Franz Ferdinand – Espacio Movistar (Barcelona)

En esta nueva visita de Franz Ferdinand a Barcelona, la banda escocesa llegaba para presentar nuevos temas pertenecientes a su próximo disco, Tonight: Franz Ferdinand, cuya publicación parece que no veremos hasta enero de 2009. Conociendo la tremenda anticipación que genera la noticia de su nuevo disco – del que hace ya algún tiempo que podemos escuchar extractos en la red – el cuarteto británico se había preparado una gira muy a la medida de su triunfal regreso: pocas ciudades, recintos pequeños, y un devoto público que agotó las entradas en un par de días. Por lo que parece, los chicos de Franz Ferdinand se toman en serio su carrera y han decidido pasar de grupo con talento/estrellas indie a auténticas y sentidas superestrellas del rock; después de todo, si lo ha hecho Coldplay con tres canciones aceptables y un matrimonio de prensa rosa, ¿cómo no van a poder hacerlo ellos?
En este caso, el local elegido fue el Espacio Movistar, ese lugar trufado de publicidad y neones azules. Por cierto, que esta será una de las últimas actuaciones que se verán en el chiringuito de Telefónica dado que el próximo 19 de diciembre se clausura. La sala cae víctima, parece ser, de la crisis ecónomica – siempre tan irrespetuosa ella. No es grave, no obstante, ya que tal como apuntan fuentes de la organización «la carpa ya ha cumplido con su cometido de promocionar la marca entre los jóvenes, el sector del público al que iban dirigidas las actuaciones y el resto de actividades«. En ese sentido, pues, nos quedamos tranquilos.
En este incomparable marco salió a escena la banda, entre el delirio de un respetable que venía muy dispuesto a pasárselo de miedo y a homenajear a sus ídolos. Con todo a favor, Franz Ferdinand comenzó con un tema de su nuevo disco, «Bite hard», que no sonaba a nada en especial pero que fue recibido por el enfervorizado público con incondicional júbilo, y acto seguido empezaron el festival con un «Do you want to» que puso al respetable a botar como auténticos posesos. Durante el resto del concierto alternaron temas nuevos con sus clásicos más movidos; su próximo disco, por lo que parece, está lleno de canciones de medio tempo con los habituales cambios constantes de melodía y ritmo. En cambio, los temas de sus anteriores discos sonaron tan bailables como siempre, y es que Franz Ferdinand es una banda con un directo potentísimo y decididamente fiestero – y, además, con dos impresionantes discos de los que servirse.
Animados por la  mesiánica personalidad de un Alex Kapranos al que incluso le cayó algún sujetador encima (pero se notaba que era de los del fondo del cajón, ¿eh, pillina?), la banda iba pelando sus clásicos con un espíritu decididamente atlético. «Take me out», «The dark of the matinee» o «This fire» dejaron al público sin resuello; en cambio los nuevos temas, intercalados, permitían tomar un poco de aliento ya que no parecieron acabar de conectar demasiado con el respetable (con la posible excepción de «Ulysses», que contiene un poco más de dinamita). Finalmente, una hora y cuarto de concierto que no supo a poco, ya que incluso el público más devoto tiene que tener en cuenta que de dos discos y medio no se sacan tres horas de actuación; eso de momento se lo dejamos a Springsteen.
El grupo escocés fue suficientemente solvente como para atreverse con recreaciones más elaboradas de sus propios temas, y así nos quisieron regalar un excelente «40 ft» o un cuasi-psicodélico «Outsiders». Así es; Alex y los suyos se atreven con todo, desde el solo de guitarra rockera hasta la improvisación al teclado más tecno. En cambio… ni Alex Kapranos es Eric Clapton ni Franz Ferdinand son LCD Soundsystem. Y es por eso que el concierto estuvo algo plagadillo de desafinos, entradas a destiempo y otras menudencias técnicas – que no deben hacernos olvidar lo apabullante que es ver la energía y talento de los Franz Ferdinand sobre un escenario.
De hecho, lo tienen casi todo: talento, buenas canciones, inteligencia, son jóvenes y delgados, han estudiado arte, no se repiten demasiado, y en directo se convierten en unos monstruos devoradores de públicos fanatizados… y a uno le queda la impresión de que el dia que sean lo suficientemente virtuosos como para hacer todo lo que se les ocurra quizá si podrán optar a ser una de las mejores bandas del mundo. Red Hot Chili Peppers, U2, y demás jefes del cotarro, temblad (pero de momento sólo un poco).

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