Los Ilegales ya tienen su disco de diamante

Treinta años de carrera avalan a una de las bandas de rock español más interesantes, vigentes e influyentes de nuestra historia reciente.

Los Ilegales se presentaban en Madrid este mediodía para que su nueva discográfica, Pop Up Música, auspiciada por Roberto Nicieza (responsable de Astro Discos hasta hace poco), les hiciera entrega de manera simbólica un disco de diamante por el millón de copias vendidas de sus nueve discos en su trayectoria.

Una carrera brillante, con discos y canciones que forman parte del ideario de varias generaciones que ha sido recopilada en una caja que estará disponible próximamente y que llevará por título: 126 Canciones Ilegales (y dos reprises). Colección que incluye desde maquetas inéditas de 1979 hasta grabaciones de nuevos temas que aparecen recogidos en 9 CDs y un libro, donde se reune al completo el patrimonio de grabaciones de estudio de los asturianos.

La entrega ha sido presentada por un especial maestro de ceremonias, El Gran Wyoming, que posteriormente ha compartido escenario con la banda de Jorge Martínez, quien al recibir el premio ha sido tajante: «no tengo ni puta idea de qué decir, yo sólo quiero hacer ruido con mi guitarra» y así ha comenzado una breve pero intensa actuación, preludio de la que se celebrará esta noche en la capital, donde a un volumen brutal (Tal y cómo nos comentaba el propio Jorge, «el rock es algo eléctrico, peligroso, un arma del demonio y tiene que sonar así de fuerte»), nos han deleitado con algunos de sus grandes temas.

Han sonado  la mítica «Tiempos nuevos, tiempos salvajes», la no muy habitual en su repertorio «Suena en los clubs un blues secreto», el riff canalla de «Soy un macarra» con Wyoming a las voces y a la guitarra, la reivindicable «Yo soy quien espía los juegos de los niños» y para terminar, la gran dupla que abría su disco Todos Están Muertos: «El Norte está lleno de frío» y «Enamorados de Varsovia».

Como anécdota, cabe reseñar que una vez terminado el concierto, Jorge Ilegal ha obligado a abrir la barra de la Sala El Sol (cerrada a esa hora del mediodía) para que nos pusieran de beber a todos, al grito de «¡copas para todos!».

Rock & Roll!!

 

 

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