Sebastién Tellier – My God is Blue (Record Makers)

Sebastién Tellier era uno de esos artistas que uno se iba encontrando aquí (banda sonora de Lost in Traslation) y allá (Eurovisión) pero siempre con prisas. Un hola y adiós apático y sin voluntad (me temo que por ninguna de las dos partes) de ir más allá. Hasta que un día, de repente, lees algo, escuchas con más atención sus canciones, y empiezas a interesarte por lo que esconde su imagen desastrada, abúlica y hedonista. Descubres entonces un artista que lleva una década arremetiendo con acidez e ironía contra los pilares del pensamiento occidental: la política, la filosofía, el sexo… En My God is Blue, como su título da a entender, su sarcástica mirada se vuelve hacia la religión. En concreto hacia su faceta pública, social y socializante, satirizando sin miramientos ese mesianismo personalista que nos ha llevado desde los Grandes Profetas de la Antigüedad hasta los echadores de cartas de la madrugada televisiva.

Tellier instaura un culto nuevo (incluso con su web: alliancebleue.com), una especie de secta hedonista y más guarrilla que espiritual (sólo hay que escuchar la horterada disco de “Cochon ville”, o mejor, ver el vídeo), de la que se erige en líder y Mesías. “Pépito blue” es el tema que abre el álbum y sirve de presentación al dios azul, aunque su supuesta trascendencia (cantos gregorianos, melodías clásicas de piano) se echa a perder cuando Tellier empieza a recitar los cimientos de su religión como si fuera Gainsbourg tratando de ligar con sus fieles. El contraste lo hace estallar todo por los aires, te acuerdas del culto al Spaghetti Volador, todo se revela como una enorme broma (sonando como Vangelis, y luciendo como Demis Roussos, no sería de extrañar que todo fuera una gran chanza a cuento de aquellos discos espirituales que lanzaron juntos entre 1969 y 1972 como Aphrodite´s Child) y entonces surge la verdadera genialidad del disco: el contraste entre la mordacidad y el sarcasmo que todo lo empapa, y la brillantez de las canciones.

Efectivamente: todo es un gran timo, pero Tellier es tan condenadamente bueno que crea varias canciones memorables que trascienden su propósito y resultan atractivas desde un punto de vista estrictamente musical. Es algo bastante común en la tradición musical francesa, desde la chanson más crítica y reivindicativa hasta el pop de Gainsbourg o Polnareff, aunque el ejemplo más claro de canción irónica que transciende a sí misma y se convierte en icono pop es “I´m not in love” de 10cc; tema que, junto a los trabajos de Vangelis o Alan Parsons de principios de los 80, parecen constituir el espejo musical en el que se ha mirado Tellier para componer los suyos. En ese estilo destacan la propia “Pépito blue”, “The colour of your mind”, “My Poseidon” o “My God is blue”. Algún desvarío new-age (“Magical hurricane”), toques épico-ochenteros (“Russian attractions”) e inevitables recuerdos a Jean Michel Jarre (Against the law) completan un imposible puzzle rematado con la apocalíptica “Yes, it´s possible”, dividida en tres partes que parecen reflejar la muerte del Mesías (los órganos de iglesia del primer minuto), su resurrección (aparentemente convertido en un guitar-hero) y su subida a los cielos llevando a sus más fieles con él (el último minuto del tema, un tobogán hacia el silencio). Un perfecto cierre para el que posiblemente sea el disco más divertido y estimulante del año.

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