What is this thing called SONG? Mes 7

Mes 7
Somos Nación

Esta canción la empecé hace unos 2 o 3 años y no llegué a acabarla para incluirla en el triple EP (https://otroelserhumano.bandcamp.com/album/el-ser-humano-ep1-2018). Lo que me ha seguido enganchando de ella es el juego de dos notas sobre el que voy planeando la melodía vocal.

Recuerdo que el título que le hice en su día, últimos coletazos de mi fase creativa irracional, fue «En memoria de su fundadora». Aunque la letra tenía la misma intención que ahora, no era tan madura ni tenía este carácter tan, digamos, mesiánico. Está en la línea de estas últimas canciones, la revelación de que mi vida es otra, de que es ésta. Escribí un alegato sobre mi vida actual con la Morena y los niños. Vivo aquí y así, todo lo demás simplemente coexiste. Por ello «escribiré un himno, me inventaré un dios y lo pondré a tus pies» para gobernar nuestro propio mundo, el que nos es suficiente y para el que no hace falta nada ni nadie más.

En resumen, lo quiera o no, es una de las canciones que más me sitúan en el aquí y ahora. La he moldeado lentamente, sin ninguna prisa, me tomé mi tiempo en escribirla y ha sobrevivido a todo un proceso de cambio desde 2017, creo que reúne todos los ingredientes de mi transformación y, a la vez, es una canción muy de cómo he elegido ser y soy ahora. Solo por esto ya ha valido la pena.

El trabajo de composición, con la tranquilidad comentada arriba, fue lento pero seguro, sin un paso atrás. Para «Somos nación» la complicación apareció en la grabación y producción. Como casi siempre, empecé con las guitarras, continué con la voz. Tenía en mente aderezarla con un cello y un violín que acompañaran casi toda la canción. Durante los primeros meses de grabación la idea era usar solo estos elementos, por ello grabé 4 tomas de acústicas y las paneé (puse dos en el oído izquierdo y dos en el derecho), buscando darle profundidad a la rítmica y a la vez un ligero toque envolvente. Las tomas eran buenas, la voz me gustaba. Parecía que estaba encauzada.

Era hora de grabar las cuerdas. La melodía a grabar la llevaba tarareando años, la tenía clarísima y parecía cosida a la canción. Pregunté a Vanesa y Ana para grabar los cellos y a Anna para el violín. Todas ellas accedieron muy amablemente, repitieron sus tomas hasta que estuvieron totalmente cómodas y las dimos por válidas. Todo salió muy bien pese a que mis partituras eran un caos, con hasta seis sostenidos en la armadura y una escritura no precisamente exquisita por mi parte, errores del autodidacta. Tras agradecerles el esfuerzo y el talento me fui a casa con unas tomas relucientes que mezclar. Estas habían sido mis primeras grabaciones de violoncellos y violines, la experiencia siempre da sus primeros pasos de forma audaz y atrevida.

Me costó casi dos semanas de mi tiempo (como he contado en anteriores entregas, no dispongo de todo el día para trabajar en las canciones, mis labores profesionales y de padre ocupan la mayor parte de mi tiempo) dejar la canción lista, o al menos eso creía. Tras un breve barbecho la volví a reescuchar y la canción me suplicaba más ritmo, algún elemento para jugar e ir creciendo, tal y como se levanta una nación.

Decidí meter una batería pisando el pulso de mi mano derecha al tocar la guitarra, es decir, rápida y muy constante, lo que se dice «a piñón». Me puse a pintarla en midi hasta que Fede Trillo me pasó una batería exacta a la que yo estaba trabajando. De verdad que no abundan personajes como él: abierto, altruista, experto y talentoso. Por desgracia, es mucho más común que me miren por encima del hombro, independientemente de creatividad o méritos. Así que mejor quedarse con gente así y mirar hacia este lado. Volviendo a la batería, la canción ganaba muchísimo dinamismo y potencia, pero debía grabar de nuevo las guitarras, puesto que debían ir milimétricamente con la batería. Así lo hice.

Esto estaba cambiando. Ahora faltaría un bajo, un bajo machacón, casi mecánico, puesto que ya juego bastante subiendo y bajando con la voz y las cuerdas. Grabé el bajo en una toma y así consumé el camino hacia una canción casi festivalera. Reconozco que no acabo de sentirme cómodo en esta estética, pero estoy satisfecho. Me pareció haber descubierto miles de secretos de golpe y entendí por un momento la sensación de determinada demagogia musical. Qué fácil parece hacer algo para mover el esqueleto. Ecualizar y comprimir batería y bajo para convertirlos en el pilar de la canción me supuso horas de sufrimiento/placer y de exprimir las lecciones de Fede.

Así que, de golpe, pasé de pantalla, mi canción se había transformado y no acababa de reconocerla. Un nuevo escenario (válgame también el sarcasmo festivalero) y un carácter donde las cuerdas no encajaban porque parecían un lastre dinámico ante tanta acción tratando de sacar cabeza.

Y aquí se me apareció David Rodríguez, con su barba y sus gafas de cerca colgadas del cuello.

¿Cómo lo enfocaría él?

Esta inocente pregunta me liberó bastante, no me hizo falta revisar sus discos para hallar la respuesta (me los sé de memoria) lo que hice fue sacudirme prejuicios y ponerme a buscar. Siendo sincero, me encantan estas situaciones de cambio. Recuerdo con un extraño cariño cuando de niño me despertaba totalmente desorientado en medio de la noche, con la cabeza a los pies de la cama y el interruptor de la luz había desaparecido, había una pared donde no debía y el mundo parecía patas arriba. También me chiflan las mudanzas. Así que eché mano de una de mis máximas vitales: disfrutar del cambio, ¿Y si pruebo unos sintetizadores en vez de cuerdas?

Escribí a Anna y Vanesa para explicarles lo que me había pasado y pedirles disculpas por no aprovechar sus arcos, a Anita Terol se lo iba a decir en persona. La canción estaba prácticamente finalizada y me funcionaba.

La satisfacción que siento al finalizar una canción es uno de mis mayores estímulos vitales. Hacer canciones así me exige mucho más que con la fórmula común de grabación de un disco entero trabajado de golpe, además, como sabes, grabar todas las canciones yo solo ya es, en sí, un grandísimo reto. Echo de menos la perspectiva que aporta trabajar con socios, compañeros de grupo, productores, etc… Cuando uno solo se mete en algo así, es como estar sumergido a grandes profundidades, donde todo es muy oscuro y no puedes ubicarte bien, nadie te va a avisar de que cerca hay peligro, nadie te ayudará si te pierdes. Y cuando sales a la superficie y escuchas la canción acabada, con cierta distancia, ves los errores ya consumados y te sorprendes de haber llegado aquí. Y me hace valorar aún más a Dani Odisseu y a Dani Cardona, los dos máximos impulsores de El Ser Humano. Pero, como decía arriba, me gustan tanto los cambios que a veces hasta los provoco.

(Foto de Stella Blasco Berlanga)

Para acabar, este mes se ha acabado de definir la edición física en CD de este proyecto para final de año. Ya hemos hablado de una edición limitada y he visto trabajos de la diseñadora de la portada, es un auténtico lujo.

Como siempre, en el siguiente enlace puedes escuchar todas las canciones que El Ser Humano nos ha ido mostrando hasta la fecha en esta sección.

https://otroelserhumano.bandcamp.com/album/2019

3 comentarios en «What is this thing called SONG? Mes 7»

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