The Jayhawks + Salto (La Rambleta) Valencia 17/07/2021

Debo confesarlo: hace años que me dije a mi mismo que si no veía más a The Jayhawks sobre un escenario, no pasaba absolutamente nada. Había algo en el aire de trámite administrativo, en la competente pero insustancial profesionalidad que desplegaba la banda al repasar su cancionero cuando les vi reunidos (sin Mark Olson) en 2015, que la verdad, todo ello me sugería fuertemente que podía invertir tiempo y dinero en ver un buen montón de cosas con más alma.

No obstante, se juntaron varias cosas: XOXO, su último disco, la verdad es que no está mal, algunas de sus canciones incluso pueden mantener el tipo ante sus clásicos noventeros; tampoco es desdeñable el hecho de que tras mucho, mucho tiempo, de sequía de conciertos internacionales, ahora algunos artistas, de la mano de valientes promotores, hayan cogido sus maletas para visitar nuestro país a través de un cuidado circuito de recintos seguros con su aforo reducido. Las cosas no están para ponerse exquisito y oiga, donde antes había fría profesionalidad ahora puede haber entrañable veteranía ¿Por qué no darles otra oportunidad?

Además, días antes de esta cita se anunciaba algo que añadía aliciente: nada menos que Germán Salto, artesano pop patrio bastante favorito de este que les escribe iba a estar con banda completa abriendo el show para los de Minneapolis.Tuvo el de Madrid que lidiar con las idas y venidas del público, acomodado paulatinamente según las reglas pandémicas. Y ya se sabe, concierto viejuno: gente mayor para la cual estos acontecimientos son más sociales que culturales. Si uno es el que se ocupa de hacer tiempo, además, para que se llene la sala de cara a los protagonistas del cartel, menudo papelón tiene. Pero de ahí su mérito: Germán tiene unas canciones sobradamente burbujeantes -y del potencial gusto de este respetable- como para hacer levantar la ceja, según iban entrando, a todos los presentes. Le conocieran o no.

Desgranó así un pequeño repertorio de siete canciones que hizo gala de toda su erudición pop, que tiene mucho que ver con The Byrds, Big Star, Dwight Twilley, Tom Petty, The Greenberry Woods o Gospelbeach y que con la maravillosa “Her man”, segunda en la lista, alcanzó tal pico, que casi empezó a pasar de ser telonero a cabeza de cartel. Canciones como la también procedente de su Far From The Echoes (2017) “Home again” siguieron reivindicando el buen hacer de este orfebre del pop guitarrero de corte clásico que además para cerrar su concierto se guardaba un as en la manga: dos canciones nuevas y por primera vez, en castellano. Algo que le sienta bien y decididamente hace esperar con ganas un nuevo disco que parece ya estar listo para salir a la luz.

Tras Salto, algo de espera -quizá más de lo deseable- por los anfitriones, que al fin salieron para ser recibidos con ovación por una Rambleta llena de fans irredentos. Su romance con el público español dudo que tenga parangón allí donde vayan, quizá por eso han elegido nuestro país para esta larga gira y precisamente València, donde saben que tienen un público entregado, para la siempre importante velada de sábado.

Pese a ello, cierto titubeo inicial me hizo preguntarme si esa fría profesionalidad, ese tufillo a “estamos en esto por la pasta”, volvería a gobernar su acto, pero tras iniciar con dos dianas aseguradas como “I’m gonna make you love me” y “Stumbling into the dark” la cosa se caldeó ya lo suficiente como para que “This forgotten town” subiera el listón y su primer guiño al disco más querido por su público, Tomorrow The Green Grass, con “Two hearts” sonara lo suficientemente convincente como para que uno se diera cuenta de que ya no son gente que simplemente se tolera, sino que son compañeros de fatigas que se sienten cómodos tocando juntos.

