Festival EDP VILAR DE MOUROS (Portugal)

Regresaba el festival luso EDP VILAR DE MOUROS tras las dolorosas cancelaciones de los dos pasados años a causa de la pandemia. El evento de la pequeña localidad norteña de Portugal presume de ser el festival musical más antiguo de la península y uno de los más antiguos de Europa. De hecho, su andadura comenzó en el año 1965.

Uno de los atractivos del festival, además de su cartel, es el emplazamiento. Ubicado en la pequeña freguesia de menos de 1.000 habitantes, que da nombre al propio festival. Lo que hace que a pesar de ser ya de los más potentes de Portugal, mantenga ese aire amateur de los festivales que se hacen dentro del mismo pueblo, léase en España las primeras ediciones del Comtempopranea, por ejemplo. Dando lugar a imágenes entrañables en los bares, viendo a lugareños con su copa de vino y a gente con aspecto afterpunk con camisetas de Bauhaus.

Daban la salida a la primera jornada del festival la banda lusa, The Black Teddys, que con tan solo un disco de título homónimo han logrado atraer bastante atención en su país. Indie Rock con diferentes influencias que van desde unos reconocibles Franz Ferdinand a connotaciones más oscuras como Editors. Poca afluencia de público todavía en el recinto, que prefería apurar las cervezas en los bares de alrededor.

Con el tiempo necesario para dar una vuelta – en el EDP VILAR DE MOUROS solo hay un escenario, lo que te permite ver a todas las bandas y a dar una vuelta, o tomar un refrigerio entre artista y artista- nos dejamos caer por la tienda de merchandising oficial, para constatar que los precios de las camisetas oficiales de los artistas están por las nubes en España, Portugal y las Islas Cíes.

Llegaba la hora de Battles, el simpático dúo neoyorkino conformado por Ian Willians y John Stanier. Hablar de ellos es hacerlo como uno de los claros exponentes de la etiqueta Math Rock, pero no cabe duda de que con Battles no tiene cabida una sola etiqueta. En su frenético set pudimos escuchar: post rock, post-punk, psicodelia progresiva, pero sobre todo la inventiva en directo de dos músicos tocados por la gracia de “hago lo que me da la gana”.

Es una gozada ver al ex Don Caballero, Ian Williams construyendo loops de guitarra en directo, mientras aporrea al mismo tiempo sus sintetizadores, mientras Stanier revienta tímpanos y hace mover hasta los pies de un muerto con su batería. En fin, un bolo energético con algunos de sus temas más celebrados, como “The Yabba”, “Fort Greene Park”, o “Ambulance”.

A las 21:30 puntual como un reloj de precisión, salían al escenario Gary Numan y sus huestes. Con una puesta en escena e iluminación apocalíptica, el británico afincado en L.A, comenzó su actuación con el tema que da título a su último álbum, “Intruder”; y con el que está viviendo una segunda juventud y un reconocimiento global. Un renovado sonido en directo, más industrial que sus grabaciones clásicas, fue ideal para un escenario grande, propiciando que no solo los fans, sino gente que no conocía el grueso de su música conectase rápidamente con Numan y sus maquillados músicos.

Así, temas como: “Love Hurt Bleed” o “My Name is Ruin” sonaron poderosos y fueron alternados con otros más clásicos como: “Metal” o “Cars”. Numan es piloto de aviación, en concreto fue piloto de vuelos acrobáticos, llegando a tener en propiedad un avión de combate japones G-AZSC, con el que hacía competiciones. Quizás por eso también maneja los tempos de sus actuaciones musicales sin dar tregua ni paradas, manteniendo la tensión hasta el final.

“The Choosen” y su clásico inmortal “Are Friends Electric?” fueron las escogidas para finalizar un set de diez y para confirmar que por algo se le sigue considerando uno de los inventores y reyes del Synth Pop.

Si tuviera que buscar un titular para el concierto de los británicos Placebo, sin duda sería este: “Placebo, una mochila cargada de más tonterías que música”.

Placebo, o lo que es lo mismo: Brian Molko y su fiel acompañante Stefan Olsdal eran uno de los reclamos comerciales de la primera jornada del festival. Y fueron los primeros en exhibir un sin sentido y falta de empatía hacia medios informativos, al no dejar acceder al foso a hacer fotos ni vídeos y a prohibir expresamente a realizar fotos desde ningún punto del recinto. Así mismo las imágenes de los laterales de las pantallas lucían una grosera edición de efectos superpuestos, para ocultar detalles (suponemos) del escenario o de los músicos.

