Entrevistamos a Diego Vasallo por ‘Malo ni bueno’

Diego Vasallo continúa en la firme convicción de seguir ampliando miras e indagando en su personal carrera en solitario. Apenas un año después de Caemos como cae un ángel (Galerna, 2022), llega el EP autoeditado Malo ni bueno solo disponible en Bandcampsu web y sus conciertos (en próximo se celebra el próximo 13 de diciembre en Victoria Eugenia Club de San Sebiastán con entradas agotadas).

Cinco nuevas canciones surgidas tras rescatar dos piezas de las sesiones de su anterior obra, en las que se ha acompañado de las guitarras de Fer García, el piano de Raúl Bernal, la batería y percusiones de Karlos Arancegui y Andoni Etxebeste, el bajo de Fernando Neira y los coros de María Amolategi. Treinta y dos minutos de introspección en los que explora temáticas que abarcan desde lo cotidiano hasta lo trascendental, demostrándonos una vez más ser un arista que no se conforma, siempre en movimiento.

Hablamos con él de la gestación del EP, su papel en la música, las motivaciones para crear y sus próximos pasos

“Si no hubiera tenido éxito con mi grupo de juventud yo no podría estar haciendo esto que estoy haciendo ahora. Tendría que estar trabajando de cualquier otra cosa”

Primer trabajo íntegramente autogestionado.

Sí, aunque llevo dos discos produciéndomelos yo, aunque sí tenía una distribuidora. En este doy el salto sin red a gestionarlo al 100% y la venta solo a través de mi web y de Bandcamp. En parte es una resistencia a donde nos está llevando la industria y también de las circunstancias. La situación actual no te deja muchas más opciones para sacar un disco y no perder dinero en el intento. La única manera que te queda es hacerlo todo tú, aunque sea mucho más trabajo. Yo porque tengo aquí a mi mujer empaquetando discos y echándome una mano en todo, pero por otro lado es una forma de trabajo muy artesanal con su atractivo. Me recuerda a los fanzines de los 80, cosas muy autogesionadas. Compañías que eran unos amigos y ya. Así era GASA (Grabaciones Accidentales) [el sello que fichó a Duncan Dhu a principios de los 80], unos amigos en un piso que enviaban ellos mismos los discos.

Cuando sacó su anterior trabajo en solitario entrevistábamos a tu amigo Mikel Erentxun y nos decía que estaba contento de haber pasado de jugar de Primera División a Segunda B. Lo tuyo es bajar a los campos de tierra…

(Risas) Si Mikel está en Segunda B yo debo estar en las catacumbas. No me da la sensación de que la industria se rija por esas categorías. Está el mainstream, pero está todo como más mezclado. Las categorías han saltado por los aires. Hay gente que trabaja desde la autogestión y luego no para de hacer conciertos, algo que antes era impensable. O gente que sin apenas promoción de repente tienen un hit en las plataformas . Antes todo iba más acompañado con una buena producción, una gran promoción… ahora no sabemos muy bien dónde está cada uno. Al final estás donde las circunstancias te ponen y ya está, y el que quiera seguir haciendo música lo hará donde le toque.

Al final es algo muy honesto por vuestra parte, porque tenéis un interés creativo y hacéis las cosas como os gusta hacerlas. Tú todavía más desde los márgenes.

Bueno, Mikel está en una posición privilegiada. Toca mucho y llena salas y teatros. Yo estaría encantadísimo de estar en esa posición. Me parece más envidiable que estar llenando grandes recintos. Si te puedes permitir el lujo de hacer lo que artistas como Robert Plant, llenando el Kursaal de Donosti con un aforo de creo 1.700 personas o Dylan que también tocó allí, me parece mucho más interesante que lo de The Rolling Stones llenando estadios. En mi caso, seguir haciendo música desde estos lugares es porque tengo la pulsión desde que tengo 16 años, una inercia que ni te planteas, un motorcillo que se pone en marcha y continúa yendo hacia delante.

También te digo que si no hubiera tenido éxito con mi grupo de juventud, yo no podría estar haciendo esto que estoy haciendo ahora. Tendría que estar trabajando de cualquier otra cosa.

Lo que haces es muy personal, una evolución muy lógica en estos últimos discos.

Desde hace más de 20 años vi hacia dónde iba mi carrera en solitario. Un circuito muy minoritario. Reconozco que el aterrizaje fue duro y me costó un poco. Cuando hice Cabaret Pop en los primeros 90 fue un gran éxito. El segundo disco no me acuerdo lo que vendió, pero fue disco de oro. Creo que vendió unos 70.000 discos, algo que hoy sería impensable. Una vez que acepté este nuevo escenario tenía claro que aparte de ser minoritario, si iba a tener presiones de algún tipo no merecería la pena. Por eso ir por tu cuenta te aleja de toda presión y te da libertad para hacer lo que te da la gana. Es algo por lo que aposté. A estas alturas sería absurdo que yo intentara cambiar mi rumbo y me plegara a cualquier presión comercial.

