Soleá Morente y Los Evangelistas

Enrique Morente siempre va a estar presente, es una energía muy potente, una persona que ha aportado muchísimas cosas a la música, a la vida, y siempre va a estar ahí inspirándonos como fuente inagotable

No estábamos a punto de ver un concierto de rock. Pero tampoco un espectáculo flamenco, ni una demostración de que la fusión sigue siendo necesaria en cualquier género. Sin embargo, lo que vimos fue todo eso y más. Soleá Morente, descendiente directa de una divinidad musical, acudió a la cita respaldada por su madre,  Aurora Carbonell «La Pelota», responsable de los dos lienzos que sirven de sendas portadas a los trabajos publicados por los Evangelistas, uno de cuyos ideólogos, el ilustre Antonio Arias (ex 091 y líder de Lagartija Nick), ejerce junto a ella de portavoz de un proyecto que crece con su aportación.
 
Presagiando grandes momentos futuros, intentamos que nos dejaran claro el papel real que intenta cumplir una banda de estas características.
 
Puede parecer extraño, pero aún hay gente que después de haber publicado este segundo disco con el nombre de los Evangelistas aún no sabe exactamente qué pretendéis con este proyecto, porque no se trata solo de honrar la memoria y la obra de Enrique Morente.
 
Soleá Morente: Lo que se pretende yo creo que es hacer música, que es lo que sabemos y lo que somos, y este EP de cinco temas que se llama «Encuentro» es una extensión del primero, «Homenaje a Enrique Morente», que hacen los Evangelistas. A raíz de esa conexión que hubo y de las dos colaboraciones que hice con ellos fuimos encontrándonos y fueron surgiendo nuevas canciones. De ahí este encuentro que no podría definir exactamente con palabras sino como música.
 
Antonio Arias: Esas cosas o suenan o no suenan. Yo creo que también con la experiencia con Morente fue así, lo sabe Aurora, lo sabe Soleá y lo sabemos todos. Desde que nos juntamos todos al principio ya sonaba bien, por lo menos de una manera que a nosotros nos satisface y nos aporta, y yo creo que también podemos aportar nosotros, no es una cosa que solo nos satisface a nosotros sino que todo lo aprendido con Morente puede seguir aportando, no solo recibes esa experiencia musical sino que puedes compartirla. No sé si se puede llamar código o como sea, pero siempre que nos juntábamos con Morente sonaba así, sonaba genial y esa experiencia queremos trascenderla y no solamente que trascienda en nosotros, sino que puede que sea un paso a otra generación, y puede que sea un paso eterno, porque la música es eterna.
 
En tu caso, Antonio, ya viene dicha experiencia del «Omega», que significó un punto y aparte no solo en tu carrera sino en la manera de entender la música en España.
 
Antonio: Fue un disco muy querido por la gente, a mí lo que más me han dicho siempre es que «es el disco que más he regalado», y yo lo puedo seguir oyendo y sigue emocionándome porque tiene esa capacidad de la música y del repertorio de Morente, sobre todo esa carga de atracción o por lo menos de hacerse comprender. No sé si él da más música que otros, no sé lo que da, pero musicalmente te ayuda muchísimo, te da muchas guías para entenderlo y como alguna vez le dije a él: «Cuanto más tiempo estoy contigo más me conozco a mí y menos te conozco a ti».
 
Es obvio que describir en pocas palabras (o en muchas) quién era Morente y por qué sigue vivo en cada esquina o en cada rincón de Granada es tarea imposible. ¿Es uno de esos artistas eternos?
 
Soleá: Siempre. Siempre va a estar presente, es una energía muy potente, una persona que ha aportado muchísimas cosas a la música, a la vida, y siempre va a estar ahí inspirándonos como fuente inagotable.
 
De sabiduría musical y literaria, porque «Omega» no era un disco de flamenco ni de psicodelia, ni de poesía, ni siquiera un homenaje a Leonard Cohen, sino que era todo eso y mucho más.
 
Antonio: Es todo lo que acabas de decir, todo lo que sugiere. En ese álbum si se hubiera centrado Enrique en la parte más rock hubiéramos tenido un disco cuádruple solo de rock; si se hubiera centrado en la parte de Leonard Cohen habrían salido cuatro discos dedicados a Cohen… Es todo lo que sugieren los elementos que quería tener en ese momento. Yo entonces era más dylanita, él fue quien me inculcó el gusto por Leonard Cohen, es decir, son todos los caminos posibles, es en sí una especie de multiverso, todos los caminos por los que se puede pasar.
 
