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Pete Doherty – Felt Better Alive (Strap Originals)

Pete Doherty ha vuelto. El enfant terrible del indie británico se ha reinventado como un trovador normando. Adiós Camden, hola Bretaña; adiós Kate Moss, hola señora Doherty e hija; Adiós heroína, hola croissants; Adiós madrugadas en comisaría, Hola paseos bucólicos entre vacas…

Un músico que tanto con The Libertines como Babyshambles, ha mostrado poseer el talento, la lírica y el enganche de artistas de la talla de Alex Turner de Arctic Monkeys, pero que no pudo aprovechar su momento de gloria por sus adicciones las cuales parece haber superado alcanzando la paz mental gracias a su familia.

En su nuevo disco, Pete deja de lado el caos para convertirse en algo así como un Ray Davies campestre. Un narrador de fábulas, un cronista de pícaros pasados de absenta, sacerdotes poco recomendables y personajes excéntricos y variopintas. Y es que ahora cuenta cuentos. Pero no cualquier cuento: éstos son fábulas de folk, jazz, violines y humo de chimenea. Como si alguien hubiera metido «Waterloo Sunset», «Yellow Submarine» y a Lisa O’Neill en una licuadora. El resultado: canciones como “The Day the Baron Died” o “Ed Belly”, donde se rinde homenaje a perdedores entrañables y a esa fauna literaria que parece haber habitado siempre en su mente.

La apertura del disco, “Calvados”, es una especie de oda pastoral entre el McCartney de RAM que huyó a la campiña escocesa para superar la ruptura de los Beatles y el Pete Doherty que sobrevive a sí mismo. “Slow and steady is the way” canta, como si estuviera convencido de que la vida ya no es una carrera, sino una caminata lenta. Luego está “Pot of Gold”, una nana en cuyo vídeo canta con ternura a su hija rodeado de peluches a lo “Muppets” o el “Magical Mistery Tour”.

Y entonces llega “Stade Océan”, el momento The Libertines del álbum, pero en versión melancólica. Como si hubiera llamado a Carl Barât por zoom para que le dijera que el riff estaba bien. Pegadiza, con fuerza, y lo suficientemente nostálgica como para recordarnos que sí, alguna vez este hombre estuvo a punto de salvar el rock británico. “Prêtre de la Mer” suena a espectáculo circense entre clarinetes, teclados rockabilly y gaviotas, emulando el “Octopus´s Garden” donde Ringo Starr a modo de canción infantil, a través del mar escapaba de la hostilidad de los Beatles.

“Felt Better Alive” se mueve entre el country y el folk vibrante. Las guitarras siguen siendo mayoritariamente acústicas y abundan los solos de violín y los toques jazzísticos (clarinete, teclado…) con algunos cortes que parecen maquetas hechas a modo casero, dándole esa atmósfera íntima y naif envuelta de un romanticismo añejo propio del dandismo británico.

El sonido es casero, lo-fi, íntimo, como si lo hubiera grabado con una grabadora Fisher Price en su cocina mientras su hija hace los coros con Peppa Pig de fondo y su mujer prepara una quiche. Y ahí está la gracia: no hay pretensión, sólo un Pete que ha cambiado la autodestrucción por una felicidad sencilla, rústica, quizás un poco ridícula, pero entrañable. Porque, al final, Pete Doherty sigue siendo ese niño talentoso y excéntrico perdido en el país de Nunca Jamás, pero que ha regresado con la melancolía del que vivió mil vidas antes de cumplir 45. Y parece que, aunque no haya logrado salvar el britpop, se ha salvado a sí mismo.

Escucha Pete Doherty – Felt Better Alive

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