La estética del eurodance a través de sus videoclips
Si bien la máxima expresión del eurodance acabó retomando el flúor del acid house, su predecesor popular en la música electrónica de baile, durante los primeros años de incipiente desarrollo del género como tal, su estética tuvo mucho más que ver con la oscuridad y lo subterráneo vinculado a lo underground más que a una continuidad del color y la fiesta al aire libre de aquel cercano Verano del Amor de 1988. Como si de una reivindicación se tratase, el eurodance decidió crecer desde las cuevas más que desde la visibilidad, aunque su vaticinada popularización, fruto de la accesibilidad de las radiofórmulas, la ligereza y la celebración festiva que fue alcanzando con el tiempo, limitase su periodo más puro a los primeros años de los 90.
Por entonces, la influencia del electro y la música de más imaginería espacial todavía coleaba, junto con la rama más industrial que agonizaba con el Hi-Nrg y el EBM más depurado, aderezado con una aceptación casi tradicional de lo vampírico y onírico como símbolo de lo subterráneo, llevaron a la creación de una estética muy definida del eurodance. Esos momentos de un incipiente género en construcción dejaban de lado aquella felicidad y colorido que destilaban los videos de Technotronic o del “I Can’t Stand It” de los primeros Twenty 4 Seven para ir creando una propia identidad.
Lógicamente, la radicalidad del baile como epicentro de la propuesta acabó por incorporar numerosas coreografías y bailes en los clubes, pero, sobre todo, en los videoclips, un medio que se había consolidado entre la juventud que devoraba horas y horas de MTV, VH1 o VIVA. Así, asistimos a una invasión de videos promocionales de tintes oscuros, pero festivos, y de música y baile desenfrenados para enmarcar lo que se consolidó como fórmula infalible: chica que canta, chico que rapea. Los epicentros de Alemania, Bélgica y Países Bajos (sobre todo estos últimos) dejaron por las pantallas combos memorables. Este viaje recorre esa estética, coreografía y entornos a través de once producciones audiovisuales del eurodance y repasa, de paso, algunos de sus temas fundamentales.
2 Unlimited – Twilight Zone (1992)
Videoclip imprescindible para entender la influencia y transición en la vestimenta desde el acid house de hacía unos años en el género. Estéticamente, las indumentarias de todos los que en él aparecen, así como las coreografías, no pueden engañar al espectador, situándolo en un momento en el que se apuntaba al final de los rasgos más house a favor de unas propuestas renovadoras. No es de extrañar que, en esa época, fluyeran videos y temas similares adscritos a nombres que evolucionarían sus propuestas a golpe subterráneo.
Snap! – Rhythm Is A Dancer
Rodado en Cabo Cañaveral, la referencia espacial venía también dada por el uso del sampler de “Automan” de Newcleus. Sin embargo, las coreografías interpretadas por los androides y los robots darían todavía mucha más fuerza a la idea de un universo algo intrigante, con ese resto estético de los ufológicos años 80, la noche y, en definitiva, la concepción del entorno de una música de club de principios de los 90 que quería alejarse de cierta velocidad y violencia integrando, cómo no, el clásico dúo como cóctel entre el hip house y el elemento más melódico.
Culture Beat – Mr. Vain (1993)
Quizá uno de los videoclips que mejor mostraron esa primera estética ya más propia del eurodance, más vinculada con lo subterráneo, al que le quedaba todavía un poco para llegar a las puertas de la popularización. La fiesta de tintes vampíricos, aderezadas de un vestuario que bien podía aludir a reminiscencias neorrománticas, mantenía todos los elementos posibles del género en su aspecto audiovisual: coreografía y baile desenfrenados, diferenciación entre los pasajes rapeados y una oscuridad y misterio que se mantendría todavía algo lejos de la luz del mainstream.
Haddaway – What Is Love? (1993)
De dónde venía esa atracción del eurodance por el mundo de los vampiros no se sabe con absoluta certeza. Podría tener que ver con la relación de la electrónica y el mundo gótico, uno de los caldos de cultivo de los géneros de baile de la segunda mitad de los 80. Si bien la parte más visual podría haberse mantenido con los años, la clara progresiva edulcoración de la escena electrónica llevaba a que, como en este video, que ponía imágenes a uno de los temas más reconocibles del género, se alternaran los bailes y se comenzara a prever la estética de club que, durante unos años, estuvo monopolizada por robots, androides y seres de la noche.
Ice MC – It’s a Rainy Day (1994)
Otra de las grandes joyas vampíricas fue esta historia de 1994 de entes del inframundo y siniestros personajes que se entremezclaban con esa realidad, más o menos ya establecida en el género, de juventud yendo hacia la luz. Aun así, la propuesta estética seguía más cerca del club subterráneo y lo gótico (como también ocurría en el video de “Think About The Way”), a pesar del atuendo del bueno de Ice MC, que contrarrestaba notablemente con los tocados de vampiro y un organista que nada tenía que envidiar a Maese Pérez. Pero sí, la luz estaba cerca, porque al final, como rezaba el tema, “el sol siempre brillará”.
