Roldán – Fumarola (El Genio Equivocado)

Estamos muy necesitados de grupos como Roldán, y de francotiradores como Juan Carlos Roldán y Abel Hernández (El Hijo). Mentes preclaras que, desde la heterodoxia, crean microcosmos en donde la alteridad es un no-espacio en donde se encuentran vectores siempre a la fuga. Se necesitan músicos que no tengan miedo a jugar con la tímbrica de las canciones, con sus texturas, con los silencios que se cuelan en los requiebros de toda producción hiperconectada con los tiempos aceleracionistas y alienantes como este. Porque Abel Fernandez, en una conversación larga que tuvimos para esta casa, me comentó que la música “indie” que se hace por estos lares, parecía que tuviera un complejo de inferioridad preocupante respecto a las producciones con brillo, exuberantes; se seguía, por decirlo de alguna manera, estando orgulloso de participar de esa estética doctrinaria del low-fi que abrigaba ese engaño tan garrafal de lo “autentico”, y la verdad es que a estas alturas del cuento da pereza entrar en estos charcos.

Fumarola (El Genio Equivocado, 2023) es, primero de todo, un disco que se despoja de prejuicios en una sana (¿necesaria?) idea de trascender cualquier estereotipo. Si se unen mentes desprejuiciadas solo puede salir un trabajo que se eleva por encima de cualquier atisbo de normativismo. Este es un disco libre -diría que libérrimo y hasta libertario-, repleto de ideas concentradas en diez canciones que primero atolondran, luego sorprenden, y al final se quedan a vivir en tu cabeza por mucho tiempo.

Los Roldán se han asociado con Hernández a la producción y el resultado es asombroso a todas luces. Tanto a nivel musical como en el fabuloso arte que rodea al disco: la portada, con ilustraciones de Juan Carlos inspiradas en un boceto del humanista, geólogo y explorador prusiano Friedrich W. G. Humboldt es una virguería de cromatismo gris que representa el volcán mejicano de El Jorullo, rodeado de naturaleza, dioses, ruinas, y demás simbología que parece provenir de una dimensión desconocida.

El disco arranca con “Discusión Imaginaria” que tiene unos arreglos de viento que recuerdan a los grupos del colectivo rock in opposition. La canción avanza sobre texturas sintéticas creando loops repetitivos que, por momentos, tiene resonancias a Dinosaur L en donde militaba Arthur Russell. “Marisma” es juguetona y descarada: de Mongo Santamaria se tiende puentes a Omar Khorshid y, si a todo esto le añadimos la filosofía de la PC Music, tienen la fórmula más misteriosa por descifrar. En “Se Me Olvidó” (con la compañía a la voz de Ana Crespo) es una melodía a medio tiempo con unas líneas de sintetizador que gravitan en los paraísos artificiales de Daniel Lopatin aka Oneohtrix Point Never, mientras que “Ciudad Más Grande” es una hermoso mash up de synthpop y música de cámara, y tropicalismo (preciosos y precisos arreglos de laúd tocado por Carlos Aquilué).

Los toques jazzísticos van enhebrando la melodía de “Realista” que es otro escapista viaje lisérgico que, en cierta manera, concentra la psicodelia canterburiana, y que da paso a “Gamelán”, una sensitiva traslación de la tradición indonesia a una rítmica quebradiza que juega a los contrastes tonales.

“Hombros Siameses”, con una letra en donde usan los verbos en imperativo, es, quizás, un homenaje al sophistipop con una elegante sección rítmica, y la voz de Juan Carlos es susurrante en “Locos Del Pueblo” con resonancias a la música de coctelería y a los repositorios de la library music. La influencia de Junior Boys se cierne en “Todas Las Soluciones” con una manipulación de la voz que acaba por crear un marco lisérgico atiborrado de neones, para acabar esta joya de disco con “Basura Helada”, una inquietante y sexi melodía que a bien seguro sería del agrado de Piero Umilliani.

Escucha Roldán – Fumarola (El Genio Equivocado)

 

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