Si al menos su concierto hubiera sido decente, podríamos pasar por alto su altiva actitud con medios y fans, pero no, su concierto fue aburrido, lineal con un sonido empastado y con un Brian Molko pegando la bronca constantemente a los técnicos de sonido porque -al parecer- no se escuchaba a sí mismo por monitores. Algo incomprensible para una banda que lleva sus propios técnicos y que habían tenido una hora para probar sonido. Una pena ya que el global del cancionero de la banda es sobrado para hacer grandes sets. No merece la pena que sigamos hablando de ello.

Sus casi vecinos Suede serían los encargados de cerrar el primer día y vaya cierre, de los de enmarcar. Para cualquiera que haya visto a los de Londres en directo en diversas ocasiones, sabrá que los de Brett Anderson pertenecen a esa extraña estirpe de bandas que no hacen un mal concierto nunca. Y para esta edición del EDP VILAR DE MOUROS no podía ser de otra manera.

La cosa es que Brett Anderson salió desde el primer acorde de “She Still Leads Me On” como un auténtico histrión, algo a lo que nos tiene acostumbrados, pero al cuadrado, sin parar en ningún momento de actuación. Así se fueron sucediendo pildorazos inapelables como: “She”, “Trash”, o “Animal Nitrate”, con un respetable a dos metros sobre el suelo y con una banda pasándoselo genial sobre el escenario.

“We are the Pigs” y “Filmstar” dieron lugar a un momento de respiro con el tema “Tides”, pero solo fue un espejismo, ya que atacaron con una de sus emblemáticas; “The Drowners” para elevar la temperatura, ya de por sí al borde de la ebullición. Para ese entonces a Brett Anderson ya le había dado tiempo a dejar el escenario hasta en dos ocasiones, una de ellas para coger el móvil de un fan, grabarse a sí mismo por el foso abrazando a otros fans, para terminar dándose un abrazo con el dueño del teléfono, grabando todo. Sin duda ese afortunado tendrá un recuerdo imborrable de este concierto.

En la recta final, como si el mundo fuera acabar al día siguiente, se despacharon con: “So Young”, “Metal Mickey” y “Beautiful Ones” y en los bises: “New Generation”. Una lección en directo acerca de cómo afrontar un concierto. Simplemente apabullantes.

Llegábamos al segundo día del festival. El día con menos afluencia de público del festival y eso a pesar de que entrábamos de lleno en el fin de semana.

Uno de los últimos en apuntarse al cartel del festival fueron los suecos Clawfinger. No es que a la banda liderada por Zak Tell se les pueda atribuir el calificativo de “One Hit Wonder”, porque sin duda tienen temas de reconocida valía entre sus incondicionales. Sin embargo – precisamente en España y Portugal- saltaron a la fama en 1995 con el single “Do What I Say”, incluida en su segundo álbum, Use Your Brain (1995 Wea).

Estos reconocidos pioneros de esa mezcla musical de Rap y Metal se han separado en dos ocasiones y llevan sin editar un disco desde el 2007 y parece que quieren resurgir con fuerza o, al menos, lo intentan. Su concierto fue de menos a más, comenzando con los clichés propios del género: cara de malos, poses chulescas, saltos continuos, ropa deportiva y toda esa retahíla de tonterías que conforma lo que en Estados Unidos derivó en el abyecto Nu Metal.

Pero al final te das cuenta de que los Clawfinger, además de unos excelentes músicos, solo son unos casi jubilados suecos, borrachines y bonachones que se sorprendieron hasta casi emocionarse de la increíble dispensada por el público portugués.

Entre sus temas en directo, destacaron: “Two Sides”, “Recipe for Hate”, “Catch Me”, o la nueva canción que acaban de sacar, después de una sequía creativa de 15 años, “Environmental Patiens”. Por supuesto hicieron el paripé de los bises con la mencionada “Do What I Say”, para regocijo del público en general. También hay que destacar las 8 o 9 latas de la popular Super Bock que se bebió su líder, Zak Tell y en el plano más “sensible”, la dedicatoria que hizo al personal sanitario del país, por su papel jugado durante los momentos más duros de la pandemia. Entrañables.

Otra de las ultimas entradas del cartel del festival también fueron los californianos, Black Rebel Motorcycle Club, cuyo anuncio por parte de la organización no fue ni hace dos meses.

