Remate – On Junk (Limbo Starr)

Mi primer contacto con Remate fue en su gira como telonero de Mark Olson y Victoria Williams en la sala El Sol. Su corta e intensa actuación ya me llamó la atención: desnudo, tímido y agradecido por poder tocar el teclado del ex-Jayhawks, este personalísimo orfebre de folk era el epicentro de una tensión emocional impregnada por el aroma de las que no aspiran a grandes ínfulas, de las de andar por casa.

El segundo encuentro fue más placentero aún por anecdótico que parezca: se trataba de una entrevista que pude leer en una publicación impresa, aún la recuerdo, y es más, entre papeles y reminiscencias la he querido recuperar para rememorar unas declaraciones inteligentes, de las que hacen que te des cuenta que no todo es cartón piedra entre los artistas, que mucho más allá de una obra hay una motivación, un qué decir, una justificación visceral que permite ahondar hasta la casquería de entrañas que alberga una persona y poder entender, padecer y admirar a alguien que hasta ese momento era una dosis más de intrascendencia que paseaba de puntillas por tu vida. Es evidente que perlas hechas afirmación como “me escapo con la música que es mi sueño y no tiene por qué ser menos verdad que la vida” o “no puedo aguantar a los que necesitan compañía para todo” no habitan en la boca de cualquier músico actual y son un agradable bálsamo ante tanta mediocridad y traspiés de inofensiva moralina neo-catecumenal con los que nos obsequian demasiados mequetrefes.

Tras la unánime exaltación que produjo el pasado año su segundo trabajo, Ballads don’t change things –enorme título, por cierto- que le valió la denominación de Will Oldham hispano por su desnudez, placidez e imaginería de desván, nos enfrentamos al que debe ser su disco de confirmación: On Junk. Remate, esta entrañable y bizarra Rara Avis, ha vuelto a envolvernos en un universo que nos evoca el realismo mágico de Juan Rulfo en el plano musical, un viaje sin retorno al críptico interior de un alquimista que transforma el silencio en susurro pautadamente, sin sobresaltos, con las alforjas repletas de armónicas, pianos, sintetizadores y guitarras al encuentro de una minúscula morada de papel de estraza en la que es difícil penetrar.

El incombustible Paco Loco a la producción y la compañía inestimable de Kike Pierrot (batería de PAL) y Muni Camón a las voces, han sido los mimbres que ayudaron a cultivar una grabación rigurosamente directa durante cuatro días, a la vieja usanza, en una sola toma la mayoría de veces (“¡A Positivar!”, Ed Wood in my mind).

Todo esta puesta en situación de poco vale si a la hora de pinchar On Junk, a pesar de bonitas tonadas de bolsillo (“I will never let you drown” , “The way you are” o “Our shod is not appropriate”) y temas redondos (“Ii yield the needle and the pain”), el estímulo generado no produce la respuesta deseada por el artista en mi paladar auditivo amenazado por la abulia ante tanta “probeta-salva-géneros-musicales”; quizá está aún cerca la conmoción ventricular que me dejó los ojos y el corazón resecos en el Teatro Canciller hace tres días con la experiencia del directo de Sigur Rós. La evidencia de la épica epidérmica vs. mis problemas con el beluga. Por una vez, usted tiene la respuesta: yo no voy.

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