En el jardín: Dreaming is free

Mis amigos más viejunos apenas salen porque dicen que Madrid ya no mola. Y lo que no saben es que, en realidad, los que ya no molan son ellos. El pasado fin de semana, para llevarles un poco más la contraria, me dispongo a hacer una gymkhama como las de antaño, de viernes a domingo sin parar. Eso sí, esta vez, con sus horas de deporte y sueño intercaladas, que para eso sirve la madurez.

Comienzo el viernes por la tarde dando una clase de “Situación actual de los festivales en España” en la Universidad Complutense. La mala educación de la enseñanza pública es una falacia, pues hoy en día lo jóvenes pueden estudiar grados de Gestión Cultural que les posibilitarán trabajar en la industria musical con una base teórica y práctica, algo que en mi época era algo absolutamente inimaginable.

Amigos viejunos: PRESENTE 1-PASADO 0

A continuación, y aprovechando que estoy en la zona de Moncloa, me paso por Ferraz, para ver con mis propios ojos como el peor rostro del pasado se empeña en resucitar, cual cara de Bélmez, enseñándonos la carne trémula de un cadáver en descomposición. No duro ni diez minutos, pues el hedor que despiden estás bestias del averno supera al de las bombas fétidas de la Plaza Mayor en Navidad.

Yendo hacia el centro a ver qué se cuece en Malasaña me cruzo con la Sala Mon, en la calle Hilarión Eslava, y veo que tocan nada más y nada menos que Alma X y Putilatex, bandas que tuve la suerte de distribuir en PIAS a través del mítico recopilatorio F.E.A., disco seminal del electroclash patrio.

 

Entro en la sala y los Alma X ya están cantando “Mata a tu novio”, tema que podría haber sonado perfectamente en la banda sonora de Pepi, Luci y Bom, y otras chicas del montón. Una vez situado a la izquierda del escenario, en tercera fila, que es dónde mejor se ven y se oyen los conciertos, me encuentro con mis amigos del pasado que, como yo, siguen molando y no dejan de salir para ver cómo Madrid les vuelve a sorprender. Son Nikki y Big Toxic, de Dirty Princess, La China Patino, de Cycle, o Man Pop, ilustre indie murciano, que, como Luci, la protagonista de la primera película del genio manchego, se deja corromper noche sí y noche también. El concierto está bien, pero aún queda el plato fuerte de la noche: Putilatex.

Entre tinieblas salen al escenario la pareja de albaceteños más talentosa del planeta con permiso de Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla. Descargan temarracos como “Travesti cubano”, “Mira una moderna” o “He visto a la virgen”; todos ellos, perfectos merecedores de haber sonado en Mujeres al borde de un ataque de nervios. El espíritu de mi director favorito está en el adn de esta ciudad, solo hay que buscarlo.

 

Pero cuando creo que el fiestón va a dar a su fin, aparecen por sorpresa en el escenario los VVV [Trippin’you],  herederos de toda esa escena electroclash de principios de los dosmil que, como el punk, ni se crea ni se destruye, solamente se transforma.

La noche no ha empezado mal, así que, cuando acaba el concierto, acompaño a mi amigo Rafa Ariño, que ha estado registrando el evento con su Canon, a dejar el equipo fotográfico en casa de su hermana, (que ni es guarra ni es murciana), y vive al lado del cine Doré, en dónde vi el último ciclo que se hizo en Madrid de la obra de mi admirado Pedroooooooooooo (pronúnciese como Penélope Cruz siempre).

De ahí, y una vez más, andando, nos vamos al Café La Palma, dónde entramos justo cuando dan los últimos acordes Los Manises, un dúo ilicitano trendy-kistch, que tienen un directo matador.

Después pinchan Breixo y Anthonius, que rematan la noche de un modo espectacular.

Pero como Rafa y yo somos perros viejos y sabemos que lo mejor de la vida siempre está al final, en vez de recogernos como harían los amantes pasajeros, decidimos seguir nuestro periplo yendo al “perro de la parte de atrás del coche”, dónde por lo visto pincha DJake, un orensano residente en Madrid que lo peta cada vez que actúa.

Llegando al local por la calle Pez, Rafa y yo nos topamos con el Pater, uno de los socios y promotores del festival Sonorama que, como su propio nombre indica, es cura de profesión, y nos cuenta que al día siguiente tiene tres bautizos pero que el alma aún le da para un gin-tonic más (pater dixit).