Lamentablemente fueron otros de los que se apuntaron a la incomprensible moda de no permitir hacer fotos ni vídeos a los medios acreditados. Hasta el punto de tampoco permitir la entrada al foso ni al escenario a los operadores de cámara del festival, teniendo que dejar estos las cámaras en plano fijo, con los consiguientes dos únicos planos en las pantallas laterales del escenario. Incomprensible actitud con medios, fans y también con la organización del festival.

Al contrario que Placebo, BRMC dieron un bolo impecable en lo tocante a lo musical, al menos nos quedamos con eso. “Beat The Devil´s Tattoo” dio la salida para un set plagado de feedback eléctrico, deudor de The Jesus & Mary Chain – porque todos sabemos que, sin estos últimos, BRMC no existirían ¿no? – para continuar con “Stop”, “Awake” y “Red Eyes and Tears”.

Peter Hayes y Robert Levon, enfundado este último en una sudadera con capucha que escondía su cara, fueron intercambiando su protagonismo escénico y vocal bajo la atenta mirada y efectiva batería de su compañera, Leah Shapiro.

En la recta final de su corto pero intenso concierto, se despacharon con los clásicos “Six Barrel Shotgun”, “Spread Your Love” y la inevitable “Whatever Happened to My Rock & Roll”. Tan parcos como efectivos.

¿Qué pasa si nos enteramos de que el núcleo de Simple Minds estuvo en todo el meollo del punk británico de los 70s? En concreto en la banda Johnny & The Self-Abusers, codeándose con los Pistols, o con los Generation X. El caso es que el combo punk se acabó separando, dando lugar a que Jim Kerr y Charlie Burchill formaran el grupo.

Evidentemente ya no queda prácticamente nada de ese sonido en los de Glasgow, pero me atrevería a decir que sí en la actitud escénica y en la urgencia interpretativa de sus canciones. Solo así se explica que Jim Kerr saliera al escenario del EDP VILAR DE MOUROS, como una autentica exhalación, sin dejar de moverse por todas partes en todo momento de la actuación. Y eso que según el mismo comentó, estaba con un tobillo dañado por una caída en Escocia.

“Waterfront”, “Love Song, y “See the LIgths” dieron paso a “Book of Brillian Things”, para traer al escenario a la vocalista Sarah Brown, que trajo consigo una voz soul tan apabullante como elegante. Sara Brown se quedó ya en toda la actuación, alternando coros con protagonismo casi absoluto en “Mandela Day”, o “Belfast Child”.

Mención especial para la baterista, Cherisse Osei, que es en sí misma un espectáculo sonoro y visual. No es cosa mía, a la hora de la presentación de la banda, no me equivocó si fue la que más ovación recibió.

Sin duda un concierto espectacular en todos los aspectos, base rítmica endiablada, guitarras perfectamente emparejadas, sobre un teclado muy “nueva olero”, sin olvidarnos del dúo vocal conformado por Jim Kerr y Sara Brown. Lástima que el grueso del respetable no se entregara como lo hicieron ellos y es que únicamente se reaccionó de modo masivo con la imprescindible “Don´t You (Forget About Me)”, que paradójicamente no es un tema propiamente dicho de Simple Minds, ya que fue compuesto para la banda sonora del film de John Hughes; “The Breakfast Club (1985). Cosas de la vida y del Show Business.

Curiosamente cerraban el cartel del viernes la banda portuguesa, Tara Perdida. Para un desconocedor como yo es extraño que una banda nacional cierre después de unas estrellas como Simple Minds, craso error; Tara Perdida son toda una institución en su país. Así se demostró con una afluencia de público más que notable, casi a la altura en número que con los escoceses y mucho más entregado.

El cuarteto, quinteto en algunas ocasiones con un vocalista extra, practican una suerte de Hardcore/Metal en sus momentos más afortunados y lo que en España llamaríamos “Rock Calimochero” en sus momentos menos “ejem”, desafortunados. Si el público manda, Tara Perdida fueron los grandes triunfadores del viernes. Aunque la mayoría no siempre tenga la razón.

Llegábamos así al sábado, día más fuerte del cartel, no hubo más que ver las colas para aparcar y el llenazo total del recinto.

A tiempo de atender al set de otra de las bandas portuguesas más reconocidas en su país, Blind Zero. Una formación con casi treinta años de trayectoria y plagada de éxitos en Portugal, pero también en Italia, donde actúan con mucha asiduidad. Blind Zero comenzaron siendo una banda muy influenciada por el Post Punk y que han acabado ampliando su espectro musical hasta tener influencias psicodélicas, progresivas y de pop luminoso.

