Nacho Umbert & La Compañía – No Os Creáis Ni La Mitad (Acuarela)

Y, de repente, apareció él separando las dos mitades del telón y saludando con su sombrero en la mano. Como si sólo pasara por ahí. Como si no le importara que nadie esperara que fuera precisamente él quien apareciera así. De esa manera retomó su carrera musical Nacho Umbert el año pasado, con La Compañía y con Ay… (Acuarela, 2010), un disco que nos dejó a todos preguntándonos dónde había estado metido este señor; y, sobre todo, por qué no había salido antes.

Tras la desaparición de Paperhouse (con un único LP en los 90 indies), Nacho Umbert se gana la vida como diseñador de interior. Lo cual no desentona para nada con su nueva versión musicada, llena de personajes que saltan con milimétrica y humana imperfección entre habitaciones e historias que echan a andar con un par de pies en la tierra. Esa misma versión que en Ay… sorprendió a todo el mundo sigue haciéndolo con pasmosa normalidad en su segundo disco, No Os Creáis Ni La Mitad. Y es fantástico.

La segunda referencia del músico catalán sigue respetuosamente las mismas coordenadas del primer viaje; y, claro, acaba por arribar al mismo destino. Con Refree de nuevo a los mandos de la nave, el cancionero echa a volar gracias a unos arreglos excelentes que, no por evitar lo ostentoso, dejan de ser parte importante del éxito final; también La Compañía, que ejerce de sacrificado y talentoso acompañamiento.

El resultado son diez canciones de inspiradísima prosa terrenal, tan amarrada a la realidad como alejada de los estribillos (si bien el disco acaba siendo de lo más adictivo). Una decena de historias que Nacho Umbert canta jugando con estructuras inusuales, pausas y silencios. “No os creáis ni la mitad”, quizá el tema más abiertamente pop del disco, cuenta su regreso a los escenarios a través de personajes de su anterior disco (la cajera, el marica, los ancianos del palomar). Le sigue la maravilla costumbrista que es “El sr. Esteve”, relato sobre la herencia de un adinerado anciano de Puigcerdà; casi a capella al principio, la voz del barcelonés recibe la delicada réplica de Alicia Álvarez (Pauline en la Playa) en pleno crescendo instrumental.

La voz de Umbert no necesita de mucho envoltorio, Refree lo sabe y lo aprovecha una y otra vez; en “Una chica espectacular”, oda a la mujer más bonita del pueblo, no la arropa hasta el tarareo final tras una de las frases del año (“mire su escote y se empadronará”). “El mort i el degollat”, lista para ser celebrada en todos sus conciertos, es diferente: cuerdas y palmas acompañan a Umbert prácticamente desde el inicio en una fiesta fúnebre de envidias de ultratumba. “Cuatro señoritas” (la boda de un primo valenciano) y “Nuestra especialidad” (guerra de los Rose navideña), sigue el esquema habitual y se mueve entre silencios, arreglos mínimos, cambios de ritmo y emocionantes crescendos instrumentales.

Un ukelele es la capa que hace volar a Umbert en “Superhéroe”, una entrañable pastilla pop de apenas tres frases y dos minutos que se hace gigante a la segunda escucha. Es una especie de descansillo antes subir a ver el resto de las habitaciones: una barcelonesa casa de putas (“La moral distraída”), otra con un padre joven y moderno (“Cassavetes”) y la última, una extraña pensión para cantautores (“La pensión Maravillas”).

Nacho Umbert y Refree nos enseñan, como ya lo hicieron en Ay…, que hay otro pop ahí fuera, que se puede utilizar para otras cosas; ellos lo consiguen haciendo que aterrice y alejándolo de la pomposidad de las alturas. En No Os Creáis Ni La Mitad, lo que ves es lo que hay: no hay palomas que salen de sombreros de copa, ni máscaras, ni bellas señoritas adornando trucos imposibles. Hay cartas boca arriba puestas una tras otra en el tapete. ¿Que qué hay de excepcional en eso? Nada y todo. La extraordinariedad de lo natural, la simple belleza de las canciones bien hechas.

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