Ellos + Rusos Blancos – Sala Independance (Madrid)

En el mundo del pop español existen dos nombres propios que vienen a ser uno sólo: Guillermo. Por un lado se encuentra el simpar Guille Milkyway artífice de La Casa Azul; por otro lado el mordaz Guille Mostaza, la cara más visible de Ellos. Ambos grupos comparten un pasado y unas raíces musicales instaladas en aquellos sonidos de los años ochenta que volvieron a retornar con carácter mucho más naive en la primera década de este siglo. Tontipop, electropop, chicle pop, o pop a secas, como prefieras llamarlo. Mientras La Casa Azul o Guille Milkyway ha demostrado siempre ser la cara más amable y melancólica de esa escena musical, Guille Mostaza o Ellos, junto a Santi Capote, se erigían como los niños contestones, parapetados tras unas canciones mucho más ácidas que las del catalán. Ese carácter ácido quedó sobradamente patente en el primero de los dos conciertos que han programado Ellos en la capital para la presentación de su último largo, el autoproducido e irregular Pop Cabrón (2014).
Salieron a escena con toda la banda vestida de impecable blanco, un manido recurso que hemos visto en multitud de ocasiones, desde Madonna a Pet Shop Boys, pasando por Mando Diao, Fangoria, Arcade Fire y un sinfín más de artistas en los últimos tiempos. Acompañados y parapetados tras una solvente banda y una evidente fuerza en el sonido, fueron listando un repertorio en el que los mejores temas de su último disco, «Lengua Viperina» «O tú o él o yo»,  priorizaban por encima de aquellos otros «clásicos», como el propio Guille denominaba a todas aquellas canciones que no se incluía en su último LP. Así sonaron «Campeón», «El Anillo» o «Diferentes» y todas las de su estirpe perfectamente renovadas y con mucho más músculo que en las versiones originales. Grandes himnos que han soportado el paso del tiempo con envidiable fuerza y que en directo es un gustazo escuchar.
No obstante quien acaparó gran parte de los titulares de la noche no fue tanto la buena música que sonó y lo acertado de su repertorio (aunque algo mejorable), sino la beligerante actitud de Guillermo Mostaza. Cuando apareció en escena daba la impresión de que no andaba muy lúcido, parecía que se acababa de levantar de la siesta, aunque probablemente se debiera al exhausto trabajo de ensayos previos según constaba en su página de Facebook. Afortunadamente el torrente de voz, y su mejoradísima técnica vocal despejó cualquier atisbo de duda, su voz se mantuvo impecable toda la noche. Pero no pudimos dejar de preguntarnos una y otra vez ¿qué te ha pasado Guille? Nos lo preguntamos una vez cuando increpó a alguien de la organización que le pasó un botellín que contenía una colilla (sic), y nos lo preguntamos otra vez cuando se aseguró de que la llamada de atención se oyera perfectamente a través del micrófono. Lo repitió hasta tal punto de pedir una cerveza al público de las primeras filas porque ya no se fiaba. Más tarde alguien de la banda osó tropezar con un cable, con la consecuente regañina por parte del autor. El desafortunado incidente supuso que cuando iban a empezar los bises, la música no se oyera y Guille muy magnánimamente se animó a interpretar varios temas que no estaban previstos en el repertorio, prácticamente a capella Un buen gesto que también terminó mancillando al reprochar al público que no se quejara por el percance del cable porque gracias a eso había escuchado varios temas extras de manera gratuita «por la cara«. Por si alguien no se había percatado, insistió el «bueno» de Guille martirizando con el asunto de los cables un ratito más, hasta tal punto de cambiar parte de la letra de la canción «Lengua Viperina» para que dijera «cuidado con los cables…»
Tal vez no estamos acostumbrados a tanto torrente de humor ácido o sarcástico, tal vez no estábamos recién levantados de la siesta, o tan exhaustos tras una maratoniana jornada de ensayos pero el colmo de la incredulidad llegó cuando presentó a su otra mitad en el grupo (Santi Capote) como a «este que anda por aquí«. Si en vez de Guille Mostaza, estas hazañas las hubiera realizado un personaje menos querido, tipo Bebe o Melendi, hubiera copado titulares de los periódicos de manera generalizada. Pero su público es muy fiel y tras desgañitarse fervientemente con el concierto, salió en trompa para volver prácticamente a agotar la segunda de las fechas prevista para las próximas semanas en la capital, sin importar los desmanes de su estrella. Pues eso, será que nos va la marcha y el Pop Cabrón.
Antes de Ellos, pudimos disfrutar como teloneros de Rusos Blancos, un grupo que parecía un auténtico clon del grupo que venían a telonear. De hecho si cerrabas los ojos costaba distinguir la voz de sus dos cantantes. Varios problemas con las interferencias, que según el grupo, estaba provocando la máquina de humo del local en sus ordenadores, lastraron una actuación que hubiera resultado una perfecta entradilla para el plato fuerte. Pop enérgico y resultón.
 

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