HEALTH (Sala Nazca) Madrid 24/06/25
Uno de los principales alicientes a la hora de acudir a un concierto es, para quien les escribe, observar las evoluciones de una banda justo en su prime. No negaré que hay algo de ponerle el check de cara a poder decir en un futuro que se vio a tal o cual artista en su momento dulce.
Mucho de eso había cuando me encaminaba la tarde del bochornoso pasado martes en Madrid hacia la Sala Nazca, que pareciera ser una especie de santuario en la capital por donde pasan todas las bandas más inquietas y en forma del momento.
HEALTH han dado un paso de gigante con la publicación de Rat Wars (23), un disco que constata su habilidad para ocupar un punto medio imposible entre el rock industrial y el darksynth. Tocaba comprobar cómo se imbricaban ambas facetas sobre un escenario.
El trío de Los Angeles apareció con una intro propia de cualquier anime futurista siendo recibido entre ovaciones por una sala a rebosar que había colgado el cartel de sold out en la capital. Desde el primer minuto, descubrimos que su puesta en escena tenía mucho más en común con aquellos que les conocieron por Nine Inch Nails que aquellos que lo hicimos por Perturbator. Y es que HEALTH se ha ganado el respeto como para colaborar con numerosos artistas de primer nivel como los mencionados.
Quizás podríamos achacar al desarrollo del show cierta linealidad propiciada sobre todo por la forma de cantar de su líder Jake Duzsik, poco propensa a realizar cambios o inflexiones y que, si bien en disco se hace elemento distintivo y personal del combo, sobre las tablas arroja una pátina de tibieza. Sin embargo, en la balanza de virtudes hay que destacar el tremendo componente orgánico de la puesta en escena, con batería, bajo y guitarra más los potentes sintetizadores siempre como elemento vertebrador. No siempre se consigue este grado de “musicalidad real” en este tipo de propuestas y HEALTH son una agradable excepción.
El grueso del show se sustentó sobre el mencionado Rat Wars )23), a todas luces su disco más inspirado y compacto. “Hateful”, “Future of hell” o “Demigods” sonaron poderosas y convincentes mientras la audiencia asistía contoneándose de manera constante ante la granítica defensa de los temas. No faltaron miradas al pasado como “Stonefist”, uno de los momentos más bestias de la noche y la primeriza “We are wáter” ; incluso se atrevieron con su versión del sacrosanto “Be quiet and drive” de Deftones, momento de los más planeadores y sugerentes, si bien compararla con la original se antoja un dislate.
Tras unas agradecidas palabras en castellano, se despidieron con el martillo pilón metálico de “DSM-V”, culminando una escueta hora de actuación que dejó buen sabor de boca entre sus die fans, pero que quizás hubiera lucido más con mayor juego de piernas escénico. A revalidar en un futuro próximo.
Foto HEALTH: Raúl del Olmo