Refused + Moksha + Buena Esperanza – La Riviera (Madrid)

Tras 14 años de inactividad, los incesantes rumores sobre el retorno a los escenarios de la influyente banda sueca de punk-hardcore Refused se confirmaron el pasado mes de Abril cuando se anunció su inclusión en el cartel del festival californiano Coachella, para después ir conociéndose  su participación en otra serie de festivales, entre ellos el barcelonés Primavera Sound, y una pequeña gira por salas de ciudades europeas durante el pasado verano, que se ha extendido a nuevas ciudades en otoño, lo que ha supuesto su retorno a los escenarios españoles con dos fechas en la primera semana del mes de Octubre: Barcelona y Madrid. Aunque en los días previos ellos mismos habían anunciado que su gira de reunión no iría más allá de 2012, siempre nos quedará un pequeño resquicio de esperanza abierto de que pueda haber algo más, vista la gran aceptación y el estado de forma mostrados por el grupo…
Bien es cierto que en la entrada no lo indicaba, pero finalmente eran dos los grupos previos invitados y quizás el desconocimiento de muchos pudo perjudicar a los madrileños Buena Esperanza, ya que tuvieron que llevar a cabo su concierto prácticamente en la intimidad que puede ofrecer una gran sala semivacía, lo cual no fue ápice para que tratasen de mostrar lo mejor de sí mismos. Este trío madrileño, presentaba en sociedad su recientemente grabado primer trabajo, Pacífica (2012) y en el breve repertorio que pudieron mostrar, demostraron saber practicar el rock en varias de sus vertientes: desde el más tradicional hasta rock con influencias de tipo emo-core e incluso algo de post-rock, ya que para la interpretación de sus dos últimos temas contaron con la colaboración de Manel, guitarrista de los también madrileños Muerte y Destrucción, siendo el primero de ellos un intenso desarrollo sonoro casi instrumental, con envolventes y cabalgantes guitarras como las que suelen caracterizar a este género.  
En cambio, los catalanes Moksha si que gozaron de una cantidad de público aceptable para esas horas, aunque bien es cierto que no son ningunos desconocidos para los amantes de este tipo de sonidos, ya que cuentan en sus espaldas con una dilatada trayectoria, que alcanza la década de duración sin contar con algún pequeño alto en su carrera, y ello se notó especialmente en el excelente sonido que consiguió desplegar el cuarteto desde el inicio. No se puede echar en cara a su cantante ni un ápice de su entrega y esfuerzo, y aunque seguramente los amantes del metal y sucedáneos disfrutaron con sus «guturales berridos», lo cierto es que quien escribe estas líneas prefiere destacar la vertiente instrumental del grupo sobre la vocal, cuestión de gustos sobre formas y formas de «cantar». Al termino de esta segunda actuación, era llamativo ver como inconscientemente parecía prepararse lo que se avecinaba: tras las 3-4 primeras filas, había un gran espacio con muy poca densidad de público y después se amontonaba el resto de la gente, que debía ser consciente de que esa zona casi vacía, iba a ser una especie de «campo de batalla» donde tendrían lugar innumerables pogos y empujones varios durante la actuación del gran reclamo de esa noche.

Finalmente, con algunos minutos de retraso sobre el horario previsto, cayó literalmente un fino telón sobre el que estaba impreso el nombre del grupo sueco para ser visualizado al trasluz, si bien es cierto que el efecto no era demasiado apreciable y casi sólo lo intuíamos desde las primeras filas, debido a la penumbra que reinó toda la noche sobre el escenario y es que entre los pocos peros que se pueden poner a su actuación, estuvo la iluminación elegida, que junto con lo diáfano del escenario, hizo que todos nos centrásemos en el sonido ya que en muchos momentos de la actuación, hasta los movimientos y evoluciones de los miembros de la banda eran difíciles de seguir con detalle y nitidez.
Inversamente a lo sucedido meses atrás en su actuación en el Parc del Fòrum con motivo del Primavera Sound, abrieron la velada con el tema que da título al último disco que publicaron antes de disolverse, The Shape of Punk to Come (1998), sobre el que después fue girando la mayor parte de su actuación, y en cambio, la cerraron con el tema que abre ese mismo trabajo (y con el comenzaron su actuación en el festival barcelonés), «Worms of the senses», siendo el contenido entre ambas prácticamente calcado al de aquel día: un repaso casi integro al que con el paso de los años se convertiría en uno de los discos más influyentes de los 90 en su género, pero que como suele pasar en estos casos, no gozó de gran aceptación a su salida y supuso el punto y final a su carrera debido al desánimo que cundió entre sus miembros, del que surgieron grandes tensiones entre ellos, aunque parece que tres lustros después al menos siguen siendo amigos según ellos mismos cuentan… aunque tal vez el dinero tenga gran influencia en ello, como suele suceder en este tipo de reunificaciones.

