Ornamento y Delito – El Espíritu Objetivo (Limbo Starr)

Echábamos de menos a Ornamento y Delito, que han regresado casi tres años después de Adorno (2011), con una nueva ración de argumentos que les mantiene entre nuestras predilecciones desde que les descubriéramos hace más de un lustro en Proyecto Demo.

Su tercera referencia para Limbo Starr nos los devuelve con su habitual verborrea ácida pero con una depuración de su sonido que barniza sus canciones de un halo de postpunk ochentero creíble, al estar más cercano a los pioneros (se notan las influencias bien entendidas), que de muchos de los émulos post Interpol.

Parte de este éxito en lo que a su evolución sonora se refiere, se debe a la labor del productor Iñaki Llarena y al retorno de Ricardo González, primer bajista de la formación, como nos comentaban en una entrevista hace unos meses. Juntos han construido su trabajo más redondo hasta la fecha, en el que mantienen su lírica cáustica, más afinada que nunca y la acompañan de programaciones, sintetizadores, teclados y bases rítmicas contundentes.

El Espíritu Objetivo es un crisol de crudeza e ingenio con unas letras que merecen una atenta lectura, al contener mayor profundidad que la del 80% de bandas de nuestro país. Un disco que se abre con «Hidalguía Universal» una pequeña concesión autobiográfica más luminosa, en la que hablan del vasco desarraigado fuera de su tierra. A continuación entregan «Carnaval Armado» joya del álbum, una caustica declaración de intenciones en contra del capital que llama a la fiesta. «Laisser  Faire» es otra de sus gemas, líricamente volviendo escatológico el mito del rey Midas en nuestro contexto social actual, vistiéndolo con unas asfixiantes trazas que remiten al «One Hundred Years» de The Cure. También nos quedamos con el bajo y los teclados de «Pioneros», la historia de autodestrucción que esconde «El Fin de las Ideologías», los yupis trasnochados de «El Hundimiento» o «Los Fantasmas del Windsord». Sin olvidar el aroma a OMD o los primeros Depeche Mode de «Radio», en la que hacen un guiño a mitos de nuestra escena («Jota, Luque y Alfaro»), a pesar de que el verdadero guiño del conjunto se encuentre más cercano a Parálisis Permanente, los Décima Víctima de Carlos Entrena o los primeros Gabinete Caligari.

Uno de los discos más interesantes del año.

 

 

 

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