Libro: Peter Doherty. Un Chaval Prometedor (Alianza Editorial)

Desde que se anunció su publicación estaba claro que Peter Doherty. Un chaval prometedor (“A likely lad”) era un caramelito para todos los fans, no solo del hombre al frente de The Libertines y Babyshambles, sino para los amantes de la música británica en general y su farándula en particular. Quien más, quien menos, todos conocíamos la trayectoria del británico y podíamos hacernos una idea del descontrol en el que ha vivido instalado desde que es una figura pública. Sin embargo, una vez leídas sus memorias queda la sensación de que lo que mostraban tanto prensa musical como tabloides sensacionalistas era solo la punta del iceberg del caos que rodeó a Doherty durante sus años de máxima popularidad.

Porque a lo largo de estas amenas 300 páginas asistimos a la narración de la degradación personal más absoluta contada por su protagonista sin remilgo alguno y no tendría por qué ser así. Cuando uno ha vivido largo tiempo instalado en el lado salvaje de la vida y decide publicar su biografía puede hacerlo de una manera comedida, intentando limpiar o justificar los rincones oscuros de su pasado (hola Fito Páez) o hacerlo a tumba abierta, explicando sus actos sin tratar de justificarlos o dulcificar sus errores (adiós Mark Lanegan). Pete Doherty se decanta sin ambages por la segunda opción, levantando las alfombras y dejando ver toda la mugre que se ha ido acumulando a lo largo de una vida realmente empapada de excesos. Sí, aunque suene a tópico, una vez leído Peter Doherty. Un chaval prometedor uno tiene la certeza de que su protagonista está vivo de puro milagro.

Los primeros capítulos transcurren perezosos a través de una infancia y adolescencia vividas de manera nómada debido al continuo cambio de destino de su padre, militar de profesión. Entiendo que para el protagonista del libro resulte muy interesante contarnos sus primeros años sobre la faz de la tierra, pero más allá de poner sobre la mesa el origen de la compleja relación con su progenitor la verdad es que carecen de mucho interés. Siempre sintió apego por el arte en todas sus formas y era un fan irredento del Queens Park Rangers pero poco más que rascar. Por suerte, esa narración anodina cambia cuando empieza a narrar su post adolescencia y con ella su vínculo con Carl Barat, la otra cabeza visible de su proyecto musical más celebrado, The Libertines. La relación entre ambos bascula continuamente entre el amor y el más absoluto de los desprecios en función del momento. Inseparables durante una etapa crucial de la vida de cualquier ser humano, se necesitan para triunfar y lo saben, pero en el fondo no se aguantan el uno al otro, no se aceptan como son. Ahí comienza la tragedia de un hombre que pudo reinar pero prefirió asomarse al abismo y dejarse caer, de un chico obsesionado con el éxito y con hacerse famoso que cuando lo logra descubre que realmente no es lo que había imaginado.  “Cuando sientes que estás ascendiendo hacia algo glorioso todavía queda algo positivo, pero luego te das cuenta de que tienes que volver a repetirlo todo de nuevo la noche siguiente. Cuando entras a formar parte de la industria tienes que tocar, casi te obligan a ello” y a Pete las obligaciones no le gustan. Nada. ¿Podía uno imaginar que mientras se publicada el segundo y exitoso álbum de The Libertines Doherty estaba sin hogar, organizando conciertos privados a través de la red para costearse sus dosis? Pues en ese nivel estaba, y eso que hace veinte años la industria musical aún estaba agotando los días de vino y rosas de los que no quedan ni rastro. Pero el gran problema de nuestro héroe, uno de ellos al menos, es que toda la parte formal de la música la repudia y a pesar de haber sido el principal impulsor y motor creativo de la banda en sus inicios pronto perdió el control sobre la banda y en paralelo de su vida. Creo un monstruo de dos cabezas que a punto estuvo de devorarle por completo.

Con una escritura ágil y nada autocomplaciente, Pete va contando paso a paso todas las movidas en las que se ve inmerso, lo cual es un regalo para los fans de largo recorrido. ¿El robo en casa de Carl Barat por el que dio con sus huesos en la cárcel? Contado en detalle, incluidas sus estancias en prisión por este y otros mil motivos. ¿Su ultrapublicitada y bizarra relación amorosa con Kate Moss? De principio a fin, no sobra una coma. ¿Su aventura, ya finiquitada, al crear Babyshambles tras el hartazgo de su primera banda? Narrado en primera persona y confirmando que el consumo de sustancias en su segunda banda era incluso peor que el primero porque… ¿Drogas? No deja un detalle a la imaginación y hay mucha tela que cortar.

Pero además de explicar lo que todos más o menos conocíamos también hay jugosas historias que no eran tan conocidas por el gran público como dos episodios en los que, en estos casos concretos, sí tiene mucho interés por descargarse de culpa mediática y contar su versión de los hechos. El primero de ellos es su relación con Amy Winehouse, de quien solo cuenta maravillas y expresa una admiración sincera y profunda pero sobre la que se quita cualquier atisbo de ser una mala influencia. De hecho, él se pone como ejemplo de consumo responsable de estupefacientes frente a la locura en la que vivía instalada la malograda diva, a quien se negaba a inyectarle, tal como ella le pedía con insistencia. “No era una adicta callejera normal que supiera qué hacer o cómo consumir: era un consumo caótico absoluto”.

Por otro lado, se detiene especialmente también en el incidente en el que se vio envuelto cuando estando en una fiesta una joven cayó por el balcón y falleció al instante. A Pete (cómo estaría esa cabeza) no le ocurre otra cosa que huir cuando fue uno de los primeros que vio lo que había pasado y aquel episodio le dejó una profunda huella moral que ahora explica con fruición: no estuvo bien largarse pitando pero no tuvo nada que ver con lo que sucedió y por ello muestra un arrepentimiento que llega a conmover. En este tema especialmente, aunque no sea el único, sí se aprecian las ganas de responder con su propia voz a las decenas de libros que se han editado sobre su figura, especialmente los publicados por Barat y por su propia madre, a quienes parece perdonar pero sin olvidar.

Así, esta historia se puede resumir como la andadura de un hombre en permanente huida de sí mismo que pudo haber sido una estrella mundial pero prefirió permanecer en la búsqueda de lo que consideraba autenticidad artística y vital, persiguiendo una Arcadia que solo existía en su cabeza. Alguien que mientras todo el mundo hablaba de él construyó a su alrededor un muro de drogas con el que hacer su vida más llevadera y que se creía en poder de una misión que describe así: “creía que era la falta de visión de la sociedad las que las estaba criminalizando (a las drogas). Había una parte de mí tratando de demostrar que podías ser un miembro activo de la sociedad y ser un adicto al crack y a la heroína… ese era uno de mis proyectos favoritos”. Aunque fracasó en el intento, qué bueno que siga vivo -y sorprendentemente sano actualmente- para contarlo.

Puedes comprar el libro Peter Doherty. Un chaval prometedor en la web de su editorial.

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