The Horrors – La Riviera (Madrid)

Las malas decisiones se pagan y las indecisiones aún más. Desgraciadamente casi nunca pagan los pecadores, sino los justos. Y en esta ocasión el público de Madrid hizo pagar de lo lindo a los británicos The Horrors. Después de haber cancelado el concierto que estaba programado para el pasado mes de diciembre bajo la excusa de la grabación de un nuevo disco del que no se ha vuelto a tener noticia alguna, a pesar de que esta era la razón oficial que se dio para suspender toda la gira europea, de repente y sin previo aviso ni prolegómeno alguno, con tan sólo cuatro o cinco semanas de antelación nos enteramos de que los de Londres vuelven a tener intención de visitarnos, la fecha elegida fue el pasado viernes 19 de junio. Pero claro, tanto ir y venir de fechas, anuncios incumplidos y un concierto programado cuasi por sorpresa con apenas tiempo para publicitarlo, pasó factura en términos de afluencia de público. Pocos conciertos recuerdo con tan poco papel vendido en la sala La Riviera. Circunstancia que adquiría tintes dramáticos cuando a la finalización del concierto, momento en que se había programado una sesión de DJs protagonizada por los mismos componentes del grupo, veíamos horrorizados que apenas una treintena de personas se había enterado de que la fiesta continuaba. Descorazonador, una pena, casi una humillación para el batería del grupo que fue el que hizo las labores a los platos.

Y recalco la pena porque el concierto fue estupendo. Rítmicamente funcionó como un tiro y el setlist rondaba la perfección, aunque algo rácano, también es cierto. Y es que ya apenas caben las sorpresas de un grupo que aparentemente casi por generación espontánea ha adquirido las habilidades necesarias para defender su estupendo cancionero en vivo. Lejos quedan aquellos años en que lo único que interesaba era la cantidad de rímel y lo estupendo que lucían los peinados de los jóvenes integrantes, aquellos tiempos en que ir a un concierto de The Horrors era como jugársela a la ruleta rusa.

Tras la publicación de su fantástico Skying (2011) el grupo creció cualitativamente de manera exponencial. No sólo aquella publicación era notablemente superior al resto de su discografía, sino que su recién estrenada solvencia sobre las tablas pasó a ser la comidilla de los medios especializados. Algo así como el cuento del patito feo sólo que al revés, el engreído y superfluo cisne mutó en un encantador patito negro.

Y en esta noche del viernes madrileño lo demostraron una vez más. Actuaron con una profesionalidad y solvencia apabullantes, que desafortunadamente no terminó de impregnar el ambiente con la rotundidad merecida, en parte por culpa de un sonido algo falto de potencia. No es buena cosa que en un concierto donde debiera primar el ambiente creado por la turba musical se pueda mantener una conversación cómodamente por encima del sonido sin necesidad de forzar la voz. Sin embargo, el grupo actuó y se entregó al escaso público con la misma intensidad y dedicación, como lo hubieran hecho ante un estadio de fútbol abarrotado hasta la bandera, y eso es de agradecer.

Un concierto muy disfrutable que en lo esencial apenas falló, y que sólo quedó tocado por las circunstancias que lo rodearon. Abrieron la noche con «Mirrors Image» y fueron desgranando todos los grandes temas de la banda durante un, tal vez demasiado breve, primer set que cerraron con «I See You» para el disfrute y algarabía del personal que de repente sufrió un tremendo cohitus interruptus cuando al noveno tema la banda amenazó con dar por terminada la velada. Tras los gritos y pitidos que clamaban por una continuación del espectáculo, The Horrors brindaron «Three Decades» y una versión extendida de «Moving Further Away» ya en los bises, esta última algo renqueante entre tanto minuto añadido con la intención de alargarla como colofón final, pero que no evitó dejarnos con la sensación de que para finalizar la noche faltaba un tema que inyectara un poco más de nervio y aplomo para bajar definitivamente el telón con una tremenda ovación. Y eso se notó en la insistencia del público que no paraba de solicitar un segundo bis que nunca llegó.

Entre medias poco margen para contar anécdotas, más allá del perfecto acento hablando español que se gasta Faris Badwan, el cantante, que en repetidas ocasiones agradeció al público su asistencia. También en plan chascarrillo interesa contar sobre el par de sujetadores que les tiraron al escenario, uno de los cuales terminó colgado durante todo el concierto en el soporte del micrófono de Rhyss (Spider) Webb, bajista de la formación. El juego de luces y una sobria pero efectiva puesta en escena ayudaron a que temas tan inspiradores como «Who Can Say» o «In And Out Of Sight» consiguieran que por momentos la oscuridad que se desprende de sus discos nos envolviera a todos, momentos que se aprovecharon al máximo por el público para ensalzar el disfrute colectivo. Y es que el lienzo indiscutiblemente era bueno, lo que nos falló fue el marco para colgarlo en la pared.
 

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