Conciertos

Lover! – Nasti (Madrid)

Lo que se vivió en el Nasti el viernes no fue un concierto, fue una fiesta en toda regla. Un ambiente tan desenfrenado, envolvente y lleno de energía, que ya quisieran atraer muchos grandes espectáculos.
Simplemente con una decoración sencilla – un buen racimo de globos colgados por todas partes – y ganas de divertirse se puede hacer mucho. Si encima ya le añades un buen show como el de Mongolian Rabbits para abrir boca, entonces te metes a los primeros asistentes en el bolsillo y desesperas a los que llegan tarde. Y es que estos cuatro tíos, con su pop-punk cafre, consiguieron desmelenar a todo el que se expuso a ellos, dejando vía libre para que Lover! rematase la faena.

Todo el mundo sabe que cuando se acude al Nasti se va a pasarlo bien. Simplemente no es noticia, ya que después de un tiempo se han ganado ese reconocimiento a pulso. Lo que uno no se espera es que, a una hora relativamente temprana para la capital, ese ambiente ya esté cuajado y que encima lo haga a ritmo de Rock ‘n Roll setentero más propio de un local ya entrado en años situado a dos manzanas de allí. Por si alguno todavía tiene dudas, hay que decir que los responsables de semejante gesta son unos norteamericanos que no necesitan el favor de nadie para dirigir cotarros. Incluso si, como he dicho antes, esa ayuda viene de unos tíos como los Mongolian Rabbits, capaces de tirar sus guitarras y saltar hacia el público buscando su reacción. Lo de Lover! es otra historia. Con su Rock ‘n Roll psicodélico pueden hacer saltar chispas allá donde pongan un pie en el escenario. Son un soplo de aire fresco para una escena que se encuentra muy deteriorada desde hace bastante tiempo y que sobrevive, en parte, gracias a agitadores como ellos. Estos chicos no desmerecen a las leyendas de antaño – desde luego -, sino que las glorifican y ensalzan para seguir avivando ese sentimiento generacional y no dejar que muera. “Left behind” y “I’ll be there” lo corroboran cargando riffs harmónicos, voces quebradas, teclados difusos y estribillos asombrosamente pegadizos, aunque quizá sea justo decir que lo realmente pegadizo es su actuación, dejando que corra la adrenalina por toda la sala.

Con poco más de la mitad del concierto por delante y temas como “Man in the woods” y “All in my head”, la fiesta alcanzaría su clímax y daría paso a el descontrol, impidiendo que nada de esto cambiaría de aquí al final. Globos cayendo de todas partes, gente sin para de bailar en la pista y espontáneos saltando al escenario con el beneplácito de todos los miembros de la banda dan a entender una idea: si es verdad que tampoco hace falta mucha parafernalia para pasárselo bien; entonces Lover! y el Nasti tienen la receta adecuada.

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