The Cure – Palacio de los Deportes (Madrid)

Ocho años llevaban The Cure sin hacer gira por nuestro país, exceptuando su presencia en FIB Heineken los años 2002 y 2005 y en el Xacobeo 2004. Ocho años desde la edición de Bloodflowers, disco que en su día nos vendieron como despedida de la banda de Crawley, pero que lejos de la realidad, nos la devolvió reforzada tras un Dream Tour memorable. Desde entonces algunas cosas han cambiado, hemos asistido a la edición del homónimo The Cure (2004), vivido la reedición de parte de su catálogo, visto la salida del teclista Roger Odonell y el guitarra Perry Bamonte, y el retorno del histórico miembro Porl Thompson o nos hemos intentado acostumbrar a su directo sin teclados.

Pero datos aparte, hay que valorar lo incontestable de la pasión que continúan levantando entre sus todo tipo de seguidores. Da igual que hayan pasado cuatro años desde la edición de su último disco; The Cure están por encima de ello y así lo reflejaron las 15.000 entradas agotadas desde hace meses para su cita en la capital. Muchos se preguntarán cómo es posible. La respuesta es muy sencilla, los de Robert Smith tienen, a pesar de llevar 30 años sobre los escenarios, uno de los directos más contundentes y emocionantes de los que se pueden vivir hoy en día. Un derroche de magia, deja en evidencia a cualquier banda novel de hoy en día, por no hablar de un alto porcentaje de sus contemporáneos. Y así lo demostraron durante tres horas largas de actuación, donde algunos de sus grandes temas se entremezclaron con singles clásicos e imperecederos, momentos oscuros y alguna que otra sorpresa.

Abrieron la noche haciendo un guiño a Disintegration (1989), para muchos su mejor trabajo (“Plainsong”, “Prayers For Rain”) y poco a poco fueron entregándonos canciones entre lo melancólico (“Strange Day”, “To Wish Impossible Things”, “Pictures of You”), el pop pluscuamperfecto (“Friday I’m In Love”, “Hot, hot, hot”, “In between Days”, “Just Like Heaven”,…) o el gesto hacia sus más leales seguidores (“The Blood”, “Push”, “Primary”, “From the Edge of the Deep Green Sea”). Aprovecharon para presentar dos nuevos temas, la pegadiza con reminiscencias a Wish (1992) “Please Proyect” y la introspectiva “A Boy I Never Knew”, más en la línea de su etapa de 1996 a esta parte. Las oscuras “One Hundred Years” y “Disintegration” cerraron la primera parte del concierto.

En el primer bis nos trasladaron a 1980 y su álbum Seventeen Seconds, sumergiéndonos en lo profundo de la noche con la fría “At Night”, la agridulce “M”, la bailable “Play For Today” y cómo no, la mítica “A Forest” con la que volvieron a abandonar el escenario. Su segunda salida fue quizá el momento más memorable de la actuación. Una sucesión de canciones de su etapa 1978-79, que dejaron boquiabierto al personal (“Three Imaginary Boys”, “Fire in Cairo”, “Boys Don’t Cry”, “Jumping Someone Else’s Train”, “Grinding Halt”, “10:15 Saturday Night”, “Killing an Arab”), afterpunk de alto voltaje interpretado enérgicamente por una de las bandas bajo las cuales se creó esa denominación a finales de los 70.

Finalmente, “Why Can’t I Be You?” cerró un concierto excelente, dejando claro la buena forma en la que se encuentra la banda británica y confirmando que su leyenda, lejos de estancarse continúa creciendo día a día.

Deja una respuesta

WP-Backgrounds Lite by InoPlugs Web Design and Juwelier Schönmann 1010 Wien