Massive Attack – Pavelló Valle Hebron (Barcelona)

Massive Attack es un grupo intemporal. Una mágica conjunción de personas en perpetuo estado de inspiración, al que deberíamos empezar a dar las gracias por existir.

Si sus discos suscitan debates encontrados cuando salen a la luz pública, para luego ser considerados como míticos, sus directos causan unanimidad: son casi siempre impresionantes. Hay incluso algunos afortunados que los han podido disfrutar con una sección de cuerdas incluida y con la luminosa presencia de Shara Nelson.

Pero visualizado el concierto que ofrecieron en Barcelona, no podemos considerar que la fortuna haya sido, en nuestro caso, menor. Y más si tenemos en cuenta que la profunda voz de Daddy G, que parecía fuera de la órbita del grupo, apareció por sorpresa en escena.

El espectáculo, preparado al milímetro, empezó muy potente, aturdiendo a buena parte del personal. Una descarga de mega-vatios, iniciada con “Future Proof” , que no decaería en lo más mínimo durante las dos siguientes horas. La revisión de viejos temas, conocidos por todo el mundo, fue muy generosa. El eternamente joven Horace Andy, que ahora peina a lo rasta, reinterpretó joyas como “Hymn of the big Wheel” y “Angel” , entre otras gloriosas colaboraciones junto a los de Bristol. Liz Frasier, que se ganó al grupo en la época de Mezzanine aportando fragilidad gótica al conjunto, fue sustituida en directo por la asombrosa Dot Allison. Y 3-D, el grafitero de la Wild Bunch y “único” Massive Attack, ejerció de voz cantante principal –menos depresiva que de costumbre-, que no de líder.

En Massive Attack prima la democracia y la máxima descentralización de funciones. No hay líderes sino coautores. Ni siquiera aparece, durante la mayor parte del concierto, miembro alguno del colectivo original. Los argumentos están en el sonido –denso, poderoso, oscuro, espiritual, nuevo. Es, en el fondo, un desfile de instrumentistas anónimos y cantantes (enorme la versión “afro-ópera” de “Unfinished Sympathy” ) impartiendo lecciones de hipnosis.

Los de Bristol prepararon, además, un espectáculo visual de gran nivel: puntos verdes recorriendo el mapa de un planeta sin fronteras, hecho de ciudades, tierra y mar; unos mensajes punzantes –escritos en catalán- en los que se leyeron cosas como “¿Es ahora el mundo más seguro?”; un laberinto neuronal humano; unas cifras más o menos objetivas de consumismo y depredación ambiental; varias alertas en contra del Monopolio… detalles, en fin, que relatan la universalidad humana de un grupo que sigue en estado de gracia, y que lo hará –si quiere- durante mucho tiempo porque no tiene caducos líderes al frente. Han interiorizado, sin duda, le ética laicista de Kraftwerk.

Massive Attack han sabido mezclar la música, un arte que está al alcance de muy pocos. Supieron meter en la batidora un melón hip hop, una sandía reggae-dub, unos plátanos pop, unos mangos soul, unos granos de pimienta gótica, unas manzanas punk, un poco de menta árabe… y resolvieron mágicamente la quimera. 100th Window acabará por ser un gran álbum. Ya lo verán.

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