The Coral – Sea Of Mirrors (Run On Records / Virgin)

No sé si les he hablado por aquí del concepto “disco fetiche”. Yo suelo utilizarlo mucho. Lo hago para definir aquellos discos que, como digo yo, le encuentran a uno. Y son los que, precisamente por ese motivo, se quedan en tu vida. Como buenos amigos. No hace falta que sean los mejores de la historia, los aclamados por la crítica, los unánimemente bendecidos. Son TUS DISCOS. Los que te construyen.

Y por supuesto, paralelamente a los discos fetiche, podríamos abrir un cajón todavía más amplio para los “artistas fetiche”. The Coral, sin duda, entrarían en tal catalogación en mi universo particular (no sé si en el de otras personas). Son una banda tan, tan, tan, abrazable, hacen unas canciones tan chulas, que cuando entraron en mi vida ya no hubo marcha atrás. Y la verdad, jamás defraudan. No lo hicieron tras un hiato de casi cinco años (2012-2016) del que volvieron reforzados. Ni han bajado un ápice de calidad en una carrera musical inmaculada con la que no habrán inventado la rueda, ni falta que hace, pero deja tras de sí un puñado de discos y canciones susceptibles de convertirse precisamente en eso: tus fetiches. Tus perfectos compañeros de fatiga.

No es una excepción a esto su última entrega. Sea Of Mirrors es su disco de estudio número 11 y tenía la compleja papeleta de hacer de sucesor a Coral Island (2021), disco doble y conceptual, aclamadísimo por la crítica, que alcanzó nada menos que el número 1 en el Reino Unido. Sin embargo ellos, como decía, nunca defraudan. Dan el todo por el todo y completan no sólo un sucesor a semejante joya, sino algo todavía mejor.

Frente a lo heterogéneo estilísticamente hablando que era Coral Island, más tendente al encanto inmediato de la canción pop-rock, Sea Of Mirrors pretende ser reflexivo, reposado, otoñal. El perfecto disco de madurez que merecía regalarse una banda que lo es sin paliativos. Una pandilla de amigos inquebrantable que goza de una sinergia interpretativa y compositiva totalmente a prueba de bombas y que al fin alcanza aquí, en esa concreta colección, su plenitud.

El disco es sencillo y a la vez complejo. Sus canciones se deslizan suavemente como quien no quiere la cosa, pero cuando uno presta el oído como es debido escucha una serie de detalles sutiles, exquisitos, que decididamente no están al alcance de cualquiera. La querencia por la música pop añeja que tienen James Skelly, Paul Molloy y compañía no es ningún secreto. Es más bien totalmente evidente. Pero ellos han sabido transformar ese hecho en atemporalidad. Una suerte de universalidad -aunque partiendo, claro, de lo típicamente inglés, como está mandado- de la canción que puede llegar a cualquiera. De hecho, a la vista está: su público es amplio y diverso, no sólo compuesto por amantes de lo vintage.

Sea Of Mirrors, además, ha sido producido por el genio Sean O’Hagan (The High Lamas) y cuenta con la participación del antiguo miembro del grupo Bill Ryder Jones, lo cual, en cierto modo, completa el círculo de la existencia del grupo. A base de eso, el clima es especialmente bonito. Los arreglos barrocos, preciosistas hasta el paroxismo, dejan, sin embargo, respirar a un ciclo de canciones que es necesario dejar sonar hasta el final. Un paisaje hermoso, cubierto de hojas marrones y viento fresco, se abre ante nosotros al sonar los primeros compases de la miniatura instrumental que abre el disco, “The actor and the Cardboard cowboy”, y ya no nos abandonará hasta que suene la última canción, esa pieza de orfebrería psych-folk-pop titulada “Oceans apart”.

Por el camino, una mezcla de las producciones de Morricone para películas de los sesenta, escuchas obsesivas del Forever Changes de Love, de Begin de The Millennium y de los discos de Tim Hardin o de los propios High Lamas, se mezclan con la personalidad indudable que ha alcanzado The Coral compositivamente hablando. Es imposible destacar una pieza concreta sobre las demás. Todo son dianas: ya sea el aire pseudo-country de “Cycles of the seasons” o “Wild bird”, que propician ese aire de falso western que premeditadamente la banda ha querido darle al álbum; o sea ese fluido psicodélico que contienen las guitarras twang de “North wind”; esa resurrección de Syd Barrett que supone la pieza central “Sea of Mirrors”; la absoluta perfección a base de melancolía pop que acude como una explosión a nuestro cerebro al escuchar“The way you are” (la canción de amor del año?); o la desarmante desnudez de aires bossa que tiene “Child Of The moon”… podríamos seguir y seguir pero sería inútil pretender destacar el encanto de unas sobre otras canciones en un ramillete que vuelve a ser, al igual que lo era el disco precedente, un ciclo cohesionado tan exorbitante creativamente hablando como capaz de enamorar perdidamente y al instante a cualquiera que escuche. Así que hazme caso: convierte a esta banda en tu fetiche. Jamás te arrepentirás.

Escucha The Coral – Sea Of Mirrors

 

 

 

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