Los tacones lejanos de los Putilatex aún resuenan en mi cabeza, pero la piel que habito está curtida en mil batallas, así que me lío la manta a la cabeza y me quedo con mis dos amigos en “el perro” hasta las dos de la madrugada bailando como si no hubiera final.

Llega la hora de volver a casa, así que me cojo un bicimad y me voy pedaleando hasta Legazpi.

Duermo apenas cinco horas y me despierto a la ocho, me hago una meditación kundalini, desayuno, y como todas las mañanas me pongo un partido de la NBA. Hoy toca Philadelphia 76ers-Detroit Pistons, dos clásicos del Este, como James Dean y Julie Harris.

A las 12.15 salgo de casa y me voy a hacer de ponente en la presentación del libro “Murcia Loves Indie” en el bar Fotomatón. Allí me esperan Rafa Skam y Julio Ruiz, que es el encargado de entrevistar a la autora de esta maravillosa guía, de nombre Victoria Sánchez (como el Perro).

Victoria es maestra de escuela (de la buena educación) y ha hecho el que probablemente sea el libro más bonito y didáctico jamás publicado sobre música en este país. Al sarao tendría que haber venido Man Pop, pues de todos es sabido que los murcianicos hacen patria allá donde van, pero pronto el run-run de los allí presentes indica que ayer se lio “de más” con los Putilatex y que hoy no va a ser posible que aparezca por ningún lado antes de las seis de la tarde.

RESACA: 1 – MAN-POP: 0

La presentación va como la seda en manos de Julio y acabamos hablando del FIB y de los TV Personalities. Mi gozo y alegría no pueden ser mayores y dentro de mi cabeza me pregunto: “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” ¿Por qué tengo yo la suerte de formar parte de esta ilustre mesa rodeado de talento hispano?

Llega la hora de comer y, aunque hay muchos conocidos entre el público con los que me encantaría pasar un rato, no me enredo en un laberinto de pasiones y me voy a mi casa paternal, donde todo sobre mi madre en lo que se refiere a lo culinario, es excepcional.

Mi madre es a la cocina lo que Pedro Almodóvar al cine: La Puta Ama.

Me como una paella que ni en El Saler (de clase) y, pensando en mi amigo Rafa Cervera, me dirijo a la Sala Nazca, en dónde presentan su nuevo disco los míticos Mamá (sí, los de “Chicas de colegio”). Allí he quedado con Joe Llorente y Jesús Bengoeachea, afamados madridistas de pro que escriben en La Galerna, medio deportivo merengue que recomiendo desde estas páginas (aunque seáis del Atleti o del Barça). La galerna es alta literatura y prueba de ello es que allí escribía el maestro Antonio Escohotado (q.e.p.d.).

 

A la fiesta, y a última hora, se une mi santa, Alicia, que a estas alturas del partido, sabe que esa noche “hay tomate”, y deja sus quehaceres yoguísticos para unirse a la expedición. Íbamos a ser Los Tres Sudamericanos y nos convertimos en Los Cuatro de la Torre. Como cantaba Yazz en los 80: The only way is UP.

Los Mamá no vienen solos, y como teloneros se han traído un barco de colegas que ríete tú del Ship Of Mates. Presentan la gala los chicos de VinylRoute, sello independiente que hace más por la supervivencia del vinilo que el mismísimo Karl Lagerferd. El plantel que sale al escenario es para mear y no echar gota (como Alaska en la primera película de EL DIRECTOR):

Rolo Aragón, Guzmán (el de Solera y Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán), José Luis Moro y Mario Gil de Un pingüino en mi ascensor, Joe Llorente, Ñete (batería de Nacha Pop entre otros muchos grupos) y, para rematar el gobierno de la república independiente del vinilo: Jesús Ordovás, recién llegado de Alicante, y tan fresco y locuaz como en el 82.

No doy crédito a lo que estoy viendo y al ver que me voy a volver a abalanzar sobre el escenario a modo de espontáneo, le digo a Alicia, “átame que voy muy loco…”

El concierto empieza y se empiezan a suceder los hits uno detrás de de otro: “Quiero ligarme a Vicky”, “Número equivocado”, “Escóndete”, “Nada más”, “La mejor canción”….Los abrazos rotos del público llenan de amor la sala.

