Ciudad Jara – Donde nace el infarto (El Último Pasillo)

La velocidad se ha convertido en ideología. Corremos hacia ninguna parte como los runners corren por las aceras. “Parad los relojes de este mundo”. Sociedad del espectáculo, individuos de la espectacularidad. “Son todos carne del rumor”. Lo mismo es momento de parar, de dejar de correr, de recapacitar hacia dónde nos llevan nuestros pasos. Siempre hay momento para volver al camino, y, sobre todo, ver que vía tomar porque esta ruta se nos está haciendo larga y lo mismo no hay vuelta atrás; “alguien sembró el camino de pena y nos duele al andar”.

Vivimos en una época portentosamente revolucionaria; pero como decía Pepe Mújica “no tiene una conducción consciente, una conducción simplemente instintiva”. Al volante están personas que ni siquiera tienen el carnet de conducir. Por eso necesitamos discos como Donde Nace el Infarto de Ciudad Jara (El último pasillo, 2020). Es la respuesta artística, una declaración ética y estética, un combate contra la velocidad.

La música que hace Pablo Ruiz es hoy más necesaria que nunca. Sí, puede que sus canciones sean incluso más necesarias que ayer: en aras del pensamiento y proyección de futuro; en aras de al menos poder pensar que otra forma de vivir es posible. Para construir un futuro diferente al que estamos abocados en las películas distópicas es necesario construir un pasado de memoria, es necesario replantear este presente. Luchar contra los demonios, tanto externos como internos.

Ciudad Jara nace a mediados del 2019 cuando Pablo Sánchez, (conocido internacionalmente como compositor y líder de La Raíz), presentó este nuevo proyecto, intimista y reivindicativo. Un disco publicado a mediados de febrero en el que recupera la esencia de la poesía musical izada y da valor al verso, pero también al espectáculo. Comprarlos con sus antiguos trabajos en La Raíz es un error. No son ni mejores ni peores, sólo diferentes. Un camino distinto donde el valor de la amistad prevalece.

Donde nace el infarto, es un disco introspectivo, crítico y de gran calidad. Una nueva aventura que no podría haber sido posible sin músicos cómo Tato James, Juan Belda, Jordí Martí, Joan Marc o Miquel Ramos. Una fusión de estilos que va desde el rock a la cumbia, del pop a ritmos funk. Cómo ellos mismos establecen: es un álbum que “transita por la poesía, la sátira social, la canción popular y la sensibilidad del cantautor”. Un debut musical excelente donde los diferentes músicos que colaboran, cómo La Vela Puerca, Rozalén, Panxo (Zoo) Técanela, Colectivo Panamera o algunos compañeros de su antiguo grupo, saben otorgar su impronta personal; pero manteniendo un compromiso significativo tanto musical como político.

Un ejemplo perfecto sería la canción “Las manos”, el hit que cuenta con el mayor número de colaboraciones. Un tema que, desde un ritmo cumbiero, va convirtiéndose poco a poco en una murga, una conexión atlántica entre España y América, entre Cádiz y Uruguay, pasando por Argentina o Valencia. La característica voz de la cantautora Road Ramos, a partir de los versos de la poetisa Alfonsina Storni, también está presente en este disco; más específicamente en la canción “Ultramar” demostrándonos, cómo, la poesía, todavía es un arma cargada de futuro.

Canciones cómo “Si perdemos te pierdo” nos conquistan a través de metáforas. Una canción que a priori puede pasar desapercibida pero es una de las grandes sorpresas que nos ha deparado este disco. Una letra sobre el amor homosexual en un campo de exterminio, donde los párrafos de la canción se convierten en una historia musicalizada. En “Lideres” y “Bostezo Mundial”, la crítica política es mucho más clara, con ritmos bailables y pegadizos. Rock, rap y reminiscencias de la última ola de Ska.

“Siglos de golpes” es un homenaje de todas aquellas personas que arriesgaron su vida por recuperar la dignidad y la justicia. La noche más larga, como decía un joven Luis Eduardo Aute, de todos aquellos hombres y mujeres que recuperaron la palabra libertad, aquella que intentaron que olvidásemos desde aquel verano de 1939, regalándonosla en forma de sutiles metáforas capaces de agitar conciencias y hacernos soñar con un futuro mejor.

Una de las canciones más conocidas es “Baile”, una de las tres píldoras que nos presentaron como adelanto de este disco. Un tema que trata de visibilizar a todas las personas que este sistema da la espalda. Una pequeña reflexión surgida del libro «1984” de George Orwell. Otro adelanto fue “La canción del pensador”, un tema intimista donde nos muestra muchas veces la teatralidad de nuestros días, nuestros miedos, nuestros propios fantasmas. El eterno combate entre nuestro interior y nuestra representación en la sociedad.

Por último, la canción que cierra el disco no es otra que “Nanas de Jara”. En mi opinión, la mejor canción de este disco y una de los mejores temas que ha escrito Pablo Ruiz como compositor musical. Y eso, ya es decir. La guinda del pastel, una canción emotiva en colaboración de Rozalén. Al igual que Miguel Hernández dedica su reconocido poema “Nanas de la cebolla” a su segundo hijo, esta canción está dedicada a la hija de Pablo. Una balada donde nos enseña que no se puede encerrar una sonrisa, una brisa, una idea, un amor.

La poesía es lo que nos queda tras el incendio, tras los restos; es aquello que rebrota cuando se ha derrumbado todo lo que es simple fachada y apariencia. Pablo nos ha demostrado cómo, todavía, no hemos perdido la belleza de las palabras. Donde nace el infarto es un baile dedicado a todas aquellas personas que creen que todavía se puede construir un mundo mejor. Este disco es un homenaje a todos los soñadores. Puede que la canción protesta no haya cambiado el mundo, pero si ha ayudado a mejorarlo.

Escucha Ciudad Jara – Donde nace el infarto

 

 

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