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Robert Forster (Loco Club) Valencia 31/05/2024

Sin duda alguna, la semana pasada podría ser denominada perfectamente como “semana Taylor Swift” pero -y aunque no tengo absolutamente nada en contra de la de Pennsylvania, es más, me interesa bastante su fenómeno- yo no podía pensar en otra cosa que no fuera Robert Forster. De hecho, mi objetividad a la hora de reseñar este concreto concierto está completamente en entredicho. The Go-Betweens son una de mis bandas favoritas de siempre y la mala suerte quiso que nunca llegara a verles en directo, pese a que pasaron varias veces por mi ciudad. Así que imaginen el tamaño del acontecimiento que para mi suponía este concierto. Irme feliz a la tumba dependía de ello.

No obstante, intentaré tirar de oficio para no resultar empalagoso y contar lo que, a resumidas cuentas, fue una velada emocionante. Podría ser yo el que viviera en la inopia y tras ver a uno de sus artistas favoritos estuviera extasiado, pero no, no es que yo estuviera cegado por la emoción de fan, todos los comentarios fueron unánimes: habíamos asistido a una exhibición de clase escénica, de maestría pop, que no suele ser frecuente.

Precisamente, días atrás, vimos también en Valencia a un compatriota y amigo de Robert, Mick Harvey, al igual que él, dueño de un pasado mítico y un presente más que saneado en lo musical. Pero no fue, ni de lejos, lo mismo que esto, pese a que su presencia escénica y su savoir faire están fuera de toda duda. Quizá sea porque el cancionero del que tira no es el mismo del que tira Robert, que cuenta con un ramillete de temazos incontestables, tanto entre los que grabó junto a su añorado compañero de fatigas, Grant McLennan, como en solitario.

Que sí, que venía a reivindicar esas canciones armado sólo de una guitarra acústica, pero eso, lamentablemente para todos y todas aquellos que se quedaron en casita porque “no venía con banda”, no fue óbice para que el de Brisbane nos brindara un show de los que se recuerdan mucho, mucho tiempo.

No en vano, al verle ahí, charlando distendido al otro lado de la calle Erudito Orellana de Valencia según me iba acercando a la puerta del Loco Club, me vi sobrecogido. Había algo en ese tipo alto, de aire mefistofélico, elegantemente vestido, que no esperaba, pese a que le había visto en fotografía o vídeo innumerables veces. Una especie de halo, un aura, que le hacía refulgir sobre todos. Como si todo el resto del mundo fuera de su persona se hubiera fundido en negro. Ese algo especial que tienen sólo los muy grandes y que haría que eso de no tener una banda arropándole sobre el escenario esa noche diera completamente igual.

Quedó certificado cuando, de manera puntual y con ese aire siempre distraído a la par que socarrón que se gasta, irrumpió en el escenario. La sala, menos mal, estaba lo bastante llena como para hacer honores a una leyenda del pop underground y la gente, pese a que el puñetero sonsonete de “no viene con banda” continuaba resonando en el ambiente, estaba expectante y respetuosa ante la perspectiva de escuchar una canciones monumentales, de esas defendibles en cualquier formato, porque son perfectas.

Y hablando de perfección, la primera en la frente. Absolutamente incontestable ese “Let me imagine you”, de su disco Songs To Play (2015), que es un claro ejemplo de “ese sonido desnudo y soleado” (that striped sunlight sound) que siempre persiguieron Grant y él al componer, tanto juntos como por separado. Siguió con “Allways”, la primera canción escogida de The Candle And The Flame (2023), el disco que venía a presentar y que ha compuesto para sacar los demonios fuera tras el proceso de lucha contra el cáncer que ha vivido con su mujer, Karin.

Turno para los clásicos de la banda mater. Robert empieza contando su propia historia y la de su familia con la maravillosa “Born to a family”. Hace rato que nos ha conquistado, entre bromas con el técnico de sonido de la sala, Octavio y esos paseos por el escenario guitarra en ristre que le hacen parecer un Chiquito de la Calzada australiano. No para quieto, y nos regala el clasicazo de la noche. Un “Spring rain”que uno hubiera esperado más como canción para acabar los bises. Era, al fin y al cabo, su “Streets of your town”. Grant siempre era el de los singles memorables, pero él aquí firmó su hit, aunque nadie se enterara en la época.

Y empezó el desiderátum: “Darlinghurst nights”, del álbum final de la banda, “Dive for your memory”, primera incursión en el mega-clásico 16 Lovers Lane y un “Baby stones” de su primer álbum en solitario, que fue tan coreada por el público como las clásicas de su banda. Siguió con “German farmhouse”, de su álbum de reunión con McLennan, The Friends Of Rachel Worth y con la divertida “I love myself and I always have”, que combinó con un guiño al “I’m waiting for my man” de The Velvet Underground.

Entrada en fase melancólica con “Cluods” y otro punto álgido de la noche, seguido de ese tributo a héroes como Bowie o Lou Reed, a los que él califica como hermanos mayores en “When I was a young man”, de su último disco, del que también interpretó “She’s a fighter”, la canción más claramente destinada a servir de bálsamo emocional tras el mal trago familiar que ha sido la enfermedad de su esposa.

Pese a ello, Robert no pierde ni un ápice de su animosidad, elegancia y sentido del humor. Prosigue con otras cimas de The Go-Betweens: “Was there anything I could do” resulta ser un tributo velado a su llorado amigo Grant, que es quien la compuso y la cantó originalmente; y también suena “Bow down”, igualmente de la época dorada de la banda. Prosigue la reciente y bonita “Tender years”, así como la espectacular “Here comes a city”, que da paso a una inmejorable triada de bises: “He lives my life” es emocionante, “I’m alright” esperanzante y “Surfing magazines” hiper coreable. De hecho, ninguno de nosotros dejamos de corear ese “ta-ta-ta-ta-ta-taaaa” mentalmente en toda la noche. Cuenta Robert, en la especie de diario de gira que está escribiendo en redes, que hubo quien se la seguía cantando mientras estaba en la calle esperando untaxi para retirarse a su hotel a descansar. No me extraña en absoluto. Nadie en su sano juicio querría que este concierto acabara jamás.

Fotos Robert Forster: Juanjo Frontera

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