José María Granados es uno de los mejores compositores y letristas de este país y no tengo que proteger ningún pudor al afirmarlo. Los ochenta están más vivos que nunca, y es que lo bueno, nunca muere. Se acaba el concierto, Jesús se va a casa más rápido que Gento, y Joe se queda un rato comprando merchandising en el puesto de mi amigo Pablo Carrero, de Rock Indiana, otro indie de pro, ahora transformado en flamante novelista. Joe, como tiene plata, se lo compra todo, y Alicia y yo enfilamos junto a él la calle Orense dirigiéndonos hacia el Santiago Bernabéu.

Veteranos y noveles, y las mocitas madrileñas, salimos del concierto con una sonrisa en la cara sabiendo que cualquier tiempo presente siempre es mejor.

Pero la calle está desierta y la noche es ideal, así que dejo a Alicia, la flor de mi secreto, en casa y yo me voy solo a la fiesta de cumpleaños de mi amigo Roberto, abogado de pro y más conservador que Cánovas (el político, no el músico compañero de Guzmán), que vive por la zona de Ópera. Son las doce y el metro aún funciona, así que, la noche es joven y es para mí.

La dacha de Roberto no es muy grande pero suficiente para albergar a unas cien personas. Me cojo una cerveza sin alcohol de la nevera y me voy al baño, que no he meado en todo el día. Hay que ver cómo está el servicio de señoras, así que me bajo un momento a la calle a mear entre dos árboles de los pocos que quedan en la capital. Me cruzo con un par de madres paralelas que me miran mal, pero a mí me da igual. Arriba me espera la madre de todos los saraos y mi amigo Marc de Dorian, que ha estado rodando un spot para una web de tapas y que también es amigo de Roberto.

Cuando vuelvo al piso, me encuentro el ascensor a mi amiga Kika, a la que hace mil años que no veo aunque no sea mi ex novia. Y como tampoco es un pingüino, le digo que se venga conmigo a la fiesta.

Kika me dice que no iba a salir, porque ayer se lio con Man Pop y acabó en la habitación de los Putilatex a las ocho de la mañana. Aún así, la arrastro hasta la cocina de Roberto y le digo que el gazpacho es lo mejor para la resaca, y que no se preocupe que no le voy a meter una pasti ni nada parecido en el bebedizo. De ahí, pasamos al salón. Mucha niña mona pero ninguna sola, así que me quedo con Kika y con Marc tranquilamente en una esquina y se nos acerca una chica muy maja que dice ser la novia del productor de Alex Ubago. Para demostrarlo, nos pone un video en el que sale ella frente a un espejo con el último tema del cantante vasco que, asombrosamente, suena más moderno que nunca. Se trata de un petardazo pop de base electrónica que todos ustedes, indies de pro, estarán bailando en la próxima sesión de Carlos Areces.

Son las dos de la mañana, la hora mágica para los profesionales de la noche, así que me despido de todos los allí presentes haciéndome un “massive selfie” como Rafa Skam, y hasta mañana, que es domingo y toca madrugar.

La ong/asociación benéfica “Por Causa” tiene ya diez años de vida y la comanda mi queridísima amiga Lula, que me invita a pinchar en un rastrillo benéfico navideño en su oficina de la calle Martín de Vargas, sita en Embajadores. Como me pilla en el barrio, no me lo pienso dos veces y respondo a su llamada tempranera con un explosivo y nuclear “sí, por supuesto; sí, como no”. Cuando llego a los headquarters de “Por Causa” pregunto a la gente por Lula, y una chica muy maja, de nombre Vanesa, me dice: “hable con ella”, señalándome a Lula, que acaba de entrar por la puerta. Mi amiga me acompaña a la mesa de dj y me da un ordenador y una controladora. No hay pre-escuchas ni auriculares, así que no me queda más remedio que encomendarme a Santa Cecilia y empiezo poniendo un tema de Julieta Venegas. México nunca falla, y si no que se lo digan a la madre de Olvido Gara, así que me dejo llevar por el magnífico ambiente solidario y fraternal de “Por Causa” y me marco una sesión mega ecléctica que va de Jimmy Smith a Koreless pasando por Chet Faker y Fangoria.