Los que ya habíamos visto al bueno de Dennis Lyxzén en directo, al frente de su otro proyecto más conocido, The (International) Noise Conspiracy, sabíamos que sobre las tablas no está quieto ni un minuto, moviéndose de un lado a otro sin parar, realizando gimnásticas contorsiones y hasta mostrando habilidades de equilibrista: para la interpretación de uno de los temas, él mismo se fabricó una especie de altar amontonando en vertical dos altavoces y allí que se subió; además, en un par de temas a lo largo de la actuación, se bajó al foso a cantar en compañía de aquellos que poblábamos las primeras filas, e incluso, en una de ellas, concretamente durante la interpretación del coreadísimo «Summerholiday vs Punkroutine», se decidió a literalmente «caminar» sobre el público con la ayuda de todos los allí presentes, que lo mantuvimos erguido a base de sostener sus pies sobre nuestras cabezas, con nuestras manos.

A lo largo de todo el concierto, el líder y cantante del esa noche quinteto, se mostró dicharachero y muy reivindicativo como es él y son sus convicciones, usando la mayoría de las veces el tiempo entre canción y canción para tomar algo de aire mientras hacía alusiones a temas principalmente de tipos político, muy acordes con los nefastos tiempos que corren: la reciente condena a prisión de tres de las integrantes del colectivo ruso Pussy Riots, la actual situación mundial de crisis o el tradicional oscurantismo de los gobiernos, ensalzando muy especialmente al movimiento 15-M surgido en España (el bombo de la batería llevaba escrito el conocido lema «15 M Toma la Plaza») pero sin olvidarse de animar a la gente a continuar escuchando música y especialmente, a apoyar a los grupos locales que están empezando y puso el ejemplo de Buena Esperanza, el trío madrileño que había abierto la velada y al que desgraciadamente, muy pocos de los allí presentes habíamos visto en acción.
Que su actuación se centrase en recordar prácticamente entero su álbum más completo, no fue impedimento para que también sonasen los más notorios temas del Song to fan the flames of Discontent (1996), así al poco de empezar enlazaron los dos primeros temas que lo abren («Rather be dead» y «Coup d´état»), para después recordar el «Hook, line & sinker» y casi cerrar la primera parte de la actuación con el «Life support addiction».
Como era de esperar, para los bises se guardaron su canción más conocida, ese casi himno punk llamado «New noise», con el que se desató la locura y se vivieron momentos aún más frenéticos en las proximidades del escenario, con el publico totalmente desbocado y como la cosa no podía quedar ahí, pues terminaron cerrando su actuación con «Tannhäuser», uno de los pocos trallazos que les quedaban por repasar, de su memorable tercer y último trabajo de estudio.
Destacar que en esta ocasión, el sonido sí que acompañó al grupo, no como la noche previa en Barcelona, donde parece ser que sufrieron algunos problemas técnicos que deslucieron un poco la actuación a pesar de la entrega de sus integrantes y aunque habrá quien diga que la poco más de una hora de actuación le pareció corta, lo cierto es que viendo la intensidad desarrollada sobre las tablas y como sudaron las elegantes camisas con las que iban ataviados todos y cada uno de sus componentes, no queda duda de que el concierto quedará bien grabado en los tímpanos de todos los allí presentes, como una noche memorable en la que muchos por fin pudimos ver en directo a Refused, aunque fuese con motivo de un reunificación temporal, casi tres lustros después de su más inspirado momento creativo.
 

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