Su actuación fue ampliamente celebrada y apoyada por unas proyecciones e iluminaciones dignas de mención, por lo trabajadas y estéticas. Dan gusto las bandas que salen al escenario sabiendo que un concierto es algo más que música.

Llegaba la hora de uno de los conciertos que más ganas tenia de ver, obviando a los claros cabezas de cartel, hablo del luso Paulo Furtado, más conocido como The Legendary Tigerman. Ya había gozado de sus directos cuando era un “One Man Band”, así que tenía ganas de ver en qué queda su formato de gran banda, con la que lleva girando desde hace unos cuatro años.

The Legendary Tigerman salió al escenario arropado por su actual formación en la que destacan por su fiereza, el saxofonista João Cabrita y la baterista Catarina Henriques, dos animales escénicos – a la altura del hombre tigre – de los que dejan huella.

“Love Ride”, “Wild Beast” y “The Saddest Girl on Earth” dieron paso a un concierto que iba de lo salvaje a lo melancólico, siempre con la particular voz de Paulo Furtado como bandera. Cuando el hombre tigre se deshizo de su chaqueta supimos que iba a comenzar su lado más salvaje. “Naked Blues”, “Gone” o “Motorcycle Boy rubricaron que, si hay una banda que combina Blues oscuro con Psychobilly y Rock & Roll High Class, es la de The Legendary Tigerman.

La versión del “These Boots Are Made for Walking” cantada por la mencionada baterista, Catarina Henriques, nos dejó claro que se puede tocar la batería como una posesa y cantar al mismo tiempo sin perder el tono, pero hay que saber hacerlo, como ella.

Para terminar, su tema Dance Craze en el que el Hombre Tigre saltó del escenario, sin previo aviso, para sorpresa de los de seguridad y uno de los Stage managers, que tuvo que salir corriendo para que el monitor que salió volando por los aires, no cayera destrozado al suelo.

La guitarra de Paulo Furtado no corrió tanta buena suerte y salió perjudicada. Mientras él corría por el foso cantando y liándola con el público. En fin, una locura de final con The Legendary Tigerman revolcándose por el suelo como un salvaje. El Rock & Roll necesita gente como él.

La leyenda de Detroit estaba a punto de pisar el escenario del EDP VILAR DE MOUROS, había nerviosismo en el ambiente y se notaba que había mucha gente que había ido única y exclusivamente a ver a la Iguana y es que no todos los días puedes ver en directo a Iggy Pop. El único superviviente de los primigenios The Stooges, sin los que los Pistols y tantos otros quizás no hubieran sido lo mismo. El que estuvo viviendo en L.A en la casa de Ray Manzarek (The Doors) justo después de la muerte de Jim Morrison y que estuvo a punto de sustituir a este en The Doors, pero fue demasiado salvaje para los otros Doors. Relatado esto por Manzarek en el excelente libro, “Tenemos la Bomba de neutrones”.

El mismo que grabó el “único disco en directo en el que se oyen botellas de cerveza estrellándose contra cuerdas de guitarra”, como dijo Lester Bangs, hablamos claro de: “Metallic KO” grabado a modo de despedida en 1974, en el Michigan Palace, hoy un aparcamiento de coches de Detroit. A ese mismo íbamos a ver sobre un escenario a pocos metros de nosotros.

Después de una breve intro por parte de su actual y renovada banda, Iggy Pop saltó al escenario con su particular cojera que lejos de ser impedimento, es una seña de identidad y va el tío y se lía a cantar “Five Foot One”, de uno de sus mejores discos en solitario, sino el mejor: “New Values” (Arista 1978) con su habitual presencia escénica, que llenaría hasta un agujero negro y con un sonido más que increíble. De repente comenzó a sonar “T.V Eye” para seguir con “I Wanna Be Your Dog”, ambas por supuesto de The Stooges. Para ese entonces los comentarios entre los compañeros de medios en el foso eran unánimes: “¿Qué demonios va a dejar este tío para el final?”.

La segunda del New Values en sonar fue “The Endless Sea”, lo que corrobora que Iggy piensa como yo en lo tocante a ese disco y lo reconoce como una de sus mejores obras y eso me hace menos infeliz. “Lust for Life” y “The Passenger” enlazarían con la bárbara versión que se marcó de “Death Trip” en la que confirmamos a saber, que: las chaquetas no van con la Iguana, los pies de micro tampoco, de hecho solo están al principio del concierto para que el bueno de Iggy le sacuda una patada y lo lance a varios metros y que; aparentar llevar una banda con toques souleros y supuestamente jazzísticos es solo una entelequia para el autoengaño de Iggy, que cree haber madurado musicalmente, pero no, la Iguana tira al monte.

