Entrevistamos a Carlos Ares
El debut de Carlos Ares con Peregrino se convirtió en una de las revelaciones más destacadas de la cosecha musical de 2024. Apenas un año después de lanzar su primer álbum, el artista gallego reafirma su posición con En la Boca del Lobo. Este nuevo trabajo es una continuación natural de su primer disco, tanto en lo estilístico como en lo musical.
Su carrera no ha sido fruto de la casualidad; hay detrás una década de experiencia, aprendizaje y experimentación, tanto como productor de artistas muy diversos como intérprete, en un proceso constante de prueba y error que ha forjado una identidad artística sólida y reconocible.
La actuación de Carlos Ares en el Festival Tomavistas demostró la fuerza y calidad de su propuesta en directo, consolidando la presencia de un músico que se ha ganado un lugar destacado gracias a una autenticidad difícil de encontrar. Sin duda, uno de los artistas más interesantes del panorama musical actual en España.
“No pasa nada si todavía no encontraste tu camino. Sigue buscando, disfruta de lo que puedas y no reniegues de tu pasado”
Es un placer hablar contigo, Carlos. Lo primero de todo: ¿cómo te encuentras? ¿Cómo estás viviendo estos días?
Un poco cansado, la verdad. Estos días están siendo muy intensos emocionalmente, y eso me deja bastante exhausto. Entre el inicio de la gira y el lanzamiento del álbum, que requiere preparativos hasta el último momento, siempre hay algo por resolver, más aún en un proyecto como este, donde nos gusta cuidar hasta el más mínimo detalle.
Pero también estoy muy emocionado. Para que te hagas una idea: el disco sale este viernes, pero mañana todavía estaré trabajando en los efectos de sonido del teaser del videoclip que vamos a publicar en Instagram el jueves.
En tu debut se notaba ya una dirección artística muy definida, tanto en el sonido como en la narrativa. ¿Crees que tu faceta como productor influye en ese nivel de detalle?
Tiene mucho que ver con que no delegó casi nada de la parte artística. Encargarme de todos esos aspectos supone una sobrecarga de trabajo, claro, y hay momentos en los que el calendario se me comprime muchísimo. Pero lo hago por voluntad propia.
Sé que este audio, por ejemplo, el del teaser del videoclip, lo podría hacer otra persona, pero creo que va a estar más alineado con la identidad del proyecto si lo hago yo. Me gusta cuidar cada detalle porque siento que eso marca la diferencia.
Esa implicación parece tener que ver también con la dimensión más personal del proyecto, con construir algo que tenga tu sello en todos los niveles.
Totalmente. En la producción estoy muy implicado, y no solo en lo musical: también en la narrativa, en la historia que hay detrás del proyecto y en el diseño. Como productor, intento aportar mi personalidad en cada detalle, y eso, al final, es lo que le da identidad al conjunto.
El cambio sonoro que se percibe en Peregrino va de la mano de una identidad visual muy cuidada, con una paleta de colores y elementos que remiten a lo natural y lo rural. ¿Cómo se fue dando ese cambio en tu proceso creativo?
Todo vino de la mano. En 2020 y 2021 estuve en una etapa más experimental, probando muchas direcciones distintas. Quería encontrar el lugar dónde me sentía más cómodo, buscaba esa personalidad, esa dirección artística, esa identidad. La encontré con una canción que se llama “Odisea”. Reunía la vanguardia que estaba persiguiendo, en el tratamiento de las voces, en la forma de grabar, y, al mismo tiempo, mantenía el formato clásico de una canción a guitarra y voz. Ese equilibrio me pareció inspirador y pensé que podría marcar el camino para todo un álbum.
Me pregunté: ‘¿qué tiene esta canción?’ Tiene algo rural, un contacto con la naturaleza. Al final me di cuenta de que lo rural siempre había estado presente en mi vida, y que podía apropiarme de eso como parte de la personalidad del proyecto. De ahí surgió también toda la identidad gráfica: una paleta de colores orgánicos, con importancia del verde, elementos de madera, campo, monte, animales…
Canciones como “Tiempo” y “Hechizo” fueron algunas de tus primeras composiciones publicadas, allá por 2017 en un EP. Ocho años después, el Carlos Ares de entonces poco tiene que ver con el de ahora. ¿Cómo recuerdas esos comienzos?
