The Sunday Drivers – Teatro Circo Price (Madrid)

Es curioso, pero a veces la vida, el tiempo,  el destino, o como lo quieras llamar, nos juega pasadas curiosas, a menudo inexplicables, y casi siempre sorprendentes, que te dejan con cara de panoli, y con la cabeza echa un lío. Sucesos que te chocan, y que en esta ocasión pasa por haber presenciado, y poder contar, casi sin quererlo, y de manera casual, el último concierto de los Sunday Drivers, en Madrid.

Y es que lo normal era que ni hubiera ido el sábado pasado al concierto de los Sunday Drivers (pues desde hacía tiempo tenía pensado entrevistar e ir al concierto de Klaus & Kinski en la sala Galileo), ni que hubiera tardado más de un día en escribir la crónica de dicho concierto. Pero la realidad fue que al final fui al concierto de los Sunday, porque hace diez días mi novia me comentó que le apetecería ir, pues nunca les había visto en directo, y que la crónica no la había casi acabado hasta hace cosa de un cuarto de hora, cuando de nuevo por casualidad, me he metido en Muzikalia, y he podido leer entre las noticias destacadas The Sunday Drivers se separan, frase que me ha impactado, me ha puesto la piel de gallina tras leer el comunicado de Jero, y me ha hecho comenzar a reescribir la crónica del que fue, el último concierto de la banda toledana en Madrid, y el antepenúltimo después de más de diez años de carrera.

Y no sé si a posta o no, (supongo que no, pues el concierto estuvo enmarcado dentro de una de las finales de los Levi´s Unfamous Music Awards), pero el caso es que el último concierto de los domingueros, fue en uno de los sitios más míticos y mágicos  de Madrid, el Circo Price, y en una tarde hecha a medida para sus más fieles seguidores, una tarde  fría y lluviosa, donde media España (por no decir tres cuartos), coqueteaba con el infarto pegados a radios y televisores, mientras sus distintos equipos peleaban o por el título o por no perder la categoría.

El caso que en ese curioso marco espacio-temporal, y tras que Chin Yi y Pájaro Jack, tratasen de caldear el frío ambiente que reinaba en la pista, por medio de su potente rock, y su agradable pop respectivamente, salían al escenario entre cálidos aplausos los actuales cinco componentes de la banda, más el polifacético Martí Pernarnau, que les ayudó en todo momento con teclados, percusión y todo lo que se le pusiese por delante… Así que cercanas las diez de la noche comenzaban con un sonido excepcional, y la tranquilidad de estar cerrando una gira, con una serie de los mejores temas de su último disco The End of Maiden Trip (Mushroom Pillow), que tan buenas crónicas está recibiendo, y comenzando como no podía ser de otra manera con su desnudo y risueño “(Hola) to see the animals”. Así que como si de un calentamiento se tratase, con un sonido inmejorable, y la intensidad justa, continua y creciente, fueron desojando gran parte de la margarita con “passing you by”, “eveyithing reminds me of”, “smile”, “my plan”, o  “so what”, canciones que gozaron con una excepcional puesta en escena, fruto de un directo muy trabajado y rodado, y que consiguieron atraer al público desde el principio, tanto para los grandes conocedores de su último disco, como a los también abundantes seguidores del principio de su carrera y últimamente un poco alejados de la banda toledana.

Pero llegaba el momento de empezar a dar caña, pasaba el ecuador del concierto, y llegaba la hora de empezar a entusiasmar a la gente, de hacerle que canutase, que brincase, que corease las numerosas canciones que la banda posee, y que sin duda están hechas para brillas más que nunca en directo. Y con esa luz propia, y ese brillo en los ojos de cada uno de los componentes, empezaron a sonar por el escenario  las bailadísimas “Paranoid”, “do it”, la especialmente potente “specially  (today)” de su último disco, o las desgarradoras  “love, our love” y “better if” que encogieron el corazón a todos los allí presentes. Media hora larga que hizo la delicia de todos los asistentes que seguían disfrutando del concierto sin ningún tipo de aglomeración, como si se tratase de un concierto familiar pese a la multitud de asistentes, y que sinceramente, difícilmente podría estar sonando mejor, cuando tocó su final en su primera parte con “often”, “she”, y la tan grata sensación de ver cómo han crecido,  tanto como banda (muchísimo más maduros, agradables y cercanos que la postura chulesca que interpretaban en sus primeros conciertos tras su exitoso Little hart attacks (mushrrom pillow), como en sus canciones y en su directo, y lo mucho que ha tenido que ver Lyndon Parish en todo esto.

Sin apenas descanso, volvieron a aparecer sobre el escenario con el público ya totalmente volcado, y con la clara idea de rematar la jugada a base de más caña, que termino por enloquecer al público, cuando tras casi media hora de bises, se despidieron con un más beatleniano que nunca “little heart attacks”, que tras siete u ocho minutos de canción, y pese a que la banda en principio se hubiese despedido definitivamente, la gente continuó coreando sin parar , hasta que a Jero y los suyos, no les quedó más remedio que reaparecer para despedirse con un emocionante, y emotivo “raimbow of colors”, que no sé porqué, sí que sonó a despedida…

Se encendían las luces, y la magia se desvanecía en la pista central, pero las caras de la gente a la salida del concierto no podían ser de mayor satisfacción.  Siempre opiné que más allá de gustos, “the Sunday Drivers” era y es (al menos hasta que acaben los dos conciertos que le restan en Barcelona y Benicassim), una de las bandas más solventes, y profesionales con las que contábamos en nuestro país, una de esas bandas como Cooper en el panorama nacional o Franz Ferdinand en el internacional, con las que sabes que nunca defraudarán en directo, pues es su máxima felicidad, y componen, ensayan y viven para ello.

¡GRACIAS POR TODO THE SUNDAY DRIVERS!

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