Placebo – Joy Eslava (Madrid)

Madrid acogía la última de las cinco fechas seleccionadas dentro del tour “A Rock” con la que Placebo han girado por salas escogidas en otras tantas capitales europeas, ofreciendo una serie de conciertos patrocinados por la marca automovilística Mercedes-Benz a los que únicamente se podía acceder mediante invitación.

Si algo ha sabido trabajar la banda a lo largo de toda su carrera es la fidelización incondicional de sus fans. Unos seguidores a los que poco importa el bajón creativo de las últimas entregas del combo, tan evidente como en realidad alejado del dramatismo comúnmente aceptado, máxime para una ciudad que no acogía la visita de los británicos desde hacía tiempo. Una circunstancia que, junto al previsto lleno, convertía al local en auténtica caldera en ebullición abarrotada de ansiosos aficionados de todas las edades y pelajes imaginables.

Por eso cuando Brian Molko, Stefan Olsdal y el joven Steve Forrest -ya completamente integrado tras sustituir al batería original Steve Hewitt– aparecieron en escena acompañados de hasta tres miembros adicionales, se desató una locura ininterrumpida hasta el fin de la velada. A pesar de que el menudo vocalista ya no es el eléctrico animal escénico de antaño, mantiene altas dosis de carisma superando lo estático y predecible de su actual actitud como líder de una banda ligeramente acomodada sobre el escenario. Placebo continúan siendo poseedores de un enérgico directo, si bien no ofrecieron su mejor versión conocida en un concierto de sensaciones ligeramente artificiosas y con repertorio válido pero ampliamente mejorable.

Aunque canciones aceptables como la inicial “Kitty Litter”, “For What It’s Worth”, la coreada “Ashtray Heart” o “Battle For The Sun” cobren fuerza inédita sobre las tablas y sean recibidas con idéntica euforia que sus exitosas compañeras de reparto, fueron piezas míticas como “Every You Every Me”, la espléndida “Black-Eyes”, “Teenage Angst” o incluso “Meds” las más logradas y creíbles de la noche. Una arrasadora “The Bitter End” cerrando el grueso de la actuación evidenciaba el camino para certificar triunfalmente la velada con una ristra de clásicos como añadidos, pero la banda seleccionó “Post Blue”, “Infra-Red” y una desdibujada “Test In Men” que dejaron el extraño regusto de lo que pudo haber sido y no fue.

Incuestionable disfrute en cualquier caso del mítico grupo de los 90 en las distancias cortas, a lo largo de una ejercicio de eufórica nostalgia que podría (y debería) haber sido más generoso en duración, sobre todo atendiendo a la cantidad de himnos escaqueados tras apenas ochenta minutos.

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