Yellowcard – Lights and sounds (EMI)

Se supone que Light and sounds es el disco con el que Yellowcard, esa banda de punk-pop con violines, alcanzan la madurez. En realidad se antoja improbable que trasciendan del público adolescente, si es eso lo que pretenden. Empiezan con un instrumental a base de piano y violín, intentan colar sus arreglos de cuerda y viento, se lanzan con algún tema sobre Irak aprovechando la puerta que abrió el American Idito y por el camino no encuentran ningún atisbo de verosimilitud que les permita sostener el conjunto. Los únicos momentos digeribles de Lights and sounds se producen cuando la banda se centra en el punk-pop más académico y halla tres o cuatro melodías afortunadas que, ejecutadas con la aceleración adecuada, entretienen durante cinco escuchas o tal vez seis.

Por lo demás, el disco naufraga en la búsqueda de la personalidad. El mencionado violín se mantiene comedido y en segundo plano durante la mayor parte del tiempo. Y cuando aparece, a veces junto a trompetas y flautas, no funciona para refrescar los lugares comunes que recorre. Luego está la canción “Two weeks from twenty”, sobre un tal Jimmy que se alista y muere en Irak. Es casi tan facilona, pueril y embarazosa como aquella de Connor Oberst sobre el presidente Bush hablando con Dios. El título del tema “Martin Sheen or JFK” sugiere que a lo mejor estos Yellowcard han visto algún capítulo de “El ala oeste de la Casa Blanca”, pero luego la letra no tiene absolutamente nada que ver. Desconcertante. Y lo de mezclar la imaginería del 11-S con temas sobre amores adolescentes ya no tiene nombre. El último tramo del disco deambula entre baladas autocomplacientes, incluyendo la colaboración con una de las Dixie Chicks para rematar la incoherencia e imprecisión general. Lights and sounds dura 53 minutos. Eso es, en la teoría y en la práctica, una duración inadmisible para un disco de punk-pop desenfocado. Con violines o sin ellos.

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