Azkena Rock Festival – Recinto de Mendizabala (Vitoria-Gasteiz)

La octava edición del Azkena Rock presentó como novedad el cambio de fechas. Cambio de septiembre a mayo con el objetivo de contar con bandas de alto nivel que descansan a finales de verano. The Black Crowes, el gran reclamo, no visitaban España desde 1999.

El cartel volvía a ofrecer una amplia diversidad de estilos, desde Alice Cooper hasta Eli “Paperboy” Boy Reed, con el fin de contentar a los muchos seguidores del rock en directo. Bien sabemos que el público del Azkena es fiel a la cita y responde con la mejor de sus actitudes. Además, el buen tiempo fue uno de los protagonistas de esta edición. Algo no habitual por estas fechas en Vitoria  Un año más, así sucedió y así lo contamos.

La primera velada tuvo protagonismo femenino. The Breeders sorprendieron a casi todos. Las hermanas Deal ofrecieron un inesperadamente destacado show que les sirve para recuperar parte del crédito perdido. Por su parte, Juliette Lewis y su nueva banda, The New Romantics, le pusieron ganas, pero no deja de ser una propuesta del montón sobrevalorada por la popularidad de la actriz.

El viernes, comenzamos con uno de los platos fuertes, Eli “Paperboy” Reed y sus True Lovers, que demostró ser merecedor de todas las alabanzas recibidas en los últimos tiempos. Derrocha tanta energía el de Boston que apabulla.

UK Subs sustituyeron a última hora a Bad Brains y cumplieron. Como también lo hicieron los Zombies, parte de la representación de viajas glorias que cada año pasan por el festival. Ocultado el sol, le toco el turno a una formación que muy poco se ha prodigado por nuestro país. A Soul Asylum hacía tiempo que le debían una al Azkena, sin duda. Potentes y con, al menos, medio repertorio fabuloso. Disfrutamos mucho con los singles de “Grave Dancers Union” y “Let Your Dim Light Shine”.
Apuntan los expertos que lo que aconteció seguidamente pudiera ser el mejor directo de la historia del festival. Lo cierto es que The Black Crowes demostraron ser maestros del rock sureño. Chris Robinson y su tropa hippie se estiraron hasta las casi dos horas de actuación (excesivo) y se manejaron como pez en agua con los medios tiempos. Sin ninguna prisa, como si estuviesen tocando en su escenario favorito. Tiraron de clásicos y cautivaron a los asistentes cumpliendo así el papel de estrellas del cartel. 

La tercera jornada nos deparó grandes alegrías. Para empezar, Eugene Edwards (Woven Hand) volvió a rugir y asustar al personal con su desgarrador set. Es más recomendable verle en sala, aunque no todos hemos tenido esa suerte. Los australianos The New Christs perfectamente podrían ser uno de los descartes a la hora de recortar una programación que arranca demasiado pronto. No así uno que repetía visita y que terminó por ser el rostro que recordaremos por mucho tiempo. Mr. Mike Farris, el reverendo más aclamado, ofreció dos bolos en el mismo día (el primero, gratis, al mediodía en la plaza de la Virgen Blanca) y obtuvo sendas ovaciones. Nuevos miembros, incluidos los locales reclutados el mismo día, conformaron su banda (The Roseland Rhythm Revue) y puedo afirmar que en siete años de evento, pocos artistas la han liado como el ex Screaming Cheetah Wheelies. Glorioso.    
Después, Molly Hatchet apenas nos llamaron la atención. Seguramente, estábamos pensando en lo que venía luego. TSOOL eran deudores con el Azkena (años atrás, llegaron a formar parte del cartel y terminaron no actuando) y consiguieron saldar sus cuentas. Uno de los mejores grupos europeos herederos de los grandes clásicos setenta. Otros conocidos, Fun Lovin´ Criminals, volvieron a presentar entusiasmo y arrogancia neoyorquina. Entrañables. Hubiera estado mejor que su bolo precediera al de Tsool.

Alice Cooper era la propuesta más dirigida a los fans. Nosotros nos dedicamos a descansar y coger fuerzas para terminar alegres y contentos con unos Toy Dolls que siempre han tenido tirón en Euskadi. Punk y humor mezclados con arte. Ideal para dejarse llevar y comenzar a pensar en el próximo año.

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