Porque yo no sé si se puede cantar mejor una seguiriya que la de «Aqueos los golpes» o si se puede ser más puro, pero al mismo tiempo convierte a todos los modernos, y los convierte al flamenco como conversos, como fanáticos. Es lo que ha dicho ella, esa energía sigue estando ahí, es una energía creadora que en él se extendía a los cientos que estábamos a su alrededor, tenías suerte si podías coincidir con él y seguir haciendo cosas. Yo siempre me he sentido afortunado de poder estar durante tantísimos años tocando con él, porque la experiencia en disco era muy buena pero en directo era mejor, era bestial y seguía ocurriendo una y otra vez.
 
Hasta llegó a estar en un escenario tocando con Sonic Youth, que en su momento fue algo que chocó a los más puristas. No era un flamenco propiamente dicho, sino un músico en toda la extensión de la palabra.
 
Soleá: Era un genio. A lo mejor suena un poco exagerada la palabra, pero es la que tengo para definir a una persona tan grande, con una apertura y una inteligencia tan potente. Estaba abierto a todo, era todo ganas de investigar, de conocer todos los campos a través del cante, porque mi padre era el cante flamenco, era su palabra y su bandera. Y ahí está el mérito, que nunca se desvió del cante flamenco.
 
Antonio: A nosotros sí que nos desvió a todos (Risas).
 
Soleá: Antonio se ha vuelto el más flamenco, el granaino más flamenco de todos.
 
Era difícil pensar, sobre todo al escuchar los primeros discos de Lagartija Nick, que la carrera de Antonio diera ese giro. ¿Para ti también fue tan sorprendente?
 
Antonio: Estábamos recordando viejos tiempos. Yo había trabajado en un grupo en los ochenta en que compartíamos manager Enrique y nosotros, ya nos conocíamos desde el año ochenta y dos, que es cuando yo conozco a Aurora y a Enrique. Fue aquel espacio tiempo en el que dices «por lo menos ya me conoces».
 
Soleá: Antonio se volvió flamenco y mi padre se volvió rockero, mi padre se sentía rockero y amaba el rock y yo creo que hubo ahí un intercambio de papeles.
 
Antonio: Enrique era rockero, pero también porque lo que es en el lenguaje musical, en cuanto veía cualquier música que le rodeaba enseguida conectaba y tenía una capacidad didáctica, enseguida quería aprender para poder disfrutar. El flamenco, a diferencia del rock, si le pones un poquito de interés, es como un mundo de mil dimensiones, o quizás yo por lo menos lo veo así.
 



Estamos hablando de un contexto geográfico propicio para el flamenco y para el rock. Ahí está la historia de Granada como foco del que nacen tantas y tantas bandas fundamentales, y la mayoría relacionadas entre sí. ¿Era cuestión de tiempo que esa convivencia de géneros fructificara en algo tan creativo?
 
Antonio: Generacionalmente, en cuanto nosotros existimos, ya en Granada están todos esos músicos como Morente o Miguel Ríos, que se conocían, pero yo por lo menos no los disocio desde que me conozco, y mis héroes musicales no tienes que salir muy fuera de aquí para conocerlos.
 
¿Por qué desde algunas trincheras del rock se sigue considerando profano todo lo que huele a flamenco?
 
Antonio: Quizás por eso, porque el flamenco no necesita al rock pero el rock sí necesita al flamenco. El flamenco necesita una parte de ti para establecer la comunicación, no es que sea una cosa difícil pero porque ya te digo, ocurre en un momento en el que una seguiriya te parece la cosa más bonita y más dulce y al principio si no comprendes muy bien cómo va un poco el ritmo y no tienes un poco de interés, puede generar rechazo en alguien que no lo conozca, pero es futuro material converso.
 
Cantar sí que has cantado mucho, pero es la primera vez que grabas un disco bajo tu nombre: Soleá Morente.
 
Soleá: Sí. Estaba haciendo un disco con mi padre que no llegué a terminar y que estoy retomando ahora, pero este es el primer trabajo discográfico. Bueno, había cantado haciendo coros con Estrella y con mi padre pero es el primero y además no me lo esperaba, estoy muy contenta y disfrutándolo mucho.
 
