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Entrevistamos a Marina Gallardo

La gaditana Marina Gallardo este año ha editado uno de los discos estatales más hermosos de lo que llevamos de año, Cómo Pasa El Tiempo (Plan B). De ser una de las figuras más aclamadas dentro del pop rock de acabado folkie, ha pasado en sus últimos trabajos a investigar con las posibilidades de los sonidos electrónicos y las potencialidades de su voz. Hablamos con ella sobre todo ello en la siguiente entrevista.

«El cambio al castellano me ha permitido sentir una conexión mucho más profunda con cada palabra y con lo que estoy expresando»

El tiempo parece que es uno de los ejes por donde gira la temática del disco. ¿A qué es debido? ¿La pandemia y la percepción del tiempo tuvieron algo que ver?

Sí, la percepción del tiempo tuvo mucho que ver. Durante la composición del disco, atravesé un momento vital en el que me preguntaba quién soy realmente en este mundo cambiante, acelerado y relativo. El tiempo, al igual que la realidad que creemos vivir, es absolutamente subjetivo e ilusorio.

Me sentía bastante perpleja en esa deriva, como intentando agarrar un puñado de arena sin que se cayera. Creo que el disco refleja esa perplejidad ante la aceptación del cambio continuo y una búsqueda de un centro que me brindara ese suelo firme. Es un disco tremendamente contemplativo.

El tiempo de la pandemia llegó en un momento en el que necesitaba parar para poder mirar más dentro de mí y menos fuera, así que me vino muy bien en muchos sentidos.

 

La portada es muy artística. ¿Explícanos cómo surgió la idea y qué pretendes expresar?

Contacté con un artista–fotógrafo cuyo trabajo admiraba, Juan Borgognoni. Le hablé del proyecto y le pasé el disco que aún estaba terminando de mezclar, le emocionó mucho y me dijo que quería colaborar como director creativo. Creo que tiene una sensibilidad y un talento enormes.

El proceso fue largo y valoramos varias opciones conceptuales. Una de ellas era hacerme una foto encima de una luna, ya que es un elemento muy presente en las letras del disco. Pensamos en cómo construir esa luna y contactamos con Nikolas Tellez, un escultor que ya conocía por algunos trabajos que había hecho con Niño de Elche. Juan también había trabajado con él antes, así que quedamos y empezamos a dar forma a todo, contando también con Parallels Dimensions, que diseñó el vestido. Nikolas esculpió una luna gigante e hicimos los arreglos necesarios para poder hacer la portada. Creo que refleja a la perfección la reflexión desde la contemplación que se muestra en el disco.

La luna tiene un vínculo muy fuerte con las emociones y con la percepción de las cosas. Desde nuestra perspectiva, parece que la luna va cambiando, pero desde su lugar, la luna nunca cambia y permanece invariable. De nuevo, volvemos al juego de las ilusiones. La luna también tiene esa mirada inquietante desde la que nos enseña siempre la misma cara, lo que me lleva a preguntarme acerca de lo no visible o evidente a nuestra percepción.

Una de las novedades quizás más relevantes de ‘Cómo Pasa El Tiempo’ es que lo cantas en castellano. ¿En qué momento tuviste la necesidad de expresarte en otro idioma? ¿Qué ha supuesto de innovador hacerlo?

Surgió de forma muy natural. Todo comenzó cuando compuse “Al sur”. Me sentí muy a gusto, cómoda y conectada con lo que estaba escribiendo. Esa experiencia me llevó a continuar en castellano. El cambio me ha permitido sentir una conexión mucho más profunda con cada palabra y con lo que estoy expresando. Además, ha sido una forma de explorar y profundizar en mi voz como instrumento.

Otro punto por destacar es que cambias de sello discográfico. ¿Qué tal está siendo la nueva experiencia?

Me siento muy apoyada con el proyecto, que era básicamente lo que buscaba, que le pusieran mucho cariño, así que estoy muy contenta. Estefanía, que lleva Plan B, pone mucho amor y entusiasmo en todo lo que hace, además de ser una gran profesional.

 

En una charla que tuvimos, me comentaste que este disco era muy especial para ti…

Para mí, componer este disco ha sido vital en lo personal. Me ha dado madurez y ha sido un proceso catártico. No me siento la misma antes y después de él. Es un disco muy contemplativo y poético, que me ha ayudado a sobrellevar muchos procesos internos. Ha sido una experiencia transformadora.

En las canciones retomas lo andado en otros discos tuyos en referencia al uso de la electrónica como motor que accionan canciones repletas de loops, ecos a música industrial, etc. Tu trayectoria siempre ha sido inquieta a nivel sonoro. De musa del indie rock a artista que va bastante por libre, no tan encorsetada a un estilo o estética determinada. ¿Es así?

Sí, me gusta mucho explorar con diferentes géneros y tengo gustos muy eclécticos. Siempre digo que hago canciones que visto con diferentes ropas y me siento cómoda experimentando según el momento que estoy viviendo. En la electrónica, por ejemplo, se abre un abanico de texturas y sonidos que ofrecen muchas posibilidades, tanto a nivel sonoro como compositivo.