Un momento en el que no tenía clara la dirección artística y simplemente seguía consejos. La verdad es que todo ese proyecto fue una equivocación. A nivel artístico no estaba ubicado; estaba haciendo algo que, en el fondo, sentía un poco hipócrita, vacío. Eso me impidió disfrutarlo. No soy capaz de escuchar esas canciones y sentirme bien con ellas, porque me recuerdan una etapa en la que no sabía hacia dónde iba. Aun así, no reniego de ese trabajo: fue totalmente necesario para darme cuenta de lo que no quería hacer.
Como decíamos antes, para encontrar una canción como “Odisea” hay que ir buscando y probando, ¿no? Es parte del propio proceso de un artista.
Es eso: primero tienes que descubrir lo que no te gusta y, a partir de ahí, intentar dar con lo que sí. Pero claro, eso implica pasar por intentos fallidos. Para mí, es el ejemplo perfecto de la evolución por la que pasa cualquier artista, o cualquier persona. Todos cambiamos muchísimo, sobre todo en los años de adolescencia, cuando todavía no tienes nada claro y estás experimentando un poco con la vida, formándote como persona, desarrollando una filosofía, una forma de entender las cosas.
En mi caso, eso se refleja claramente en mi música. Basta con escuchar lo que publiqué en aquella época: había una confusión clarísima… o al menos yo la percibo ahora de forma muy evidente. Hoy, en cambio, tengo muy clara la dirección.
Una dirección que se ve perfectamente en un álbum debut. Peregrino ha tenido una gran acogida, tanto por la prensa como por el público. Eso no es nada fácil hoy en día, y menos con un primer disco. ¿Cómo vives ese reconocimiento?
Claro, no sería común si no llevara diez años trabajando. El álbum debut llega tras una década de búsqueda. Antes de Peregrino, había compuesto alrededor de 200 canciones. Entonces, la canción llega con esa experiencia y ese bagaje acumulado. Decidí publicar ese álbum en ese momento y no antes, porque sentía que ese disco reunía todo lo que estaba buscando: coherencia con mi forma de ser, con mi manera de vivir y con mi discurso.
Realmente empezaste en el mundo de la música tremendamente joven, con apenas 17 años y trabajando para otros artistas de diversos estilos.
Con quince años empecé a componer y producir, y fue a los diecisiete cuando entré en el mundo de las discográficas al firmar con Sony. Ahí comenzó esa carrera en la que intenté convertirme en cantante e intérprete de mis propias canciones, aunque fue un primer intento fallido. Me sentía frustrado porque no tenía clara la dirección y necesitaba madurar en varios aspectos.
Después, aproveché mis herramientas de producción y composición para participar en proyectos de otros artistas. Fue entonces cuando fui absorbiendo información, aprendiendo, inspirándome y experimentando con nuevas canciones. Gracias a ese trabajo y a todo ese ejercicio, llegué a Peregrino, donde se reflejó toda la experiencia que había acumulado a lo largo de esos años.
Tu primer disco salió en febrero del 2024 y ahora, solo un año después, estás presentando La Boca del Lobo. ¿Cuándo te ha dado tiempo a grabar, producir, masterizar…? Da la sensación de que no has parado en todo el año.
El proceso de creación de este álbum ha sido breve, se facilita mucho el trabajo cuando ya tienes clara la dirección. Cuando sabes la personalidad de lo que vas a hacer, cuál es la paleta de colores y la gama de sonidos, componer y trabajar es mucho más sencillo. Antes era más difícil hacerlo desde cero, sin ninguna referencia.
Claramente, La Boca del Lobo sigue una línea: es una continuidad de Peregrino y mantiene la misma propuesta de sonido y estética, sin limitarme en cuanto a versatilidad y creatividad. El objetivo era seguir pasándomelo bien y mantener la originalidad, pero conservando el formato del show en directo. Quiero que todo encaje.
Una de las canciones que más me ha llamado la atención es “Páramo”. Tiene una fuerza muy particular, tanto en lo sonoro como en lo visual. El videoclip, de hecho, me recordó bastante a algo que harían bandas como Kaleo. ¿Tenías alguna referencia clara en mente al construir ese universo?