Pharao – There Is A Star (1994)
Para la ocasión, Pharao decidió ir con todo en el sencillo que les aupó a las radiofórmulas. Y
lo hizo con una evidente relación entre su nombre y la propuesta de la historia que contaba en “There Is A Star”. Sin embargo, más allá de la clara alusión al mundo egipcio, la relación estética del movimiento con el videoclip venía refrendada por los tocados y un vestuario más cercano a lo dorado plastificado que al cuero, que mostraba cierta evolución festiva y que incluso se interrumpía a veces con la aparición casi siniestra de elementos industriales en forma de bailarín cercano al liquidador robótico que tan popular fue al inicio de la década.
La Bouche – Sweet Dreams (1994)
De nuevo, elementos egipcios rozando cierto horterismo, pero, esta vez, acompañados de un sinfín de estéticas orientales y exóticas, desde las pieles de leopardo, guacamayos y danzarinas camboyanas hasta mobiliario dorado, indumentaria del África subsahariana y velas. Este video de La Bouche apoyó al grupo a su estrellato en EE.UU., mercado algo difícil para el eurodance, y, de paso, confirmó que todo valía si con ello existía la diversión y que daba igual si el resultado era tan ecléctico que hasta parecía propio y exclusivo de la escena.
2 Unlimited – The Real Thing (1994)
Precisamente de esa estética industrial se sirvieron unos renovadísimos 2 Unlimited para ilustrar uno de sus temas más célebres y acelerados. A las coreografías casi secundarias y a las indumentarias habituales y metálicas, se les sumaba un elemento un tanto inquietante: un teclista entubado y con claras reminiscencias, ya no solo del mundo industrial representado por la máscara antigás y los tubos, sino también de referencias al cyberpunk y a esa disposición tecnológica que se había visto en los primeros videoclips eurodance de Snap!
2 Brothers On The 4th Floor – Dreams (Will Come Alive)
El combo neerlandés (y los productores que estaban detrás) fue de los primeros que entendió que el mensaje que se podía dar sería quizá más eficaz con algo más de luz que sacase de lo subterráneo al género. No les costaría mucho, ya que las tablas estaban listas para ello, y por eso para mediados de la década comenzó cierta separación entre lo más oscuro y esa luminosidad. En el videoclip de su gran éxito “Dreams” se veían DeLoreans, trajes blancos y de cuero, redes cibernéticas y una coloración previa al neonoir (tan en boga ahora) que hacía de esta pieza el punto claro en el que situar un antes y un después en la estética eurodance.
Captain Hollywood Project – Find Another Way (1995)
Más allá de la progresiva división entre propuestas más aceleradas que acabarían en subgéneros como el happy hardcore o las coloridas más propias de radiofórmulas, el eurodance siempre abrazó estéticamente una revolución digital en ciernes (y nunca se olvidó de la robótica). En parte, algunos intentaban hacerlo más evidente con el uso de los nuevos programas de 3D, como el empleado en este videoclip que seguía reflejando cierta oscuridad y distopía tecnológica de los escenarios en los que se movía parte del movimiento, pero con un resultado futurista muy loable para la época.
U96 – Love Religion (1996)
Estos alemanes impulsaron desde el eurodance más comedido de sus primeras producciones una serie de elementos más electrizantes al género. La supresión de la voz masculina y un mayor cariz techno llegaron a su punto culminante en este tema cuyo video expresa ya una clara ambición de cultura de club, pero desde la integridad underground y siguiendo con cierta obsesión distópica. Siendo cierto que estilísticamente podía estar alejado de esa festividad e inocencia que se le presuponía al eurodance de después de mitad de la década, las referencias berlinesas, la agresividad en el baile y esas reminiscencias oscuras sitúan a este videoclip entre los mejores de la época.
La década había pasado por poco su meridiano central y el eurodance prácticamente había dejado de existir como se reflejaba en su concepción inicial. Las duplas dejaron paso a unas producciones más centradas en una sola voz, con un enfoque mucho más musical y machacón y con una inclinación hacia la velocidad que inundaría de sudaderas con capucha las discotecas. Aquella sociedad de club que entendía como cultura una estética oscura, original e, incluso, divertida, dio paso a las marcas y a la estandarización del prêt-à-porter, como suele ocurrir en casi toda la historia. La radiofórmula fue la vida y muerte del eurodance, pero prolongaría su influencia en los clubes, aunque olvidándose paulatinamente de su imaginario.
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