Eduardo Briganty – Microgramas (El Muelle)

El micrograma es una composicióm poética corta -no más de cuatro versos a lo sumo- que en su corta estructura crea imágenes metafóricas de gran calado para el lector. Eduardo Briganty, nacido en Las Palmas de Gran Canarias, ha conseguido extraer de la abstracción toda una paleta de sensaciones embriagadoras, ajenas a categorizaciones estilísticas, repletas de imágenes difusas que van tejiendo un mantra hipnótico. La música que nacen en estos surcos parecen que lleguen de otra época, indefinible, como aquellas resonancias atemporales que elabora el gran Leyland Kirby en las que juega con los recuerdos del oyente. Es como folk hypnagógico epidérmico, que crea vasos comunicantes que une nuestro sistema nervioso. Creo que, cuando tu salud es frágil, la música ayuda, sino a sanarla, a crear una suerte de ataraxia que te reconforta que este jodido mundo. Briganty lo consigue, doy fe.

Este primer disco a su nombre “Microgramas” (El Muelle, 2018) son todo virtudes: sonidos que que se arremolinan en tu cerebro y que van creando ondas concéntricas de lirismo entre melódico y turbador. “Duermevela” parece una suite neoclásica de Tim Hecker, pero también se adscribe a los paisajes feéricos de la serie “The Disintegration Loops” de William Basinski. Es un fuzz en cámara lenta del que emerge una melodía difusa, pero diáfana, que se asemeja a esos primeros rayos de la mañana que se cuelan por las cortinas de tu habitación. Esa sensación de ingravidez continua con “De Vuelta Al Vacío” en el que hay visos del Brian Eno de Obscure Records, los trazos repetitivos de Steve Reich y de las letanías de unos Slint pasados por el tamiz ambient.

En “La Vida De Las Estatuas” y “Enjambre” las lineas melódicas son más claras, quizás, y los loops me hacen rememorar a maestros de GRM como Jaap Vink, o a los sinuosos hilados electroestáticos de Fennesz.

“La Zona” tiene como inspiración Stalker de Tarkovski, y en las retinas queda prendida una imaginería postapocalíptica, y “Cartografías” las guitarras nos llevan por terrenos shoegaze próximos a My Bloody Valentine más un plus de bizarra belleza cuya franquicia tendríamos que buscarla en Disco Inferno. Los sonidos circulares de “Arpegio Respira”, y el porte imperial de “Nebulosa” podrían encontrar cobijo en la imaginería de Ian William Craig o en las “field reordings” de John Hassell, y para acabar este excelente viaje al centro de tu mente, “Un Drama Có[s]mico” cierra dejando una estela de vacío y catarsis difícil de olvidar.

Escucha Eduardo Briganty – Microgramas

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