¿Con perspectivas de futuro ya volando en solitario, sin la etiqueta de los Evangelistas?
 
Soleá: Sí, claro. Ahora mismo estoy en pleno proceso de aprendizaje, viendo por dónde van los tiros conmigo misma, que ni yo lo sé, pero en la música seguro.
 
Este proyecto nació como un homenaje y ahora crece como apéndice, con un disco de apenas cinco canciones, remezclas aparte. ¿Nos lo tomamos como un trabajo intermedio o como una obra completa en sí misma?
 
Antonio: Bueno, esa es otra provocación más, para que digan «¿a que faltan cinco?». Esto suele ser el principio, pero también porque nosotros necesitábamos por lo menos musicalmente lo que hemos comentado, aportar algo que para nosotros fuera distinto, aunque para la mayoría no lo sea. Es crear una opción y una visión única dentro del rock y de lo que hacemos en el mundo.
 
Y de entroncar sonidos también alejados geográficamente, porque en los Evangelistas hay mucha huella de la música americana y algunos temas son pura psicodelia.
 
Antonio: Es ese ambiente psicodélico que hablábamos antes al citar «Omega», esas texturas, esos acoples, esas armonías… es muy psicodélico, una especie de flamenco místico, una visión mística del flamenco que yo creo que quien mejor la ha reflejado es Morente en su misa flamenca. Hay muchísimos discos de misas flamencas, muchísimos y de muchísimas maneras, pero donde se encuentra esa parte filosófica de «Kyrie» o del «Agnus dei» que abre una visión mística es en la misa flamenca, donde se produce esa apertura, porque el principio de «Omega» tiene mucho que ver con el principio de «Kyrie».
 
¿Fue difícil adaptar las canciones de Morente, incluso las que dejó sin grabar, al concepto que teníais en mente con los Evangelistas?
 
Antonio: No, una vez que nos salía así pues cuando nos juntamos nos seguía saliendo. Yo a Aurora y a Soleá las conozco, aparte de personalmente, en los escenarios, desde el primer «Omega» hasta el último nos hemos visto siempre y ahí también desarrollas unos códigos de entendimiento que en cuanto hay comunicación…
 
Soleá: Es como dejarse llevar y al revés, más que difícil es placentero, está siendo toda una experiencia.
 
Antonio: A lo mejor puedes pensar que estás atravesando un fuego y que no lo vas a pasar, pero una vez lo has pasado esa vivencia ya queda dentro de ti, como aquella canción que dice que una vez se consigue, tan solo es humo. Una vez que lo consigues ya lo tienes asimilado, pero mientras parece que vas a arder en ese fuego. Ardes artísticamente y sales renacido como el Ave Fénix.
 
La primera vez que os vimos en directo fue en la presentación de hace un par de años en la Noche Blanca del Flamenco en Córdoba, recuerdo que no fuisteis especialmente bien recibidos. O, mejor dicho, entendidos.
 
Antonio: Ese fue también uno de los principios del proyecto. Como en la Noche Blanca querían homenajear a Morente, había diferentes ideas y la mejor era crear algo absolutamente nuevo sobre versiones, que en realidad ya se había hablado con Morente en su momento. Eran Enrique Morente y los de La Chana, que era abarcar más persianas en este caso. Pero la gente en ese concierto lo estaba oyendo de primeras, pobreticos, aunque esa es la propuesta, que se acerquen a la discografía de Enrique, tanto a los primeros discos como a los últimos, y esa magia tiene que ocurrir porque se despierta enseguida. Si te pueden gustar algunas de las versiones que hacemos, cuando oigas las originales vas a flipar. Esa también es la idea, de vocación y de predicar la palabra musical, porque hay un pequeño guiño a su ateísmo.
 
¿Tiene la suficiente profundidad este proyecto como para anunciar muchos más discos? ¿O las cosas pueden tomar otro rumbo después del homenaje que ya habéis hecho?
 
Soleá: Pues como todo ha ido surgiendo sobre la marcha, sin pretensión ninguna y un poco por energía, no nos sentamos a pensar si vamos a hacer esto o lo otro, todo puede ser.
 
Antonio: Nosotros también provocamos continuamente esa continuidad. Ella también está muy ocupada, pero en cuanto nos juntamos siempre hay material que queremos retomar. Aquí haremos alguna que nos ha salido, como «Un pastorcillo», y vamos a intentar provocar.
 

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