 

Empezaste tu carrera con Duncan Dhu en un sello independiente como GASA y de ahí a Warner donde has estado casi toda tu carrera.

Sí, lo que pasa es que yo ya en Warner desde hace muchos años, quizá desde ‘Canciones de amor desafinado’ (2000), hace 23, aunque estaba allí a mí ya me habían dado por imposible. Me dejaban hacer lo que me daba la gana, ni enviaba maquetas a la compañía ni nada por el estilo. A mí me daban un presupuesto, cada vez más pequeño evidentemente, y yo hacía el disco que quería. En eso tengo que reconocer que no había presión de ningún tipo de Warner. No sé si ya lo hacían por cariño porque llevábamos juntos muchos años… no sé por qué. El periodo post-Warner he hecho lo que me interesaba, lo que me motivaba para seguir haciendo discos que en mi caso es la investigación y la experimentación dentro de mis propios límites.

Hablemos de ‘Malo ni bueno’. Me atrevería a decir que es tu mejor disco, al menos el que tiene un sonido más potente. ¿Lo grabáis con Kaki Arkarazo?

Bueno, tengo que precisar que hay dos canciones recuperadas de esas sesiones con Kaki del disco anterior, la primera y la última. Pero las hemos dado una vuelta quedándonos con las bases e incorporando capas y capas de tratamientos sonoros de todo tipo. En realidad el disco está grabado en el estudio casero del guitarrista que viene ahora conmigo, Fer García.

¿Trabajas por primera vez con él?

Sí. Le contacté en un primer momento para hacer conciertos, primero un cuarteto y luego un trío con el que hemos tocado bastante. Como tenemos mucha afinidad musical decidí grabar con él estas nuevas canciones.

Me parece un acierto, tu Warren Ellis particular.

(Risas) Hemos apretado un poco las tuercas para llevar la producción a límites que yo no había cruzado. Es curioso que con la edad hay gente que se va acomodando y acercando cada vez más al mainstream. Mis gustos han ido derivando hacia caminos mucho más alternativos por llamarlos de alguna manera. La música que escucho es mucho más minoritaria y arriesgada de lo que escuchaba hace 20 años. Mis gustos cada vez están más en los márgenes.

También es una deriva lógica, ese aire tabernario a lo Tom Waits viene de largo, pero ahora es mucho más oscuro y árido.

Quizá los discos anteriores, que estaban producidos por Fernando Macaya en su estudio de Santander, tenían unas referencias más clásicas hacia Waits, Dylan o Cohen. Ahora hemos intentado arriesgar y experimentar mucho más. Lo que más me gusta de esta nueva producción es que hay cantidad de cosas sonando de una manera un tanto subterránea. Capas de guitarras sobre todo y mucha textura sonora o ambiente. No es como en los discos clásicos donde los instrumentos están más definidos. Aquí es todo más sutil y oscuro. Me gusta el resultado. Hay mucho trabajo de producción y un gran aporte de Fer García. Probar cosas, analizarlas… Algunas las rechazábamos. Ha sido algo bastante minucioso.

¿Tenías esa intención desde el principio de que fuera un EP y no un disco?

Sí. No tenía la idea de grabar tan pronto. El disco anterior (‘Caemos como cae un ángel’) era del año pasado, pero se habían quedado ahí dos canciones a medio terminar. Las quería retomar y al final hice tres nuevas para un bloque de cinco. Al final es un EP largo, de casi 32 minutos.

“Quiero lo que no se puede” me ha parecido muy Berrio. Su letra me ha recordado a tu amigo Rafael.

Puf, ojalá. La verdad es que no lo había pensado. Me encantaría que se me hubiera pegado algo de Rafa. Aparte de un gran amigo creo que era uno de los mejores escritores que he conocido nunca. Él era un tipo de autor tan personal, que es muy difícil parecerse a él. Tenía ingredientes personales muy marcados que le hacían único, una construcción métrica y poética impecable que yo no tengo. Pero luego tenía muchas facetas, como una visión muy existencialista, pero con un sentido del humor muy soterrado. Un escepticismo hacia todo, incluso hacia él mismo… era muy peculiar. Inimitable y muy completo.

Estuvo muy bien el disco tributo que le hicisteis el año pasado. Estoy seguro de que ha ayudado a que mucha gente le conozca.

Fue una idea de Raúl Bernal, teclista -que ahora creo que está acompañando a Quique González- y al final se sumó mucha gente. Aunque Rafa era un gran desconocido para el público más general, entre los músicos era muy apreciado. Es una pena que el reconocimiento viniera tan tarde y no lo pudiera disfrutar. Es algo que le habría encantado.

