Entrevistas

La Habitación Roja

Si tras 20 años seguimos haciendo discos y teniendo el favor del público supongo que algo estaremos haciendo bien


 
Una charla con Jorge Martí, voz y voto principal de La Habitación Roja, es de esas cosas que se antojan necesarias cada cierto tiempo. Cada vez que publica nuevo disco con su banda, por ejemplo, hecho que afortunadamente viene produciéndose con la frecuencia deseada. Su música puede sustituir perfectamente a sus palabras, y sus opiniones están de un modo u otro escritas en sus letras.
 
Ahora es labor nuestra descifrarlas, y no nos lo pone nada difícil dada la situación actual, con todas sus luces y sus sombras, a la que los levantinos dedican estos brillantes nuevos temas que los están llevando a un nuevo recorrido en directo en el que asentar un sonido que hace tiempo que traspasó las fronteras del dichoso indie. Desde su residencia noruega parece verlo todo con una claridad diferente, y sin necesidad de graduarse la vista.
 
Se respira una atmósfera diferente, al menos en las primeras escuchas. Es un disco de La Habitación Roja, eso es innegable, pero el tempo de las canciones, los arreglos y la forma de afrontarlas no es la misma. Y no queremos recurrir a la típica frase «este es el disco más maduro»…
 
Hemos intentado junto a Santi Garcia, nuestro productor, que esta colección de canciones tuviese esa atmósfera diferente a la que te refieres, y por otra parte también nos parecía importante no desvirtuar nuestras señas de identidad. Así que queríamos que fuera un disco de LHR reconocible, pero al mismo tiempo utilizar otra serie de recursos que no habíamos utilizado en nuestro anterior disco.
 
Pero es cierto que vuestra música parece tener otra intención, como si tuvierais más claro el papel que desempeñáis en el actual pop español o las ambiciones fueran por otro lado.
 
No sabemos muy bien qué papel desempeñamos en el actual pop español y nuestras ambiciones siguen siendo las mismas de siempre: hacer lo que nos gusta, grabar con quien nos gusta y en las mejores condiciones posibles, elegir las mejores canciones que tengamos y darles la producción que creemos conveniente en cada momento. El resto son cosas que ni podemos controlar ni queremos. Si tras 20 años seguimos haciendo discos y teniendo el favor del público supongo que algo estaremos haciendo bien.
 
Después de nueve discos sin grandes bandazos estilísticos, ¿es «La moneda en el aire» la base del sonido definitivo de la banda o solo la culminación de tantos años de aprendizaje?
 
Nunca nos han ido los bandazos estilísticos. No los hemos dado nosotros y tampoco los han dado los grupos que nos gustan, aunque siempre hay alguna excepción, por supuesto. Tampoco somos un grupo inmovilista, pues hemos hecho muchas cosas diferentes dentro siempre de lo que nos gusta a los cinco, pero para nosotros lo importante en la música son las canciones y si no tienes unas cuantas que merezcan la pena ya puedes dar bandazos estilísticos.  Nada es definitivo en LHR y todo es susceptible de cambiarse, pero vamos disco a disco. Seguro que el próximo tendrá algunos planteamientos diferentes a los de éste, aunque luego la personalidad de los cinco sale a la luz en todo lo que hacemos. Eso es algo que le parecía bien a Santi y la verdad es que a nosotros también.
 
Creo que la grabación en los míticos Rockfield Studios de Monmouth (Gales) os ha beneficiado, y seguro que ha inspirado también el acabado de los temas. Aparte de la magnífica producción de Santi García, claro.
 
Pues la verdad es que la propuesta de ir a Rockfield surgió de Santi y creo que ha sido un acierto. Allí se respiró un ambiente de grabación que yo creo que incluso fue mejor que el de los dos discos que grabamos en Chicago con Steve Albini, y eso ya es decir. El buen rollo era máximo y la sintonía entre el grupo y Santi excelente. Además el sitio es muy chulo y el peso de la historia está presente en cada cosa que haces. Y luego el hecho de estar todos juntos fuera de casa hace que te metas más de lleno en el disco. Santi ha sido uno más del grupo en este disco ya desde las maquetas, y su presencia fundamental para que el disco suene como lo hace. Yo creo que sin Santi el disco hubiera sido muy distinto, porque en esta ocasión ha sido él el que ha querido que algunas de las señas de identidad del grupo sean visibles. Eso ha sido curioso, porque de alguna manera él veía virtudes en algunos de nuestros lugares comunes que tal vez nosotros hubiéramos preferido no visitar en esta ocasión. Él nos decía: «No tengáis miedo a enseñar vuestras virtudes. Es más, vamos a enseñarlas».
 



