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Actress (Teatros del Canal) Madrid 28/01/25

La programación de un directo A/V de Actress no deja de ser más que una buena noticia. Y lo es, básicamente, porque podemos ser testigos de una evolución casi obligada a la que sucumben, o bien se dedican en alma y visual, para una reencarnación al estilo de lo que marcan los tiempos. Con el bagaje y el historial del británico, presenciar un espectáculo de estas características no solo pone a prueba al músico en cuestión, sino también a un espectador cada vez más expuesto a este tipo de intervenciones y al que le puede llegar a resultar complicado escrutar sus preferencias.

Circunscrito en el marco de su celebrado LXXXVIII, álbum y concepto que celebra sus 25 años de carrera musical, lo que se pudo presenciar en los Teatros del Canal fue algo más clásico de lo que se podría esperar. Es decir, Actress desplegó su intento de adentrarse en el mundo del A/V sin que este pudiera, prácticamente en toda la velada, ser el centro de atención que, por el contrario, recayó más sobre su figura.

Resultó hasta contradictorio que el complemento y novedad frente a la escucha pura y simple no logre ese efecto de canalización de la mirada del público, pero la propuesta musical de Darren J. Cunningham se basta y se sobra para que nadie pueda echar de menos algo de lo que no tiene referencia. Su entrada, tranquila y de tonos atmosféricos, parecía tejer un entorno orgánico algo distante de la mecánica y el imaginario del motor que proyectaba su A/V.

Aun así, no hay que dejar de lado ese barniz de cierta lluvia ácida y referencias leves a lo industrial, punto de conexión de ambos mundos que fue desarrollándose con la irrupción de voces pregrabadas y de una percusión que adquiriría diversos matices a lo largo de la casi hora que duró su proyecto. Los beats, pausados y acelerados mientras se disparan con rigor, marcaron en su cadencia cinco fases bien diferenciadas, incidiendo desde esa organicidad a ritmo tranquilo a una retahíla que consagró el guiño al big beat, al breakbeat e, incluso, a un falso caos y desorden.

En sí, todo esto también es un homenaje, autohomenaje, a los estilos y palos que el de Wolverhampton ha ido atesorando en su repertorio y discografía, esa misma que bebe de cualquier forma de electrónica para convertirla en fino ritmo quebradizo o compendio y lugar de encuentro del house, el ambient o el leve destello dancehall. Los elementos pregrabados pasan a un segundo plano tras su aparición, casi como comparsas del dictado rítmico, si bien durante momentos de la noche protagonizan algún enjambre de carácter coral.

Quizá le deba Actress alguna inspiración en el arte pop de Peter Phillips y sus vehículos, los mismos que marcan el último compás de la actuación, alargado, con concentración masiva del productor en que no se fuera de madre ni una sola nota, ni un solo beat. Y dentro de ese viaje al que se le anticipó un falso final, Cunningham se sintió bien, realizado, porque, a pesar de que la novedad podía recaer en su proyecto audiovisual, a veces la historia pesa demasiado como para dejarse distraer por un presente por desarrollar.

Foto Actress: Álvaro de Benito

 

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