¿Cómo es tu forma de componer? ¿Primero compones la música y luego llega la letra?

Sigo ese método más propio del rock que de la canción de autor, que a veces parte de un texto. Quienes venimos del rock tenemos el hábito de tener un armazón armónico o sonoro, un riff, e ir escribiendo las letras a partir de ahí. Siempre lo he hecho así, la verdad. Parto de un esquema musical muy básico, generalmente una serie de acordes con un esbozo de melodía y sobre eso voy escribiendo los versos, las letras… Me cuesta mucho más escribir la letra que componer la música. Quizá en mi caso se están haciendo cada vez más complejas, mientras las estructuras musicales son más sencillas, aunque luego las vayamos vistiendo con la producción. Utilizo muchos menos acordes que en mis épocas en el pop con Duncan y demás, eran temas más barrocos, pero ahora tienden a ser muy simples armónicamente y en acordes. Se acercan mucho al blues o al rock más primitivo. Sobre ese armazón básico es donde voy escribiendo la letra, un proceso en mi caso un poco largo y farragoso. Volviendo a Rafa Berrio, él sí que partía a veces de la propia letra, tenía muchísima facilidad para escribir. Yo tengo que trabajar mucho más, por eso me viene bien partir de algo sobre la que seguir construyendo.

¿Y llegas al estudio con la canción muy trabajada?

No. Desde hace ya bastantes años llego con las canciones muy desnudas. Apenas la letra y los acordes y como mucho una ligera estructura clásica de A-A-B y sobre eso vamos probando. Por ejemplo en el disco anterior grabamos en directo todos en la misma sala, porque tenía cinco días de estudio y había que hacerlo así. De esta manera probamos todos juntos, dos o tres tomas y ya está. Es una forma de trabajar que me gusta mucho, porque enseguida estás viendo el resultado y queda muy vivo todo. Este disco ha sido distinto. Estábamos Fer y yo, también con el batería Andoni Etxebeste e íbamos probando cosas, luego volvíamos sobre el tema y grabábamos más cosas. Igual luego nos tirábamos diez días sin grabar… Ha sido algo más lento y minucioso. Los anteriores discos se grabaron en muy poco tiempo.

“A estas alturas sería absurdo que yo intentara cambiar mi rumbo y me plegara a cualquier presión comercial”

Pero así, con más trabajo las canciones cogen poso y van creciendo.

Sí, aunque también hay cosas curiosas. Por ejemplo “Quiero lo que no se puede”, lo que es la base, guitarra acústica que tocaba yo, el bajo que lo tocaba Fer y Andoni a la batería, hicimos una sola toma, incluida la voz y fue la que se quedó. Ni la repetimos. Eso sí, lo que luego hicimos fue grabar muchos overdubs, recordings encima de pistas de guitarras, ambients, hammond y demás, pero lo que es la base acústica fue una sola toma. Esa es la magia de tocar juntos a la vez, que consigues cosas que luego es difícil repetir.

Varios músicos me han dicho eso, que a veces graban la maqueta y es mucho mejor que lo que termina siendo el disco.

Es que es un peligro, por eso nunca he sido muy partidario de grabar maquetas muy trabajadas. No termino de encontrar el sentido de grabar algo que te gusta y luego ir a otro estudio que se supone que es mejor, para grabar lo mismo que ya has grabado. Yo entiendo el estudio como un lugar más de experimentación. Ir para repetir algo ya grabado no me convence. Yo suelo grabar como mucho la canción con una acústica, incluso en el móvil y ya está. Y eso lo tocamos en el estudio y vamos trabajando. Si grabas una maqueta y te gusta, eso debería ser ya el disco.

¿Crees que esta nueva forma de trabajar abre nuevas vías para próximos lanzamientos?

Lo primero ahora es hacer una serie de conciertos, que ya tenemos una serie de fechas cerradas. Estamos preparando el repertorio y ensayando para empezar el 13 de diciembre en Donosti. Sobre las vías a seguir, no me planteo nada de antemano. Dejo que las cosas fluyan. A la hora de crear suelen influirme dos cosas, lo que voy absorbiendo a nivel de escuchas o las cosas que descubro y luego también, la gente con la que trabajo. Supongo que seguiremos explorando este camino, pero seguro que hay cambios porque de disco a disco me gusta buscar nuevas cosas.

Gira de presentación. ¿Qué músicos te acompañan?

Tocaré con Fer García, Andoni Etxebeste y luego hemos incorporado a Bobbi Relac (antes conocido como Óscar Venas), un multiinstrumentista que tocará varias cosas. Un tipo con mucho talento y muy creativo que está aportando cosas muy interesantes. Pronto anunciaremos nuevas fechas para el año que viene.

Escucha y compra ‘Malo ni bueno’ de Diego Vasallo

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