Para el videoclip quería hacer algo más tradicional, simulando un directo en el que se vea a la banda, casi como si fuera una pieza promocional del propio show. Puse como referencia los directos de Kaleo tocando en un volcán o en un glaciar. Fíjate que la inspiración de la canción no surgió por Kaleo, aunque soy muy fan, pero sí lo fue a la hora de pensar en el videoclip.
En “Importante” hay algo muy curioso: mantienes la misma melodía durante toda la canción, pero no se hace repetitiva. Al contrario, va ganando fuerza conforme avanza. Me recordó un poco a Sen Senra en la forma de entonar. ¿Cómo surgió esa idea? ¿Tenías alguna referencia concreta?
No tiene una inspiración concreta, no me basé en nada. Surgió más como un ejercicio compositivo. Quería hacer un tema que mantuviera la misma melodía de principio a fin. Me propuse escribir toda la letra dentro de ese mismo patrón melódico, como un reto poético. Partí de una temática que me interesaba, el egocentrismo, y me pregunté: ‘¿Cuántas frases puedo desarrollar dentro de este marco?’. A nivel creativo fue muy estimulante, porque es una canción que va creciendo en función de la interpretación y del propio desarrollo del texto.
¿Cómo es tu forma de componer?
Hay un poco de todo. Esta canción surge de la melodía, como un elemento divertido, como si me dijera: ‘voy a hacer una canción en la que cada estrofa empiece por la misma palabra’. Otras veces parto de frases que surgen en una charla con un amigo, y otras, de probar un instrumento nuevo que alguien me presta. “Ultimátum”, por ejemplo, nació así. Juan de Dios me dejó un sazt, un instrumento de origen turco, y trasteando malamente con él me salió una rueda de acordes, y de ahí fue saliendo todo lo demás.
Después de todo ese trabajo, tiene que ser especial ver cómo está calando fuera. Has ganado un premio MIN, te han incluido entre los mejores discos del año en prácticamente todos los medios… ¿Cómo lo están viviendo tus padres? ¿Qué te dicen al ver todo esto?
Mis padres me apoyaron al 200% desde el principio. Se enorgullecen muchísimo porque saben la cantidad de trabajo que hay detrás. Ellos también tienen parte del mérito, porque me permitieron todo esto: me facilitaron el material cuando lo necesité, me animaron a venirme a Madrid, me ayudaron a estar aquí… Me acompañan a muchos bolos, vienen a un montón de conciertos. Son un apoyo constante, parte del equipo. Así que claro, es normal que se emocionen, porque llevamos muchos años soñando juntos con que este proyecto funcionase. Por eso, cuando pasan cosas como lo del premio, pues dices: han merecido la pena todos estos años de trabajo.
¿Sigues viviendo en Madrid?
Sí llevo ya once años viviendo aquí.
Justo lo pensaba al escuchar “Autóctono”, que suena casi como un canto de amor a Galicia. ¿La echas de menos cuando estás fuera? ¿Qué peso tiene tu tierra en lo que haces?
Mucho. Este año mi plan era pasar más tiempo por allí. Valoro cada vez más la vida allá, la tranquilidad que me da, es un refugio. Madrid es como una especie de burbuja en la que me meto; toda mi vida aquí es como una película, una especie de fantasía. Y cuando necesito volver a poner los pies en la tierra, vuelvo a Galicia. Lo que entiendo por normalidad es mi vida allá, y cada vez la valoro más. Madrid es tan grande que es complicado sentirse acompañado. Mira que llevo años, tengo amigos y he conocido a mucha gente, pero sigue siendo una ciudad muy solitaria, al menos para mi.
¿Y crees que vivir en Madrid tanto tiempo ha influido en la dirección artística de este proyecto? A veces uno empieza a valorar más lo que no tiene cerca.
Probablemente sí. Hice de mi identidad el hecho de pertenecer a Galicia, de mi amor por lo rural, porque sentía que había un contraste muy grande y llamativo con el estilo de vida en Madrid. Creo que me pareció todavía más especial por estar lejos, por echarlo de menos. Si me hubiera quedado en Galicia, quizá no habría pensado: “voy a hacer de mi tierra mi identidad”. Igual fue precisamente esa distancia, esa nostalgia, lo que me empujó a inspirarme en todo eso que me da tanta felicidad.