Las letras de las canciones juegan con elementos muy reconocibles del folklore andaluz. El Guadalquivir, la naturaleza y el mar, e incluso encuentro resonancias a Lorca o Lole y Manuel entre otros artistas. ¿Explícame cómo es el proceso de composición en donde existen tantos elementos de interés que intentas dotar de sentido?

Precisamente en toda esa deriva en la que me encontraba, centrar mi mirada en esos elementos que mencionas me daba mucha paz. Jugar de forma poética con elementos muy locales, refugiándome en la belleza y naturaleza de Andalucía, casi siempre participando como si fuera un testigo, me permitió establecer un diálogo entre lo efímero y lo eterno. A pesar de que me baso en elementos muy locales, creo que hablo de ellos de una manera trascendental.

Admiro profundamente tanto a Lorca como a Lole y Manuel, así que me alegra que encuentres resonancias de ellos en mi trabajo. Durante el proceso del disco, quizás el artista con el que más me sentí conectada fue Val del Omar. Su obra tiene un misticismo andalusí que me fascina.

En “Al Guadalquivir” haces referencias al dolor, y en “Sobre el Olivo” de unas heridas por curar. ¿Has sanado de todo ello?

¡Sí! Creo que ya he sanado de todo ello. La música siempre me ha ayudado a canalizar muchos procesos internos, a autoconocerme y a profundizar más en la realidad que vivo, siendo tanto un refugio como una cura.

Componer este disco y enfrentarme a ciertos procesos internos me ha abierto a un plano más espiritual, algo que agradezco enormemente.

 

Otros versos que me intrigan son los de la canción “Me Salvarás”: “Se que tú me salvarás/por ti, por mí/por las que no estarán”.

En estos versos, intento transmitir que en esta época que vivimos, cada vez más individualista y centrada en el ego, en realidad no somos nada sin la ayuda del otro. Desde que nacemos hasta que morimos.

Cierras el disco con “Al sur” que parece la orografía que, no sólo te vio nacer, sino la de un espacio idealizado en el que sentirse segura…

Creo que aquí has dado en la clave; son ambas cosas. Hay una vuelta al hogar, a los orígenes, a sitios habitados y que te habitan. Esa conexión me brinda un espacio de seguridad, aunque físicamente ni siquiera esté allí, sólo con meditar en ello me basta.

Has tardado muchos años en poder sacar disco. ¿Qué ha pasado en estos años para que esto suceda y, por otro lado, cómo ves el cambio que se ha operado en los modos de escuchar música? Lo digo por el consumo de canciones vía streaming, el potencial de los algoritmos, etc.

Cuando empecé a escribir la primera canción, me mudé de Sevilla a Madrid y comencé una nueva vida en un momento personal delicado. Esto llevó tiempo, y luego me tomé bastante tiempo en producir el disco. Justo cuando me centré más en la producción, llegó la pandemia, lo que también retrasó el proceso. Viajé a Marchena un par de veces para trabajar con Pepe Benítez, que ha sido mi mano derecha y confidente en el proceso del disco, para terminar de cerrar cosas. Tuvimos que cancelar la grabación en La Mina dos veces y después trabajamos en la mezcla y la portada, lo que llevó varios meses más. Finalmente, cambié de discográfica y trabajé en el diseño del disco con una diseñadora durante otros meses.

Sobre lo que comentas del consumo de música, creo que en general estamos asistiendo a un mundo cada vez más acelerado, que va a ritmo de ‘like’ y es tremendamente capitalista. Estamos más pendientes de consumir datos que de interpretarlos. A nivel filosófico, pienso que el ser humano necesita reposo, dotar de sentido los datos, crear una narración. Hay un filósofo actual que incide mucho en esto y que recomiendo, Byung-Chul Han. Esta problemática en general la aplicaría a cualquier parcela. Somos más productivos, hiper-visibles, eficientes y rápidos que nunca, pero también más vacíos de sentido. También puede ser que esto afecte a cómo entendemos ahora la cultura; como el consumo es lo imperante, cada vez confundimos más cultura con consumo y entretenimiento.

 

De la música actual. ¿Qué grupos o compositores te atraen más?

Escucho música muy diversa. De los artistas actuales, quizás lo que más escucho es Shabaka, James Blake y Sampha. Aunque no es un álbum reciente, el disco que más escucho últimamente es Turiya Sings de Alice Coltrane, que fue publicado por primera vez hace relativamente poco tiempo, aunque se grabó en 1981. Es un disco profundamente espiritual y devocional de bhajans, y discos así resultan casi urgentes en la época excesivamente materialista que estamos viviendo.

¿Tienes intención de presentar el disco en directo?

¡Sí! En junio estuve presentando el disco en El Puerto de Santa María, y próximamente estaré en Madrid (Museo Thyssen) el 21 de septiembre, en Córdoba (Cosmopoética) el 4 de octubre y en Sevilla (Sala X) el 24 de octubre.

Escucha Marina Gallardo – Cómo Pasa El Tiempo

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