A los diez minutos, llega mi primo Juan Carlos, hijo de mi difunta tía Isabel (q.e.p.d,), ama de llaves del también difunto Enrique Tierno Galván (q.e.p.d,), que me compra mi último libro “Así se baila el siglo XX” y se echa unos bailes matutinos como si de las tres de la mañana se tratara. El día es la nueva noche (y a ti te encontré en la calle).

Cuando llevo más de tres horas pinchando acuden al rescate Alicia y nuestra amiga Rebeca, azafata de profesión, y sobrina de Marcos López Artigas (q.e.p.d), socio fundador de La Vía Láctea, donde Mr. Almodóvar rodó partes de sus primeras películas. Todo está concatenado y eso solo puede augurar bueno presagios. “Great expectations”, que diría Dickens.

Nos vamos a comer a un sitio nuevo del barrio que se llama “Ijole, comida que mola”, regentado por colombianos (que no chihítas), y que tiene un menú de domingo de 16 euros ESPECTACULAR. Compartimos los seis platos, como buenos hermanos (Almodóvar), y volvemos a “Por Causa”, donde está pinchando un chaval chileno llamado “Tommy”, que me descubre a un dúo electrónico de nombre Taxi Kebab que recomiendo desde estas páginas.

 

La noche se acaba pero yo quiero bailar, que cantaba el dúo mexicano los Súper Elegantes, así que llamo a mi amiga Amparo, la mejor host de Madrid, y le pregunto que dónde sigue la fiesta. Me dice que Silvia Superstar hace su pinche party ibicenca del Fabuloso en el Florida Park, célebre sala ochentera en dónde se rodaron “Aplauso” y varias galas de Nochevieja de la mejor década de la historia.

Como la noche anterior no puede ir a ver a mi amigo Christian Len, co-autor del libro Balearic, pinchar en el Café Berlín, la llamada de la isla me vuelve a atrapar y me dirige sin aliento al parque situado en la parada de metro “Ibiza”.

Todos son señales, y el que no las vea, igual es que vota a Vox.

Allí, al primero que me encuentro es a David Kano (Cycle), que me presenta a una amiga suya majísima que resulta ser del barrio en el que nacimos mi jefe Manuel Pinazo y yo, Herrera Oria. Las señales siguen aflorando y yo, en esas situaciones, me pongo alerta.

“Tonite tonite”, que cantaban los Speedometers.

En medio de una agradable charla con Kano y su amiga, aparece por fin Amparo con Fernando Zavala, mítico promotor madrileño, fundador de la productora Sold-Out, y otra de las almas-mater del FIB. El “señalómetro” se pone al rojo vivo (y no precisamente al de Ferreras) y de su mano voy a dar al reservado en dónde están Alaska y Mario. Hace mucho que no veo a este último, porque apenas salgo de noche, pero siempre es una alegría verle. Mario es una de las personas más positivas que conozco y me habla del último viaje que ha hecho con Olvido a Las Vegas, en el que han visto a Kylie Minogue y a Barry Manilow. Yo le cuento que en el mismo sitio vi a David Cassidy hace mil años y ambos recordamos el capítulo del ”Manual del Perfecto Festivalero” en el que aparecen él y Lucia Echevarría en un desencuentro mítico en un ascensor de un hotel a punto de after en la habitación de Mario (si quieren saber más, compren el libro, que esto no es una ONG).

De pronto, Mario se va, porque se mueve más que el rabo de una lagartija, así que yo aprovecho para acercarme subrepticiamente a Olvido,  para decirle que en mi libro Así se baila el siglo XX, la única canción en español que aparece es “En el jardín” de los Pegamoides, y que se lo quiero regalar. Alaska, que es más buena que el pan, me dice que mil gracias pero que prefiere comprárselo, así que le devuelvo las gracias y vuelvo al grupo de Amparo & friends. De repente, llega mi querida Clara Fernández de Loaysa, la niña que hacía de Prima Angélica en la película de Carlos Saura, y ex mujer de Juanjo Valmorisco, líder del grupo ochentero, P.V.P.

Una vez más, cine y música unidos (jamás serán vencidos).

 

Seguimos hablando con Fernando Zavala de batallitas del FIB, y como ya no nos drogamos, “nos ponemos” a hablar de drogas, que es bastante más sano que metérselas. Y en medio de la conversación, aparece el ARTISTA que más me ha influido en la vida desde mis tiernos 13 años.

Lectores y lectoras, con ustedes:

PEDRO ALMODÓVAR.

