Godspeed You Black Emperor! – Arena (Madrid)

Los adjetivos resultan tontos y las comparaciones son sonrojantes para hablar de un concierto de godspeed you black emperor! Lo que hacen los canadienses es toda una experiencia para ser vivida (recomendación encarecida), de la que difícilmente puedes salir ileso si te gusta mínimamente la música. Si te emocionas con Vivaldi, si te encanta Metallica, si lloras con Radiohead, bailas con el trance o vuelas con King Crisom… lo que sea; da igual. Estás perdido.

Porque los directos de gybe! superan el contexto de sus grabaciones: las canciones empiezan, se difuminan, empalman unas con otras, varían, siendo siempre el resultado de una intensidad …(adjetivo a elegir). Pero también son capaces de llevar al escenario todo un entramado instrumental como el de “Storm”, los primeros minutos de “Lift yr skinny fists…”, sin perder ni un gramo de la fuerza conseguida en el estudio de grabación, calcándolo prácticamente en algunos momentos y sustituyendo las trompetas por punteos de guitarra como si tal cosa.

Nada de esto lo sabíamos la multitud que nos reunimos en la sala Arena el pasado 30 de enero. Muchos quizá piensen que la música de gybe! no puede atraer más que a cuatro freakies elegidos, pero en la sala madrileña la gente se subía por las paredes (literalmente). La clave de su éxito (que no fama) consiste en que se trata de algo físico más que intelectual. Todo es una maquinaria perfectamente engrasada, donde los subidones aparecen de repente, las notas que van sonando son las que justo en ese momento tienen que sonar, y lo que sientes es lo más parecido al éxtasis que proporcionan determinadas drogas.

Por encima de la experiencia ruidística de Mogwai, por encima de la épica de Spiritualized; las canciones de gybe! en directo son como un tirachinas: la tensión aumenta, aumenta y aumenta y al final se dispara un torrente de sonido como el séptimo de caballería. Además, el directo aporta respecto a los discos un mayor número de paisajes hipnóticos, dejando casi apartados los momentos oscuros y melancólicos. Por muy apocalíptico que sea su mensaje en determinadas ocasiones, la realidad de su música es básicamente positiva como rezaba la palabra que abría y despedía la actuación: “hope” (esperanza).

Para articular todo esto, los nueve miembros de gybe! acudieron a Madrid armados con dos equipos de percusiones, dos bajos, tres guitarras, chello y violín. En un escenario tan minúsculo como el de Arena fueron tomando posiciones, sin exhibicionismos, sentados y a oscuras para que fuese la música, y no las personas, la que tomase el protagonismo. Aunque era inevitable contemplar absorto como Efrim, una masa de pelo, se revolvía en su silla mientras encadenaba las melodías, o como Sophie movía frenética su arco.

Pero es que además este ambient épico tenía letra: las imágenes que salían de un curioso conjunto de tres proyectores de 16mm y que hablaban de viajes, de locos en la calle, perros, bolas de discoteca y todo un mundo de símbolos extraños que en ese preciso momento cobraban significado.

Quiero creer que estos jovenzuelos son los nuevos Frank Zappa & the Mothers of Invention, que pasan tanto de la industria que lo único que quieren es que se les escuche en sus directos, que la gente sienta de tú a tú lo que ellos hacen. Quiero creer también que las sensaciones de aquel miércoles las volveremos a sentir otro día porque –hay que desengañarse una vez más- la música es la mejor droga.

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