No pudo faltar “Fun House”, a las que siguieron a modo puente con el apoteósico final: “Mass Production” y “Free”. Y no digo “apoteósico” de manera gratuita, lo digo porque fue así.

“Gimme Danger” sonó como nunca lo había hecho. Con “I´m Sick of You” se sentó sobre un monitor del escenario, la única vez prácticamente que paró de moverse como un tigre encerrado, para explicarnos que es su canción favorita de The Stooges. También para soltarnos que era pobres, muy pobres, pero que fueron momentos muy felices y que recordarlos le hacen sentirse joven, para invitarnos a todos que nos sintamos siempre jóvenes. No si antes soltar su veinteavo o así; “Fuck!”. Con “Down of the Street” se iba terminando uno de los mejores espectáculos que puedes ver, para ya sí terminar de verdad con “Search & Destroy”.

Quiero pensar que, si el Iggy del futuro hubiera visitado al Iggy de 1973, para decirle que en el 2022 iba a hacer una versión del Search & Destroy de 8 minutos, el Iggy del 73 hubiera mandado a la mierda al del 2022, o le hubiera invitado a algo de heroína, pero al final se hubieran hecho colegas. Iggy Pop no se reinventa, somos nosotros los que no nos enteramos. Iggy Pop es el Rock & Roll y ya está.

Reconozco a Bauahus como una de las bandas de mi vida, pero menuda papeleta cerrar el festival después de una bomba atómica que no deja nada en pie como la Iguana. Con todo y con eso, el cuarteto británico afincado hace años en L.A, con la esplendorosa formación original, hizo acto de presencia con una iluminación básica y una simple pero efectiva puesta en escena. A modo de intro, comenzaron con la versión de John Cale, “Rosegarden Funeral of Sores”, para continuar con “Double Dare” y “In the Flat Field” para regocijo del personal.

Me alegró mucho ver a gente muy joven en primeras filas, muy conocedores del repertorio y muy entregados a una banda cuyos discos fueron editados cuando muchos de ellos no habían nacido.

Parece que, superadas las desavenencias de hace años entre Peter Murphy y el resto de la banda, sobre todo Daniel Ash (guitarrista) Bauhaus suenan mejor que nunca, con un sonido en escena y una complicidad como si acabaran de grabar su primer disco.

“A God in an Alcove”, “In Fear of Fear”, o “Spy in the Cab” fueron buena muestra de lo que comento, hasta llegar a uno de los temas más celebrados, por supuesto: “She´s in Parties”.

Peter Murphy no paró en todo momento de moverse por el escenario, interactuar con el público de primeras filas, muchas de ellas con camisetas (mayoría de público femenino para Bauhaus en primeras filas) jugando con un bastón y con el mismo modelo de vestimenta que ya lució en el festival Cruel World.

“Bela Lugosi´s Dead” y “Stigmata Martyr” hicieron casi levitar a un VILAR DE MOUROS entregado al máximo.

Ya en los bises, como de bien nacido es de ser agradecido y cualquiera se puede dar cuenta de que Peter Murphy le debe mucho en lo vocal a Iggy Pop, se despacharon con una versión de este, “Sister Midnight”. Continuaron con más homenajes, esta vez a T. Rex con “Telegram Sam” y claro que sí, a David Bowie con “Ziggy Stardust”. Otro concierto memorable para un cierre inolvidable de festival.

Nos íbamos del recinto con la sensación de haber asistido a algo grande y preguntándonos si se podrá ver alguna vez más a Bauhaus y a Iggy Pop juntos sobre el mismo escenario.

Por cierto, organización de 10 en el festival y facilidades para todo el mundo. El EDP VILAR DE MOUROS se debe visitar al menos una vez en la vida.

Fotos Festival EDP VILAR DE MOUROS: Fernando del Río y Esther Brasero

Un comentario en «Festival EDP VILAR DE MOUROS (Portugal)»

  • el 31 agosto, 2022 a las 2:35 pm
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    Maravilloso artículo de Vilar de Mouros. Me alegra ver q pensamos lo mismo de los artistas. Un saludo desde nuestra revista Nosubmarines.com
    Sonia García.

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