Disco Las Palmeras + Lüger – Space Cadet (Madrid)

Giradiscos y el club El Perro de la Parte de Atrás del Coche (atento al nombre) decidieron hace poco más de dos meses ponerle un poco más de salsa al jueves noche madrileño inaugurando un nuevo lugar de encuentro para la música en directo, Space Cadet y para allá que fuimos a catar lo que se podía denominar la noche del ruido: los madrileños Lüger y mis compatriotas, los gallegos Disco las Palmeras!

Aunque el comienzo de la noche se presentaba desalentador, con sólo 10 personas a la hora de inicio de los festejos, súbitamente se llenó el pequeño recinto con el suave (aunque engañador) despegue sónico de Lüger. De uno en uno fueron entrando en escena los cinco miembros de este combo psicodélico que factura uno de los discos más insólitos /desconcertantes/peligros/experimentales de este año en la escena independiente española, su Concrete Light (2011), que está perfectamente sintonizado con su homónimo primero Lüger (2010). A través de diez minutos y con una especie de calma acelerada nos van envolviendo con su ya sonido único en una eterna intro de tintes hipnóticos. Han enseñado sus primeras cartas pero lo mejor esta por caer.
Bases crudas y primitivas logradas gracias a un bajo de efecto narcótico perfectamente alineado con una doble batería (una de ellas electrónica) que nos enseñan el camino más directo y rockero de los madrileños, donde el kraut rock adelanta posiciones y los pesados riffs de la guitarra de Edu García (me recordó al mejor Josh Homme en «Kyuss») acaban por mostrarnos el verdadero potencial de una banda que gana en directo. Se notan las tablas. Parece como si pudieran inventarse un disco en cada actuación en directo, y es mi primera vez con ellos. Pero cuando mejor feeling estaban teniendo encima del escenario, el arbitro de la contiende les dice que ya han tocado 30 minutos de rigor. Una pena. Un coitus interuptus total. Les va a toca acabar la faena a los de Lugo.

Mal arranca el inicio de actuación del trío gallego debido a los problemas técnicos en la voz de su catante Diego Castro. Cuando empiezan a desplegar su particular noise emparentando con lo mejor de shoegaze de finales de los 80 pronto se olvida el mal comienzo. Pero cual es mi sorpresa cuando percibo que la voz de su cantante toma más protagonismo del desprendido en su primer y único álbum, Nihil Obstat (2011). Esta situación me descoloca un poco. Estamos hablando de un grupo que desarrolla su sonido centrándose en el dominio de las texturas de las guitarras y no precisamente de la voz. Y encima la por momentos desatinada voz de su cantante impedía empaparte de su buen hacer en el juego de guitarras (a la batería todavía le faltaba un par de puntos de mejora). La calidad de los temas se estaba viendo empañada y los problemas seguían sin arreglarse. Ni con sus grandes temas como “La Casa Cuartel” o “A los Indecisos” lograron encandilarme. Y eso que yo llegué predispuesto a ser besado como una quinceañera amante del ruido. Pero esa no iba a ser mi noche ni la de ellos, aunque me da que estos gallegos, viniendo de la actual tierra del ruidismo (Triángulo de Amor Bizarro, Franc3s o SrSraSr) me darán alguna que otra tarde noche de gloria.

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