Como a él se la pela ir a los Premios Forqué, pues eso es “bisutería de productores”, y seguro que el día anterior fue su hermano Agustín, el manchego más importante de la historia con permiso de Don Quijote, se planta en la fiesta del Fabuloso más fresco que una lechuga, dejando claro que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Coge a Alaska y a Mario por banda y, obviamente, se van a un reservado, pues el púbico no deja de darles la plasta para hacerse selfies con ellos sin la clase de Rafa Skam.

LÓGICA: 1 – NOSABERESTAR: 0

Yo sigo a lo mío, pues aquí he venido a bailar y a ver a mis amigos del pasado, así que la espera se hace corta y sale al escenario la Reina de la Noche: Silvia Superstar.

La tía más sexi y explosiva de los 90 se reinventa en 2023 con un show cabaretero en el que puede sonar desde el “Tequila” de The Champs hasta “One more time” de Daft Punk. Los viejunos lo sabemos hacer y, de repente, se apagan las luces y aparece en un altillo de la sala una starlette como las de antaño, con un precioso vestido de gasa transparente y unas plumas, mezcla del Molin Rouge y Cabaret. Una vez más, el pasado y el futuro confluyen en el presente, como en el cine de Pedro Almodóvar.

Antes de irme, mi amiga Clara, me presenta formalmente a Carlos Areces, con el que coincidí teloneando como dj a Ojete Calor, dónde si no, en Murcia.

¿Casualidades? Casualidades, my ass.

Me dirijo a la salida y paso justo por el reservado en el que está Pedro con su chico y sus amiguis, y entre ellas, se encuentra Rocío Saiz, tan encantadora como siempre, que me dice que me lee todos los whatsapps de mis crónicas en Muzikalia, pero que la perdone por no contestarme. Yo le digo que se las mando para que se las lea, no para que me conteste, así que, justo cuando me despido de ella, sale del reservado el creador de Patti Diphusa y me mira fijamente a los ojos despidiéndose de mí también (por cortesía). Yo, aprovecho el momento, como el personaje de Leonardo Sbaraglia en “Dolor y Gloria” y le digo: “Pedro, ¿te puedo regalar un libro?” Y me dice, “¡Claro!”. Raudo y veloz, saco el “Manual del Perfecto Festivalero” y se lo doy en mano diciéndole que es la primera guía de festivales que se publicó, no solo en España, sino en el mundo, y se despide dándome las gracias y prometiéndome que se lo va a leer.

Llego a casa con una sonrisa en la boca. Alaska se va a comprar mi último libro y Pedro se va a leer el primero. Alicia alucina con la historia. Y van…

Cenando nos ponemos lo Premios Forqué. Los ganadores son todos “hijos” de Almodóvar: Los Javis, Pablo Berger (el Tim Burton español), Lola Dueñas (la Carmen Maura del siglo XXI), Roger Casamajor (el Antonio Banderas de “La Mesías”), Malena Alterio (la Victoria Abril de “Que nadie duerma”) y David Verdaguer (el Eusebio Poncela de “Saben Aquell”).

Llegan las doce, estoy cansado. Me voy a la cama. Antes de dormir miro el Twitter y leo que el maestro está ya preparando su primera película en inglés, con Julianne Moore y Tilda Swindon, y que se rodará entre Los Angeles y Madrid, mis dos ciudades favoritas del mundo mundial.

Sueño con ser el Supervisor Musical de esa próxima obra maestra, porque si a algo me ha enseñado en la vida Pedro Almodóvar es que SOLO los SUEÑOS se pueden convertir en REALIDAD. Y como cantaba Debbie Harry… DREAMING IS FREE

Lee todas las entregas de En el jardín de Gerardo Cartón.


Gerardo Cartón es una agitador de la escena musical española. Lo más probable es que estos últimos 20 años os hayáis cruzado con su nombre en algún lado, bien en alguna de sus sesiones como el chico biónico, como 2PIASdjs, con alguno de sus podcasts o en algún que otro concierto o festival. Él es uno de esos tipos de la industria que han estado en todos los frentes. Dirigiendo el sello [PIAS] en España en su momento más exitoso, tocando en bandas como Micromachines o escribiendo libros tan divertidos como los dos volúmenes del Manual del Perfecto Festivalero o Así se baila el siglo XX (Muzikalia).

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