Rauelsson – La siembra, la espera y la cosecha (Hush Records/Green Ufos)

«La siembra, la espera y la cosecha es un disco cocinado a fuego lento, sincero, que responde a la voluntad de trabajar de forma sencilla con un número limitado de instrumentos acústicos». Así describe la distribuidora musical Green Ufos el primer LP de Rauelsson. Una descripción que se aplica a cada una de las canciones del proyecto musical de Raúl Pastor, quien hasta ahora había publicado dos EP: Debutantes Tiempo & Pacifico. Éste es un disco de pop folk que se podría definir en una palabra como intimista. La siembra, la espera y la cosecha está rodeado por una aureola de nostalgia con cantos a la naturaleza «como respuesta a la fragilidad de la vida», tal como expresó Pastor.

La siembra, la espera y la cosecha se convierte en guía melancólica y compañero de viaje para los que se regocijan en la tristeza y en el anhelo de un tiempo mejor. La tierna voz de Raúl Pastor nos lleva hasta un denso bosque ancestral; verde, muy verde, con riachuelos, animales estrambóticos y un precioso paraje para detenerse, observar y esperar. Para darle aún más fuerza y sencillez, Pastor grabó en España algunas voces del disco en una masía antigua de paredes de piedra y envuelto por unas montañas que le sirvieron de inspiración y están muy presentes en su álbum. Asimismo, el disco fue grabado en los estudios Type Foundry en Portland (Oregon) en el invierno de 2009 y fue producido por Adam Selzer, quien también trabajó con M. Ward. Está latente en el álbum las similitudes de Rauelsson con las canciones más intimistas de M. Ward sobre todo de su Hold time (2009).

«Y fui de mar en mar y nos deshicimos de todos los nudos viejos» canta en una de mis canciones preferidas del álbum: «El río de los nudos». Hablar de los mejores temas del disco como «Debutantes», «Casi la cosecha» y «Lápices sin punta» es referirse a las once canciones del álbum. La siembra, la espera y la cosecha sigue la misma dinámica melódica, acústica y cercana con ritmos en su mayoría lentos.

La siembra, la espera y la cosecha se merece una oportunidad y ameniza, en tiempos del «ahora ya», de lo instantáneo y lo efímero, los momentos de paz y tranquilidad, así como los más tristes.

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