¿Y esos escarceos electrónicos o tecnológicos con los iPads y demás cacharros fueron premeditados u os lo pidieron los propios temas?
 
A veces te lo piden las canciones, otras pues eres tú el que quiere probar cosas nuevas y hacerlo de otra manera. A veces hay que cambiar para que todo siga igual. Ahora mismo vemos que hay un montón de caminos a explorar en la música electrónica, no porque ésta sea nueva, sino porque es un terreno en el que no nos hemos prodigado en exceso. El tema de los iPads y demás es otro filón a aprovechar, pues la paleta de sonidos aumenta y las posibilidades son infinitas. Intentamos poner todo eso al servicio de las canciones, aunque si te he de ser sincero, cuanto más tecnología vas usando más ganas te entran de empuñar una guitarra, así que no descartamos que el próximo disco sea un ruidoso disco de rock de guitarras.
 
Hay quien dice que os habéis relajado, en el sentido de que hay menos guitarras, menos rabia que en «Fue eléctrico», por ejemplo, pero parece que el inconformismo y el escepticismo que siempre os ha caracterizado siguen ahí, ¿no?
 
No creo que nos hayamos relajado para nada. Yo creo que vamos alternando discos más guitarreros con otros más tranquilos. Así ha sido en los últimos cuatro discos al menos. «Universal» fue un disco más calmado que «Fue eléctrico» y el nuevo es más tranqui que éste. Siempre hay una especie de acción/reacción y estoy seguro de que los próximos pasos irán en esa dirección. Además, si repetimos con Santi apetece hacer un disco cañero cañero de guitarras con él.
 
Y además, y esto también puede sorprender a vuestros seguidores de siempre, hay cierto tinte combativo en las letras. «No quiero ser como tú» o «Carlos y Esther» reflejan los duros tiempos que estamos viviendo y la aparente indolencia de la mayoría de los que se quejan.
 
No creo que sea nada nuevo. En nuestra carrera esas pinceladas han estado presentes desde nuestros inicios. Lo que nos pasa y lo que le pasa a la gente que nos rodea es la base y la fuente de inspiración de la mayoría de nuestras canciones y eso siempre ha estado presente en ellas, lo puedes escuchar en prácticamente todos nuestros discos. «Jueves», «Ahora», «Potterville», «Alguien voló», «La edad de oro», «Tened piedad del ex presidente», «París ardiendo», «Cuando ya no quede nada», «El eje del mal», «Van a por nosotros» y muchas más tienen esas pinceladas. La verdad es que si uno repasa nuestra discografía se dará cuenta de que hemos abordado estos asuntos desde que empezamos.
 
¿Escribir desde la distancia da una mayor perspectiva de lo que pasa en tu país?
 
Sí, sin duda. Vivir realidades distintas, tener esa posibilidad de contrastar, de poder ver las cosas con cierta perspectiva te hace ver todo desde otro punto de vista y creo que eso es muy interesante. En los últimos años lo he notado mucho, esa sensación de bajón constante y de pesimismo se notaba nada más bajar del avión. Lo notabas en tus amigos, en tu familia, en el mundo de la música. Han sido unos años que estoy seguro que vamos a recordar siempre y de los que espero que aprendamos para no volver a cometer los mismos errores, aunque dicho sea de paso, no creo que la gente de a pie sea la responsable de lo que ha pasado en España.
 
Hay una parte más íntima, más de componer desde las tripas, que podría ser la correspondiente a «Quedas tú» o «A dos metros bajo tierra». ¿El tiempo hace que valoremos más lo realmente importante?
 