Parece que esta necesidad de reconectar con las raíces está muy presente en varios artistas actuales. Por ejemplo, pienso en el trabajo de Maestro España o Baiuca, que también comenzaron a redescubrir su amor por su tierra tras vivir en grandes ciudades, quizá porque estas se vuelven cada vez menos habitables. ¿Crees que esta búsqueda de lo rural es una respuesta a cómo vivimos hoy en día?
Yo creo que tiene mucho que ver con la saturación y la sobrecarga de información constante. Estas ciudades te pueden venir bien para crecer profesionalmente, claro, pero echas de menos otros estilos de vida. Si vienes de lugares donde hay más paz, más tranquilidad, donde las cosas se viven a otro ritmo, sin tanta ansiedad, notas mucho la diferencia. Y acabas buscando reconectar con eso, aunque sea desde la distancia. El proyecto de Baiuca, por ejemplo, me parece alucinante.
Además, en tu caso has estado muchos años dentro del engranaje de la industria musical, seguramente uno de los lugares donde más se siente la velocidad de este sector. ¿Cómo estás viviendo este cambio ahora que te centras solo en tu propia carrera?
En mi caso, me estoy desligando ya de mi faceta de productor y compositor. Ahora mismo estoy centrado exclusivamente en mi propia carrera. Primero, porque hay muchísimo trabajo por hacer, pero sobre todo porque quiero disfrutarlo. No quiero estar emocionalmente dividido en muchos proyectos.
Para mí, involucrarme en el proyecto de otro artista implica creer en él y pasar por un proceso emocional. Y ahora tengo ganas de vivir y disfrutar la experiencia de mi propia música mientras dure, disfrutar de la gira, cuidarla, ponerme en forma, pasármelo muy bien y recordarla como un proceso vital bonito, no como un estrés por haber intentado abarcar mil cosas. Estoy bajando el ritmo.
Ahora que comienza una nueva gira tras la salida de tu nuevo trabajo, ¿cuántos conciertos tienes programados?
Se han publicado unas veinte y pico fechas, pero en el Excel hay muchísimas más, casi el doble. Para mí, el día del concierto es intenso desde que me despierto: estoy en tensión todo el día. Es una carga de responsabilidad enorme, un compromiso muy fuerte. Al final, no paras ni un segundo.
La primera fecha de presentación de este disco en Madrid será en el Festival Tomavistas. ¿Cómo te estás preparando para ese concierto? ¿Te acompañan los mismos músicos que en Peregrino?
Llevo a los mismos músicos que el año pasado: somos siete en total. Somos una banda un poco pintoresca, porque cada uno tiene su carácter y personalidad propia, pero al final conectamos de una manera muy especial. Creo que la gente lo percibe.
El concierto en Tomavistas va a ser muy emocionante para nosotros, porque supone mi regreso a Madrid después de unos conciertos preciosos el año pasado. Además, Madrid es una de las ciudades donde el proyecto tiene más oyentes.
Personalmente, tengo un especial interés por ver qué pasa, porque es un festival que promete ser un evento muy especial. Nosotros lo estamos viviendo como la presentación oficial del nuevo disco.
Ha sido todo un placer hablar contigo, Carlos. Por último, ¿qué significa para ti la música?
Para mí, la música es la evolución de una persona llevada al arte. Es una forma de transmitir calma y paz a quienes se frustran por sentir que cambian constantemente a lo largo de su vida, que no logran estabilizarse del todo. Mi obra, lo que dejo, espero que deje bien claro que yo también he cambiado mucho, y que ese cambio puede verse como un reflejo de la vida de cualquiera. Me gusta utilizar la música para mostrar cuánto nos transformamos, cuántas personas podemos ser a lo largo del tiempo, y decirle a la gente: ‘tranquilos, no pasa nada si todavía no encontraste tu camino o tu identidad. Sigue buscando, disfruta de lo que puedas y no reniegues de tu pasado’.
Escucha ‘La Boca del Lobo’ de Carlos Ares
Foto Carlos Ares: Víctor Terrazas