra en su carrera, algo de lo que no todos pueden presumir. Ellos fueron una de las perlas del sello Creation (The Jesus And Mary Chain, My Bloody Valentine, Ride, Oasis..) que nacieron cuando Bobby Gillespie dejó a los hermanos Reid y se unió a su colega Robert Young para montar un grupo por consejo de Alan McGee.

Debutaron a mediados de los 80 como banda de pop psicodélico, pero en 1991 sacudieron el mundo al publicar  Screamadelica (1991), una de las obras más importantes e influyentes de la década de los 90, a la altura de discos como el Nevermind (1991) de Nirvana, Loveless (1991) de My Bloody Valentine o Blue Lines (1991) de Massive Attack. -Vaya año ese 1991, ¿eh?- Screamadelica era capaz de combinar la música de baile con el rock de guitarras y revolucionar la escena pero a su vez, remover por dentro a un buen puñado de artistas que quisieron subirse al carro y seguir sus pasos.

 

¿Habían tocado techo? No. Un 28 de enero de 2000 se lanzaba XTRMNTR, una nueva vuelta de tuerca al sonido de los de Glasgow, que volvía a colocarles en la picota recién inaugurado el siglo XXI. Primal Scream volvían a mostrarse plenamente influyentes, visionarios y transgresores, con una obra que anticipaba el futuro que hoy vivimos. Un LP que llegó tras su acercamiento al blues rock en el stoniano Give Out But Don’t Give Up (1994) jarro de agua fría para sus fans y álbum mal entendido en su momento, que volvía a dar muestra de lo camaleónico de su propuesta. Quienes esperaban otra rave se quedaron de piedra con unas canciones que ya hubieran querido para sí la dupla Jagger/Richards. Himnos incontestables como «Rocks«, “Jailbird”, “Call On Me” o “Funky Jam” les metían en territorios a los que se habían acercado de soslayo en su segundo y homónimo disco.

 

Vanishing Point (1997) hizo de puente entre ambos, anticipándonos lo que estaba por llegar e incorporando a un importante bajista a la formación, un Gary «Mani» Mounfield que se les unía tras la separación de The Stone Roses para sumar fuerzas en otro de los periodos más inspirados de la banda, que estuvo a punto de no suceder, ya que pensaron en separarse tras el fracaso de su anterior trabajo. Posiblemente XTRMNTR (2000) no sería lo que fue sin Vanishing Point (1997), ese nuevo cambio de piel hacia el dub, el ambient, la música de baile siguiendo la estela de Scremadelica y el rock, que les vino muy bien para despejar la mente y mirar hacia delante. Piezas demoledoras como «Kowalski» y el EP que surgió de «If They Move, Kill ‘Em» con el que empezaron a trabajar con Kevin Shields, hicieron el resto.

 

Su sexto disco XTRMNTR fue más allá y se convirtió en su trabajo más catártico y político. Como afirmaban en la época reflejaba «Lo que es estar en Gran Bretaña en este día y edad». Su primer sencillo «Swastika Eyes» criticaba el terrorismo internacional estadounidense antes de las consecuencias que tuvo el 11S y todo lo que llevamos viviendo desde entonces. Primal Scream se anticipaban al futuro no solo en con esa visión apocalíptica del mundo, sino al hablarnos de estados de vigilancia, policía militarizada, epidemias. La propaganda se propaga como la pólvora. Guerra sin fin. El exterminio de la clase baja.

 

Han pasado 20 años de su publicación y esa paranoia está más vigente que nunca, ellos vieron el futuro en sus canciones con una inquietante precisión. Jamás en la historia han sonado como en este álbum, peligrosos, agresivos, desquiciados, como una máquina de precisión. El buen momento del grupo, la incorporación de Kevin Shields a las mezclas y como guitarra de sus directos, dotaron a sus canciones de un empaque inédito hasta la fecha. En el disco se abrían a un buen número de fórmulas y de todas salían victoriosos. Tanto los sintetizadores y las bases, como sus incursiones en el garage, el jazz espacial o el techno, tenía un denominador común: el alma de todas las canciones era el rock.

 

XTRMNTR es una banda sonora posapocalíptica y la canción que le daba título es quizá la mejor muestra del conjunto. La propaganda tóxica de los medios que se adelantaba a las fake news y la postverdad que tanto cala hoy en día. «Interzona septicémica, distorsión psíquica. Enfermedad satelital, basura de TV», una desquiciada pieza que fue incluso remezclada por Massive Attack.

 

En su último lanzamiento con Creation, Primal Scream también suman a su nómina de invitados al líder de New Order Bernard Sumner, a Dan the Automator, a Jagz Kooner, a The Chemical Brothers, al cofundador de DFA Tim Goldsworthy o a Adrian Sherwood. Juntos conforman quizá su trabajo que mejor ha envejecido, una pieza maestra en la que se unen canciones remezcladas (“Swastika Eyes [Chemical Brothers Mix]» / «MBV Arkestra (If They Move Kill Em)”) con los cortes del disco sin que parezca una anomalía, en el que nos hablan sobre drogas («Pills»), sacan músculo («Shoot Speed / Kill Light») o nos invitan a un remanso de paz en la esperanzadora «Keep Your Dreams». Dos años más tarde intentaron repetir jugada en Evil Heat (2002) y aunque consiguieron brillar, quedaron lejos del incontestable XTRMNTR.

 

 

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