Za! – Megaflow (Acuarela)

En la contraportada del “Yanqui U.X.O” de los Godspeed You! Black Emperor hay un curioso diagrama donde se muestran las insospechadas conexiones que tienen las mayores discográficas del mundo con empresas relacionadas con el complejo industrial-militar. Algo similar aparece en la portada del nuevo disco de los Za!, solo que esta vez no se pretende hacer sentir cómplice del sistema a quien compre su disco si no dibujar una suerte de biografía del grupo reconociendo influencias y mostrando sinceros homenajes.

Después de sorprender agradabilísimamente con su anterior disco, Macumba o Muerte (2009), y completada la predicación de ese disco con la evangelizadora tarea de enseñar al incrédulo mediante su aplastante directo, Spazzfrica Ehd y Papadupau vuelven elevando el listón un poco más. O bajándolo si se prefiere hacer la analogía con el juego del limbo. La no-fórmula sigue siendo parecida. En un caldero se arrojan los discos más inclasificables de la tienda: free jazz, noise rock, hard metal o folk psicodélico del delta del Mekong, casi cualquier cosa vale mientras tenga el suficiente flow y sea luna nueva. Esta vez el resultado es engañosamente más fácil de deglutir que sus discos anteriores. Y es que al final, cuando uno cree tener el disco domesticado, se comprende que Megaflow es bastante más exigente y mucho más trabajado. La Pachamama, la pequeña diosa particular del disco, sacia con abundancia a sus fieles pero a cambio exige mayor estudio de su culto y unas normas más rigurosas. Las repetidas escuchas arrojan resultados crecientes. Lo que han perdido en inmediatez lo han ganado en profundidad mejorando notablemente las estructuras y melodías. Se descubren continuamente nuevas notas, acordes, instrumentos, detalles que sorprenden por su abundancia y sabiduría en un grupo de aforo tan limitado y directo tan exigente. Intentar ahondar en el origen de tal o cual sonido al final siempre nos lleva a girar en círculos sobre nosotros mismos como místicos sufíes.

Megaflow puede ser o no la culminación de un experimento que ha llevado a los Za! a los límites de un sonido tan particular como difícil como gratificante. En sus manos está seguir retorciendo al monstruo o cabalgar hasta nuevos castillos donde nuevas princesas aguardan a ser rescatadas. Mientras, a nosotros nos queda el disfrute y el deseo que el diagrama de los Za! se complique hasta el infinito.

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