Christina Rosenvinge – Neu! Club (Madrid)

Nunca había ido a un directo de Christina Rosenvinge y creía que la revisión que se proponía a  hacer de sus clásicos (aunque después viéramos que clásicos, los justitos) se tornaba como la ocasión perfecta para abrazar la música de una de las grandes de la música española actual. Y el lugar era idílico para mi gusto, la Sala Galileo en su cara más alternativa llamada Neu! Club. El ambiente se antojaba íntimo, perfecto para el giro acústico que buscaba darle la madrileña a sus composiciones a base de la maestría de dos acompañantes de excepción, Aurora Aroca al cello y el enorme Raúl Fernández (Refree) al piano/guitarra.

Se apagan las luces y la mujer que ha hecho un pacto con el diablo deslumbra al respetable con su belleza. Abre el concierto con el primer corte de su aclamado Tu Labio Superior (2008) “La distancia adecuada”, seguida de “Negro Cinturón” del mismo álbum. Los refinados arreglos de Raúl Refree combinan a la perfección con el estilo que impregna “la Rosenvinge” en sus últimos trabajos; perfecta pareja de baile ha encontrado la blondie. Cierra la terna de entrada “Tu Sombra” de La Joven Dolores (2011), donde saca a pasear ese manejo de los graves, delicados y sencillos, que tan buenos resultados le han dado en sus dos últimos discos en español.

Es un buen comienzo, pero como ella misma comenta, ¿dónde está la revisión de esos grandes éxitos? Ahora toca. Para abrir boca la “americana” “As The Wind Blows”, siguiéndole dos pelotazos del Que me Parta un Rayo (1992), “Alguien que cuide de mí” y sobre todo “Mil Pedazos”, deconstruída con genialidad, ofreciéndonos una versión más sabrosa que la original.

Ahora sí que parece un concierto donde se recuperan viejas glorias. O eso parecía, porque después de ”apropiarse” de la bella canción catalana “Envejece”, compuesta por su compañero de tablas, vuelve a ahondar en las versiones de temas de sus últimos dos discos, mezclándolos con (muy) pequeñas dosis de clásicos, tales como “Tu por mí, yo por ti” (bonito story teller inicial) o la espinosa “Tok Tok” de Continental 62 (2006), rematando el grueso del repertorio con una interesante versión del “Hallelujah” del flamante premio Príncipe de Asturias de las Letras.

Quedan los bises, escasos en detalles para los fans más longevos. El “No lloro por ti” de su aventura musical con Nacho Vegas y la bucólica “Jorge y Yo” dan paso a un segundo bis centrado de igual manera en un tema de su penúltimo disco, la naif “Nadie Como Tú”. El cierre lo pone con su personal encuentro con la mitología y las fábulas, la preciosa “Canción del Eco”.

Este formato, el de la desnudez acústica, se le acopla como anillo al dedo, denota su comodidad sobre las tablas, consiguiendo una comunión total con su público, dónde cada palabra y cada frase alcanzan la importancia que se merecen. ¿Qué puede que esa pose de de niña buena-mala sea algo manida? ¿Qué se toque el pelo mil veces cual jovencita picarona tontorrona? A mi sinceramente me da igual. Con que siga facturando letras como las que aquí se han disfrutado, le perdono todo.

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