Coldplay – Pavelló Olímpic de Badalona (Barcelona)

Que Coldplay son uno de los grupos del momento es algo que prácticamente nadie pone en duda. Una carrera corta pero imparable, y sobre todo, una gira que está siendo un completo éxito, los ha situado entre los mejores. La banda de Chris Martin volvía a Barcelona por todo lo alto, con el reto de llenar el Pavelló Olímpic de Badalona, después de haber desbordado cualquier previsión en su anterior visita a la sala Razzmatazz. Y desde luego superaron con creces esta prueba, resultaba impresionante ver el recinto repleto, vibrando con los temas de la banda.

Feeder abrieron la noche. Sin duda, para muchos, la gran sorpresa. Vitalidad, melodías contagiosas y una gran emoción al ver a una parte considerable del público que había ido a verlos a ellos y no a Coldplay. Fue una pena que llegáramos tarde y nos perdiéramos la mitad de los temas de Comfort in sound. Ojalá podamos volver a disfrutar de ellos pronto, esta vez siendo el plato fuerte de la noche.

El gran error de Coldplay fue calcar prácticamente la actuación de su visita pasada. “Politik” para empezar, “The Scientist” y “Yellow” como grandes momentos de la noche, con impresionantes efectos luminosos y un Chris Martín pletórico, quizás menos histriónico pero igual de entregado, introducciones instrumentales para diferente temas, como “Spies” por ejemplo, las guitarras roqueras de “The one I love”, única caraq b publicada q incluyeron… Una actuación previsible para todos los que tuvimos la suerte de verlos en la sala Razzmatazz. Cosa que no quiere decir que estuviera mal, pero sí que perdió un poco de la espontaneidad y la inmediatez que caracterizó al otro concierto, y sobre todo, la proximidad de los conciertos en salas más pequeñas, cosa que no desvirtúa la actuación, pero sí la frivoliza un poco. Eso sí: la puesta en escena mucho más espectacular, con pantallas no solo en la parte trasera del escenario, sino también colgando del techo, y un despliegue de luces impresionantes, que se iban adaptando a cada uno de los temas.

Espectacularidad e incluso monumentalidad, para un show correcto en el que no faltó ninguno de grandes éxitos. Destacaría, sin duda, la inclusión de “A rush of blood to the head”, que sonó mucho más escalofriante que en el disco, nuevamente la intensidad de “Everything’s not lost” y la presentación de dos nuevos temas: “Ladder to the sun” y “Poor me”, que no pertenecen a ningún single. “Clocks” e “In my place” los reservaron para un bis tremendo que empezó cantando el cumpleaños feliz al guitarra del grupo, Jon Auckland. Echamos a faltar algún tema como “Shiver”, pero en definitiva, ofrecieron un show que contentó a gran parte del público, aunque otros echáramos a faltar esa novedad que caracterizó su primera actuación.

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