María Rodés – La 2 de Apolo (Ciclo Caprichos de Apolo) (Barcelona)

La primera vez que ví a María Rodés en concierto, iba acompañada, entre otras cosas, de un pianito de juguete. Todo sonaba naïf y pequeño, pero María consiguió atraparnos con esa manera que tiene que cantar, entre el susurro confidente y el pensamiento en voz alta. Sus canciones eran, entonces con su primer disco, como cuentos espontáneos y seductores.
El concierto del viernes, fue otra cosa. María ha pasado de filtrar el mundo a través de sus ojos a poner palabras a sus sueños y pesadillas. Sus canciones han dejado de ser bonitas historias íntimas, para dibujar un universo más oscuro y vibrante. Y en directo, la banda acompaña perfectamente la atmósfera de los temas, con calidez y encanto cuando las canciones son sueños. Y con agresividad y crudeza cuando son pesadillas.
Desde que abrió con «Haz lo que te de la gana» ante una sala llena, quedó claro que María Rodés nos iba a enredar para tenernos comiendo de la palma de su mano. Es la humildad con la que canta, con un aire por momentos cercano a un Albert Pla menos desquiciado. Su voz resonaba por la sala en las primeras canciones, mientras la banda reproducía la atmósfera que recogen sus grabaciones en disco. O mejor dicho, matizaba e intensificaba: los colores más brillantes, los miedos más aterradores, la cercanía más íntima.
Y poco a poco fueron pasando los temas: «A lo mejor», «Te ví», «Cae lo que el fuego fue», «Qué facil», «El Lobo». Un primer tercio más plácido y un segundo tercio más potente, con picos intensos de ímpetu ruidoso (¿una nueva vía para el futuro?) Para el tercio final,  María Rodés dejó las exquisiteces: una versión dedicada del tema «Noi coix», de Anímic y otra versión de «L’ocell» de Joan Colomo, que el mismo Joan disfrutaba desde las primeras filas. El momento más divertido, o surrealista, de la noche llegó con «Lejos de Pekín» que acabó con la sala coreando «yo soy un koala» entre risas.
Le dio tiempo aún a salir para un bis con «Aquesta nit» (compuesto junto a Jordi Tost de Gos Binari) y que acabó con ese single coqueto que es «Mirall». Acierto absoluto de los Caprichos de Apolo, que ha servido a María Rodés para arrancarse por fin esa etiqueta de promesa, que se le estaba quedando muy muy pequeña.
 
 
 

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