Pepworld Festival – Plaza de toros de Las Ventas (Madrid)

El neoliberalismo ha parido otro festival con marchamo marketiniano: Pepeworld Festival. Su principal atractivo a priori era comprobar el estado de los –medio- resucitados Smashing Pumpkins.

Un cambio de horarios inesperado hizo que llegase con los últimos compases de la telaraña distorsionada de Triángulo de Amor Bizarro perdiéndome su show. La contrapartida fue tragarme entera la propuesta almidonada y abúlica de Zeno & The Stoics. Como unos U2 salidos del Preu.

Kasabian salieron con ganas de darse un baño de multitudes mediante numerosas arengas dirigidas a un público que mostró un entusiasmo relativo. Nadando entre la intrascendencia y el tostón, demostraron por qué nunca serán Primal Scream -les faltan muchas dosis de carácter y peligro-. La trompeta que usaron hacia el final de su actuación pedía el cambio de tercio en Las Ventas.

The Killers se han convertido en fenómeno de masas, a la celebración colectiva apabullante me remito. Facturaron un concierto que gozó del mejor y más limpio sonido del festival. Sus himnos con herencia de melodías 80’s calaron entre la audiencia siendo los grandes triunfadores. La gente bailó y coreó encantada “Read my mind”, “Somebody told me”, “For reasons unknown” e incluso la versión del “Shadowplay” de Joy Division que alguno que otro supo adivinar entre tanto móvil en alto.

Reveladora anécdota antes de empezar Smashing Pumpkins: una chica me pregunta al terminar The Killers si “todo había acabado ya” y, al contestar que quedaba el grupo principal, su amiga la enterada sentencia: “Sí, ahora tocan los Pussycat, ¿No?”. Demoledor. Corgan, Chamberlin y los mercenarios subieron al escenario con una puesta en escena y pose mesiánica que recordaba la desastrosa gira de Machina. El arranque, con una empanada mental plomo que formará parte de Zeitgeist, dejó al público congelado, cosa que se repetiría cada vez que acudieron a su futuro cancionero.

Un tono metálico exagerado lastró la primera parte del show arrebatando la dulzura a “Today” y atropellando sin piedad “Bullet with butterfly wings”. Encima les hizo actualizar torrijas infumables como “Glass and the ghost children”. Fue curiosamente con la llegada de su nuevo single “Tarantula”, una canción que antaño pasaría desapercibida, cuando empezaron a remontar vuelo.

Billy consiguió robarme el corazón aún ahora, me engañó encadenando una tripleta mágica (“Zero”, “To Sheila” y “33”) demostrando que cuando quiere, puede. Más adelante, de nuevo cal y arena; “Tonight, tonight” raquítica como siempre en directo;”Stand inside your love” romántica y emocionante; y el martillo pilón de “Lucky 13” en tierra de nadie.

Finalmente llegamos a un famélico bis que rescato “Muzzle” y se dejó en el tintero “Cherub Rock”; Y nos fuimos a casa con la contradicción emocional que todo pumpkinhead sufre estos días.

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