Paolo Nutini y el exceso tórrido del funk

Habría quien tendría sus reservas sobre si Paolo Nutini era el hombre adecuado para «cerrar» el FIB en su escenario más emblemático. Un veinteañero escocés con tres discos debía poner la guinda al festival en un escenario por el que hoy habían pasado Travis o M.I.A. Era muy sencillo dejarse llevar por los prejuicios abandonándose a la ligereza sin haber siquiera escuchado el último disco del protagonista de la noche.

La arquitectura del escenario ya hacía presagiar que Nutini no se lo iba a poner fácil a nadie. Hasta ocho músicos han acompañado esta noche al escocés en su atrevida misión: reconvertir el mojabraguismo pop de sus hits orginales en exceso, torridez y funk. Para ello, además, Nutini ha contado con la mayoría de las composiciones de su tercer disco, Caustic Love. Coros femeninos cuasi-gospel, saxos, trompetas, teclados,… el cuerpo del gigante levantado por el de Paisley ha contado con una orquestación magnífica que le ayudaba en cada zancada.

Nutini tenía claro que aquello sólo se lo podía llevar a su terreno desde Caustic Love. Por eso quizá haya empezado con «Scream (funk my life up)», la gasolina perfecta para llenar el tanque del gigante y ponerlo a caminar a golpe de funk y soul. Lejos de centrar el concierto en su último disco, y dedicarse a intercalar los éxitos de pop-acústico de sus dos primeros discos sin más, el cantante escocés ha demolido hits pretéritos y los ha levantado a base de energía negra. La cara, «Jenny don’t be hasty» y «Pencil full of lead», un swing reconvertido en hit noventero con coros gospel; la cruz, el enganche de «New shoes» con la primera.

Alternando los momentos de energía concentrada («One day», «Cherry blossom») y las concesiones acústicas («Better man», «Candy»), Nutini ha manejado el concierto a su antojo. Obviando los momentos de exceso descontrolado (ojo con estirar las canciones hasta el infinito simplemente por tener una buena banda respaldándolas) y el karaoke del que no es responsable (ha sido interesante ver al respetable, a hombros, citar a Charlie Chaplin de ‘El gran dictador’ en la monumental «Iron sky»), Nutini ha callado bocas y defendido el papel que se le había otorgado con soltura, dosis de mucho narcisismo, funk y una madurez terrible.

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