Eso también se desprende, en cierto modo, de su último disco, pero sobre todo no olvidemos que en estos días todo artista que pueda subirse a un escenario -y no digamos ya hacer una gira internacional- tiene ese halo de agradecimiento al hacerlo que desprende un sano y balsámico buenrollismo que es muy de agradecer. Algo de lo que no estaban exentos esta versión cuarteto de los Jayhawks, que dejaba, no sin cierto vacío, sobre un Louris más que versátil toda la tarea de las seis cuerdas.

La verdad es que la banda goza de una sinergia encomiable que además el buen hacer de sus técnicos y el ya de por sí buen sonido de este auditorio se encargaron de ensalzar. Sonó, por tanto, especialmente intensa esa joya oscura de su repertorio que es “The man who loved life”, con una intro larga que dejó ver el alma de una banda que tampoco es que necesite mucho más que su cancionero y profesionalidad para convencer a su entregada audiencia, pero ellos le echaron elegancia y una veteranía que podríamos calificar, como decíamos, de “entrañable”. Está claro que ya no son los mejores amigos del mundo, que están juntos para ganarse la vida, pero lo hacen con gusto y eso se transmite. Acudieron a la fiesta magníficamente hilvanadas “Tampa to Tulsa”, “For all the right reasons”, que un Louris de lo más romántico dedicó a su esposa, o la muy esperada “I’d run away” (de nuevo el disco verde).

Tampoco faltaron determinados números en que el protagonismo se repartía entre todas las piezas de la banda, con su batería Tim O’Reagan cantando un par de temas, su teclista Karen Grotberg haciendo lo propio en la bonita “Across my field” o el reconocimiento por Louris de la autoría del bajista, Marc Perlman, su compañero de fatigas desde el origen de la banda, de un tema tan relevante como “Trouble”. Todos tuvieron sus minutos de fama en un repertorio equilibrado que dejaba poco en el tintero e incluso permitió algunas sorpresas. Sonó “Smile” con un feeling muy Crazy Horse, “Quiet corners and empty spaces” demostrando que algunas de sus piezas tardías no desentonan nada junto a sus clásicos, “Everybody knows”, escrita por Louris para las Dixie Chicks o por supuesto las imprescindibles “Angeline”, “Blue” o “Tailspin”, trío de ases tras el cual se produjo el siempre guionizado abandono del escenario. Lo retomó Louris sólo, que interpretó una sentida versión acústica de aquél “Listen Joe”, compuesta para Golden Smog, la superbanda que formó en los noventa junto a gente como Dan Murphy (Soul Asylum) o Jeff Tweedy (Wilco).

Se incorporó Karen al escenario para juntos desgranar la delicada “Broken harpoon” y ya con todos otra recuperación de Golden Smog, nada menos que la poderosa “Until you came along”, de lo mejorcito que ha aportado a su cancionero un artesano pop como Louris. Y al final, el momento controvertido: lo que el público espera con ansia y lo que el músico detesta. Debe ser difícil para una banda con canciones propias tan buenas como las tienen The Jayhawks que su único gran éxito sea una versión de una banda hard rockera de los años 70, pero así es en este caso y lamentablemente, mucha gente ha acudido a su concierto a escucharles tocar “Bad time” y cuatro más, pero sobre todo, esa. Ellos, claro, se lo toman como un formulario que hay que rellenar y es una pena, porque la improvisada jam que montaron con Juancho López, su tour manager, al bajo y Pearlman a la guitarra sonó deslavazada y algo auto paródica, empañando un poco un excelente concierto. La gente , no obstante, no dio importancia a lo anecdótico de esa cuestión y, teniendo en cuenta lo demás, todo el mundo salió con una mirada brillante tras su mascarilla que a falta de sonrisa sugería una profunda, sincera, satisfacción. Al fin y al cabo la vida se ha convertido últimamente en aprovechar estos pequeños momentos mientras nos dejan.

Fotos: Susana Godoy

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