A medida que te vas haciendo mayor vas siendo menos impulsivo y más reflexivo y creo que también consciente del paso del tiempo. De repente te das cuenta de que estás en el ecuador de tu vida, que el tiempo pasa rápido y que no hay que desperdiciarlo. Cuando eres más joven no te paras a pensar en esas cosas, o al menos no tanto. Yo siempre he compuesto de una manera muy visceral, sintiendo cada cosa que digo e intentando no desnaturalizar lo que escribo. Me gusta que lo que queda en las canciones sea lo más parecido al sentimiento que te llevó a crearlas, de manera que intento manipularlas lo menos posible. Creo que eso dota a las historias de mayor inmediatez y hace las canciones más directas. Me gusta hacerlo así aún a  riesgo de perder en otros aspectos.
 
El primer single, «Si tú te vas (magnífica desolación)», va un poco por ahí, es una canción de amor verdadero que no sé si representa bien al resto del álbum pero parece de las más sinceras.
 
Bueno, así es como la interpreta mucha gente y yo creo que eso es lo bonito de la música, que cada uno pueda interpretarla según la sienta. Pero he de decir que esta canción de lo que habla en realidad es de la pérdida de la ilusión y las ganas de vivir. Eso es lo que realmente «se va». Habla de cómo son las cosas cuando uno pierde el motor y el sustento emocional de su vida, que en este caso puede ser el amor, pero también la salud, el trabajo, la pasión. Creo que es una canción que se sale un poco de lo que suelen ser los singles convencionales, pero es muy emotiva, épica y grandilocuente, en la tradición de la música melódica española, pero sobre todo en la de baladas de grupos que hemos escuchado mucho como The Verve o Suede. Creo que cantar en español o en inglés hace que la balanza se decante por un lado o por otro.
 
Un hitazo claro, al menos para mí, y que el tiempo dirá si se convierte en uno de vuestros clásicos, si lo podemos llamar así, es «Donde no exista el miedo». Suenan enormes esas guitarras…
 
Es una canción que curiosamente nació como medio tiempo pero quisimos llevar hacia el otro extremo, dado que íbamos sobrados de medios tiempos. Para mí suenan enormes esas guitarras, sí, pero he de decir que yo todavía las hubiera resaltado más. Santi decía que tampoco había que pasarse, pero yo creo que ahí se equivocaba. Nunca está de más pasarse.
 
No sabemos qué pasará con este disco, y supongo que vosotros tampoco, pero La Habitación Roja ya es algo así como una marca de fábrica, un nombre que ha traspasado las estrechas fronteras del indie y os ha hecho resistir contra viento y marea los vaivenes del tiempo y el presunto desgaste de luchar por un proyecto a largo plazo. ¿Lo seguís viendo así después de tantos años?
 
Pues sí, vemos que el grupo se ha ganado el respeto de mucha gente de dentro y fuera de la música y eso es algo de agradecer y bonito, pero al final todo lo que hacemos lo hacemos por nosotros. Una de las cosas que me gustan de este grupo es que creo que proyectamos una imagen cercana que tiene mucho que ver con cómo somos en realidad. La música que hacemos, la forma en que llevamos nuestra carrera, tienen mucho que ver con nuestra forma de ser y con nuestra vida, y al final música y vida son la misma cosa. Hemos hecho de la primera una forma de la segunda: la música es una forma de vida.
 
Finalmente, y como buenos observadores de la realidad cotidiana, ¿está más que nunca «La moneda en el aire»?
 
La moneda está siempre en el aire, no solo ahora que corren malos tiempos. Siempre lo está y siempre lo estará, es algo inherente a la vida y uno nunca sabe lo que se puede encontrar al doblar la esquina. Obviamente hay gente que tiene más suerte y las cosas más fáciles, pero al final el tiempo del que disponemos es finito , el sol siempre se pone y vuelve amanecer al día siguiente. Como cantaba Santiago Auserón con Radio Futura: «Nunca se puede saber lo que va a ocurrir mañana, salvo que al fin de semana sigue un lunes otra vez»…. Aunque hay que reconocer que todo puede matizarse.
 

Deja una respuesta

WP-Backgrounds Lite by InoPlugs Web Design and Juwelier Schönmann 1010 Wien