Cleo Sol – Heaven / Gold (Forever Living Originals)

Dos discos. Nada menos que dos discos, ambos lanzados por sorpresa. Esto es lo que, muy en la línea del anónimo colectivo Sault, del que forma parte, ofrece a su cada vez más nutrido público Cleopatra Zvezdana Nikolic, más conocida como Cleo Sol. Ella es, además de uno de los pocos elementos reconocibles de ese colectivo (junto a su marido, el productor Inflo), una de las fuerzas creativas más imponentes de la nueva y muy nutrida hornada musical post-Brexit del Reino Unido.

Ambos discos llegan tras otros dos que habían dejado el listón muy alto. Tanto Rose In The Dark (2020) como el doble Mother (2021) certificaron una voz superlativa que se había dado a conocer a través de su colaboración en el single “Selfish” de su buena amiga Little Simz. Pero es que ella no sólo es voz. Es una creadora genuina y una intérprete de enorme talento y experiencia (es hija de reputados músicos de jazz, lo ha mamado desde niña) cuyo estilo anda muy en la estela de leyendas del r’n’b como Erikah Badu, pero ella ha sabido dejar su impronta personal de una forma que ya empieza a despuntar como influencia. Se ha convertido en un acto tan importante en su tierra, de hecho, que ha colgado el sold out dos noches consecutivas en el Royal Albert Hall, algo que no puede decir cualquiera.

No es extraño, pues, que estos dos nuevos ofrecimientos discográficos, lanzados ambos totalmente por sorpresa y con más o menos dos semanas de separación entre uno y otro, hayan sido recibidos de forma entusiasta. Al igual que el citado colectivo Sault, Cleo es capaz de lanzar música de una manera prolífica y autogestionada, puesto que es ella la que se encarga aquí de toda la instrumentación (con ayuda de la producción de Inflo), y de una manera completamente independiente de los dictados de una industria discográfica que le es completamente ajena. Esto es así, claro, porque los discos se editan en el mismo sello que los de Sault, Forever Living Originals (FLO), un armazón que sirve para sacar a la luz música de una manera ajena a promociones al uso y constreñimientos de ningún tipo a nivel creativo.

Se respira libertad, por tanto, en la música de esta mujer que, sin haber inventado la rueda con lo que hace, ha supuesto desde sus inicios un soplo de aire fresco en el panorama r’n’b, neo soul, o como se le quiera llamar. No en vano juega con desparpajo con géneros como el jazz, el soul, el gospel o el folk. Y estos dos discos, Heaven y Gold, contienen todo eso, mezclado con sabiduría y un gusto totalmente genuino. Ambos manifiestan una fuerte personalidad que prevalece frente a cualquier comparación que se quiera traer a colación.

Ambos discos, además, parecen construidos en la misma vena espiritual en la que se han basado los últimosde Sault (nada menos que seis, el año pasado), que estaban sumidos en una profunda religiosidad, aunque eso sí, no demasiado explícita en cuanto a credo. Ella simplemente los dedica a dar gracias a dios por su reciente maternidad (el anterior disco, Mother, estaba dedicado a este aspecto de su vida) y habla, a través de ello, de diversos temas relacionados con la vida como el coraje, la libertad, la esperanza, el sexo o el amor.

Heaven, el primero en salir, parece dividido en dos partes, digamos, a nivel rítmico. La primera cara del vinilo, o porción de canciones, está urdida en tonalidades más ensoñadoras, que juegan con el jazz (la inicial “Self”), el funk downtempo (la titular) incluso el folk (“Airplane”), para, a partir de “Miss romantic” subir el pitch a niveles que más tienen que ver con el pop contemporáneo, el hip hop, o el r’n’b, con mención especial para la magnífica “Golden child”, que recuerda mucho a las obras más clásicas de Stevie Wonder, para bajar, por último, de nuevo el tono y cerrar el disco con la desnudez sobrecogedora de “Love will lead you there”.

Heaven, por tanto, es un disco por sí solo sobresaliente que da perfecta continuidad a las dos anteriores barbaridades que esta mujer había puesto en circulación, pero es que Gold, aparecido, como decíamos, dos semanas después, no le va en absoluto a la zaga. Es, de nuevo, una colección superlativa en la que la espiritualidad es todavía más explícita que en su antecesor. No en vano “There will be no crying” es un gospel en toda regla por el cual la mismísima Aretha Franklin hubiera pagado millones. Cleo la canta, además, con una maestría vocal superlativa, haciendo prácticamente que esta canción ya de significado a todo el disco. Pero es que el resto es igual de bueno: el tremendo deep soul de “Things will get better” o “Lost angel”, torch songs a piano de la talla de “Please don’t end it all”, la sensualidad de “Desire”, o la absolutamente espectacular “Life will be”; todo configura un disco igual de superlativo que Heaven, pero un poco más tendente a la instrospección, de ahí, quizás, que su autora haya decidido hacer dos lanzamientos por separado en lugar de uno doble. No lo sé, ni lo sabré, porque no suele dar grandes explicaciones al respecto. Lo único que sé es que esto es bueno, muy bueno. Y ella una artista a la que seguir con absoluta fidelidad. Ni de coña se la pierdan.

Escucha Cleo Sol – Heaven / Gold

 

 

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